Una insurgencia del grupo rebelde M23 ha desarraigado a más de 170.000 personas desde marzo 2022.
El regreso de un grupo rebelde, inactivo durante mucho tiempo en el este de la República Democrática del Congo (RDC), está acumulando dificultades en las comunidades que ya se enfrentan a docenas de otras insurgencias armadas.
Durante varios meses, el grupo rebelde Movimiento 23 de Marzo (M23) ha luchado contra las tropas congoleñas en la provincia de Kivu del Norte. Los expertos de la ONU dicen que su mirada está puesta en Goma, una ciudad de casi dos millones de habitantes, aunque el grupo descarta esto e incluso pretende dialogar.
El resurgimiento del M23, casi diez años después de que se creyera derrotado, ha socavado la estabilidad regional. La República Democrática del Congo acusa a la vecina Ruanda de respaldar al grupo, mientras que un informe de expertos de la ONU afirma que se vieron a personas con uniformes del ejército de Ruanda en los campamentos del M23. Kigali niega el cargo.
Los civiles se enfrentan a lo peor de la crisis, tal como lo hicieron hace una década: 170.000 han escapado de sus hogares desde finales de marzo, cientos de niños han sido separados de sus familias y el discurso de odio está aumentando en todo el país.
“The New Humanitarian” visitó Rutshuru, el epicentro del conflicto, y Goma, la capital provincial de Kivu del Norte, a principios de este mes: “Hablamos con personas desplazadas, líderes de la sociedad civil, trabajadores humanitarios y funcionarios del M23 y del ejército congoleño”. Todos ofrecieron diferentes perspectivas sobre las causas y consecuencias de la crisis, que representa una gran prueba para el presidente Félix Tshisekedi, cuyo gobierno tiene su sede a unos 2.000 kilómetros al oeste de la capital, Kinshasa.
Tshisekedi hizo de la seguridad en el este del país una prioridad cuando llegó al poder en 2019. Desde entonces ha impuesto la ley marcial; permitió la entrada de tropas ugandesas en la región para luchar contra los militantes islamistas; y aprobó el despliegue de una fuerza en África Oriental.
Sin embargo, más de 100 grupos armados locales y extranjeros siguen activos en el este de la RDC, un legado de las guerras regionales libradas en las décadas de 1990 y 2000. E incluso movimientos vencidos como el M23 ahora se están recuperando. Aloys Tegera, investigador del Instituto Pole, un grupo de expertos con sede en Goma que se especializa en la prevención y resolución de conflictos, señaló: “Nos damos cuenta de lo débil que es este gobierno y que el liderazgo de Félix Tshisekedi es inexistente”.
Lázaro Bustince
[CIDAF-UCM]