El sol se acababa de poner en la reserva Masai, y la oscuridad se extendía sobre la llanura. Saitoti Lewantai estaba agachado bajo un árbol a la salida del boma, cortando algo de carne asada con su simi y dándosela a otros cinco guerreros que estaban a su alrededor. Comieron despacio, cada uno de ellos estaba pensando en la tarea que les esperaba.
La ceremonia Eunoto, en la que los guerreros se gradúan y dejan de ser aprendices, tendría lugar en pocas semanas, y cada uno de ellos quería ganarse una reputación. Para probar su valía, tendrían que matar un león. Al terminar la comida, dieron un salto al unísono.
Lewantai fue el primero y los demás se durmieron tras él. Seguían el viejo rastro de una manada que deambulaba entre dispersas acacias y bosques. Cuando la luna llena ya había salido, eran las 9 y sólo iban por la mitad del camino; se dibujaba en la distancia la silueta de Kirindon.
Pronto llegaron a un lugar conocido de la orilla del río Mara. Era uno de los lugares predilectos para acampar de los guerreros que salían a cazar en el Mara. Clavaron sus lanzas y se prepararon para pasar la noche.
Al alba, el graznido del cálao terrestre sureño quebró el estremecedor silencio. Lewantai se despertó y de inmediato comenzó a despertar al resto, pero, para su total decepción, faltaban dos guerreros.
Movilizó a los que quedaban y se dispusieron a recorrer la segunda parte del viaje. Las cobrizas aguas del río Mara estaban enturbiadas a causa de un fuerte aguacero que había caído sobre el bosque Mau, pero encontraron un lugar adecuado para cruzar. La vasta extensión de la reserva Masai Mara se apareció ante sus ojos, silenciosa y mágica bajo la apacible luz de la mañana. Un fuerte viento soplaba en silencio a lo largo de la llanura, agitando las livianas hebras de la anaranjada hierba.
APASIONADA LUCHA
Pasaron junto a manadas de cebras, ñus, antílopes y gacelas que pastaban. En cuanto los animales detectaban su aroma, salían corriendo.
La luna se había desvanecido y una única franja plateada quedaba para iluminar su camino. Pero ahora ya podían salir de entre los densos matorrales y la hierba de elefantes. Lewantai sabía que estaban en el desfiladero. Su aspecto dominante le estremeció de arriba abajo. El desfiladero era el punto más grande de cría de grandes felinos en el ecosistema Mara.
Después de un rato, Lewantai miró de reojo a su hermano, Moisited Swankei. El Olamayio, la expedición de caza del león, no está hecho para estómagos sensibles. Hasta el más valiente de los guerreros se tenía que preparar muy bien. Parte de esa preparación consistía en ir con alguien que no te daría la espalda cuando fuese a ocurrir lo peor. Swakei le devolvió la mirada, se podía leer la determinación en su rostro.
Más cerca del desfiladero, el olor de carne en descomposición les invadía las fosas nasales. Se veían restos de animales desperdigados. Cuando se acercaban al lugar, las aves carroñeras huyeron volando.
Para avisar de su llegada, los guerreros cantaron a coro con las lanzas en posición. A pocos metros del desfiladero, se cruzaron con una leonesa y sus tres cachorros. En cuanto les vieron, los animales se fundieron entre los arbustos. Pero no era en ellos en quien estaban interesados. Buscaban a un macho mayor e irascible con quien enfrentarse en una auténtica lucha apasionada.
De repente, oyeron un potente rugido. Lewantai sintió temblar la tierra, al mismo tiempo que él mismo temblaba visiblemente. Mientras, otros dos guerreros cayeron al suelo y, cuando lograron volver a ponerse de pie, tiraron sus lanzas al suelo y huyeron despavoridos. Moisitet también parecida listo para salir corriendo, pero un aluvión de insultos procedente de Lewantai pareció mantener sus nervios bajo control.
La pareja avanzó muy despacio, paso a paso, y justo frente a ellos apareció el león más grande que Lewantai había visto nunca. Calculó que pesaría al menos 500 libras. La melena se le había oscurecido con la edad, de rubio a casi castaño oscuro. Furioso, empezó a moverse en círculo, marcando su territorio.
Lewantai recordó lo que le había dicho su padre mientras agarraba su lanza con más fuerza y se preparaba para atacar a la bestia: «un pelea contra un león dura sólo unos pocos segundos, así que aprovecha cada segundo».
Después, en un abrir y cerrar de ojos, Lewantai arrojó su lanza, pero el león lo había estado observando con interés y salió rápido de la trayectoria de la misma. La lanza aterrizó en tierra blanda y se hundió hasta la mitad. La bestia lo miró y él, por instinto, adelantó su brazo izquierdo y dobló el codo para protegerse la cara. El león hundió los dientes en su brazo.
La lucha, de hecho, duró unos pocos segundos antes de que el león se cansara de repente y desapareciera, con la lanza de Moisitet sobresaliendo de su lomo y Lewantai gimiendo en un charco de sangre. Su shuka estaba hecho girones, pero Moisitet había logrado quitarle a la bestia de encima atacándole con su lanza en la espalda, lo más probable es que el animal muriese.
CULTURA RETRÓGRADA
Con dificultad, Moisitet lo ayudó a levantarse y comenzaron su afligido viaje de vuelta a casa. Ya habían dejado de pensar en la fama. Ahora sólo podían pensar en cómo llevar a Lewantai al hospital cuanto antes. El hospital del sub-distrito de Ewuaso Ng’iro sólo estaba a unos pocos kilómetros hacia el este, pero no se atrevieron a ir allí por miedo a toparse con los guardas de la vida salvaje de Kenia.
En el pasado, sobornaban a los guardas, pero tras el fortalecimiento de las normas, en particular desde la aprobación de la ley de conservación y gestión de la vida salvaje de 2003, ya no podían hacerlo. Progresaban con lenta y dolorosamente. Las heridas de Lewantai le dolían con cada paso, en particular la pequeña que tenía en su espalda. Después de atravesar el río, se arriesgaron a acercarse a unos pastores, que ayudaron a llevar a Lewatai usando un shuka como camilla.
Por suerte, unos minutos después, se encontraron con un vehículo que les llevó corriendo al hospital. El resto del tiempo que duraron las preparaciones del periodo de graduación, Lewantai lo pasó en el hospital. Cuando le dieron el alta, juró no volver a aventurarse a la caza del león.
El Eunoto, el rito Masai de entrada en la vida adulta, que apoya la caza de leones como muestra de valía, es una de las principales tradiciones retrógradas que amenazan la vida salvaje africana. En muchas culturas africanas, a productos animales como las plumas, cuernos o colmillos, así como el cuero y la piel, se les daban usos. Esto se traducía por la muerte del animal portador del producto en cuestión. Estas culturas, unidas a la caza furtiva y la búsqueda de trofeos, han diezmado en gran medida las poblaciones de vida salvaje africana.
Entre los Kalenjin, los iniciados vagaban por el territorio durante el periodo de circuncisión, estaban alejados del resto de la sociedad y mataban animales indiscriminadamente. Se burlaban de cualquier iniciado que no hubiese matado ningún animal o pájaro.
Estas costumbres llevan existiendo desde tiempos inmemoriales y han pasado de generación en generación. Los Samburu llevan matando leones para proteger su ganado, su única fuente de subsistencia, cientos de años, según Tim Noonan, periodista, cámara y director australiano que ha ganado varios premios. En cuanto a los Masai, sus encuentros con las bestias estás recogidos en recopilaciones líricas de los primeros exploradores, como las de Joseph Thompson a través de las tierras Masai.
Según los defensores de la vida salvaje, este es el principal factor que ha llevado al declive de la población de leones en Kenia.
La melena del león y su cola se atan en la punta de la lanza del guerrero moran que atacó primero . Cuando regresan a casa, la melena se borda y teje sobre un tocado que lleva puesto el propietario durante la ceremonia. La cola también se estira, se suaviza y se usa en tejidos.
En el norte de Tanzania, la rápida disminución del número de leones también se ha relacionado con la pérdida de hábitat y el conflicto con las comunidades pastoriles. En algún momento del año pasado, ecologistas del área de conservación de Ngorongoro estimaron que se mataban dos leones al mes en el parque nacional del Seregueti, tanto como resultado de las ceremonias de iniciación como de los conflictos con el hombre.
En el pasado, los moran masai cazaban leones de manera individual. Cada guerrero que quería graduarse cazaba un león macho y se llevaba sus garras y melenas como trofeo. Pero tras la gradual disminución del número de leones, los ancianos empezaron a no recomendar esta práctica, por lo que cazar se convirtió en una actividad grupal, en la que hasta 10 guerreros trabajaban juntos para derribar un león.
Según la famosa ecologista keniata, la Dra. Paula Kahumba, los leones podrían extinguirse en la década que viene a causa de su caza indiscriminada y envenenamiento de la mano de las comunidades locales.
«Hemos perdido entre el 50 y el 70 % de las variedades de león», dijo en un documental de Earth News.
Otras especies, como el rinoceronte negro, la cebra de Grévy, el mangabeye del río Tana, el antílope sable o el guepardo, entre otros, están en peligro de extinción. El león, que siempre ha estado clasificado como especie vulnerable, podría unirse pronto a esta lista.
Majestuoso animal, es el segundo mayor de los felinos, tras el tigre. Pero, a pesar de su valor para el turismo en África, ha sido víctima de caza desde tiempos coloniales. Aparte de cazarlos con propósitos culturales, también se han utilizado como decoración en las casas de los cazadores de trofeos y se ha fomentado su cría con objetivos comerciales.
EL LEÓN CECIL
Los leones macho también contribuyen a esta reducción de población cuando matan a las crías, tras la muerte del león dominante, para fomentar que las hembras se apareen con ellos. Los cachorros jóvenes son vulnerables ante depredadores como las hienas, los leopardos y los chacales de espalda negra.
La reciente caza del famoso león Cecil en Zimbabue, que realizó un dentista estadounidense, conmovió al mundo. El hecho desembocó en el escrutinio del papel de los cazadores de trofeos en áreas de conservación. Como consecuencia, la fundación Born Free solicitó al servicio estadounidense de vida salvaje y peces que declarase al león como especie protegida según la Ley de especies en peligro de extinción de los Estados Unidos (ESA, por sus siglas en inglés).
Las estadísticas muestran que, hace aproximadamente un siglo, había unos 200 000 leones en libertad en África. La cifra ha descendido hasta alcanzar los menos de 30 000 en los últimos años, según la fundación Born Free, mientras que los defensores de la vida salvaje afirman que el número es de sólo 21 000. Los animales, que han sido utilizados como símbolo de poder, valía y nobleza en muchos blasones, escudos de armas y banderas nacionales, han desaparecido de, al menos, 12 países africanos y sólo habitan en el 8 % del territorio que habitaban históricamente.
El año pasado, se declaró el 10 de agosto como el día mundial de león. La trágica muerte de Cecil en Zimbabue ha desembocado en un motivo para la actuación internacional por la protección de los pocos leones que quedan de la posible extinción en la próxima década.
Ser parte de la lista de la Ley de especies en peligro de extinción otorgará a los leones un alto grado de protección en sus hábitats naturales porque se prohibirá herir, dañar, perseguir o comerciar con los leones y lo que de ellos se obtenga, y desde luego será una iniciativa que cuente con mucho apoyo.
DATOS SOBRE LOS LEONES
Población
En los años 1940, se estima que unos 450 000 leones poblaban África y partes de Asia.
Esta cifra se ha reducido a la mitad desde 1950.
Tamaño
Altura: 1,20 m. los machos. Longitud: 1,5-2,4 m. los machos. Peso: 150-227 kg los machos. En general, las hembras de león suelen ser más pequeñas que los machos. Esperanza de vida: 10-14 años. Velocidad máxima: 81 km/h en distancias cortas.
Reproducción
– Época de apareamiento: durante todo el año.
– Gestación: alrededor de 110 días.
– Tamaño de la camada: 3-4 cachorros. Los cachorros empiezan a cazar a los 11 meses pero siguen junto a su madre al menos durante dos años.
Alimentación
Se alimentan de diversos tipos de presas, incluyendo impala, ñus, cebras, jirafas, búfalos e hipopótamos. Cuando hay escasez de alimentos pueden comer animales más pequeños como liebres, pájaros y reptiles. En casos de extrema necesidad, unen sus fuerzas y atacan elefantes.
Comportamiento
Viven en manadas y son los únicos que lo hacen de entre los felinos. En cada manada hay unos 15 miembros, la mayoría de los cuales son hembras y cachorros. Los machos jóvenes llega un momento en que se separan de la manada y fundan la suya propia, apropiándose de una a la cabeza de la que estaba otro macho. Los machos son territoriales y usan su aroma para marcar los límites. La caza la llevan a cabo casi por completo las hembras porque son más ligeras y ágiles que los machos.
Mapa
En el pasado, había leones en Grecia, Oriente Medio y el norte de la India. Hoy, sólo queda una pequeña porción en el norte de la India. En África, están confinados en la región subsahariana.
Daily Nation