Los bosques de Uganda, hábitat del gorila de montaña, han mengüado radicalmente en los últimos años.
Los agricultores de Rushaga, al sur del distrito occidental de Uganda, llevan generaciones cultivando banana como medio tradicional de subsistencia. Sin embargo, ahora apenas quedan plantaciones en la zona ni existen planes de replantar en vistas a un futuro próximo.
«Sería inútil volver a plantar«, se lamenta Yoram Tukwasibwe, presidente del centro financiero de Rushaga, «Los gorilas y los elefantes se comen las cosechas antes de que estén listas para el consumo humano».
Las raíces de este conflicto entre los intereses de las personas y de la fauna local son muchas y profundas. Entre ellas podemos destacar la pobreza, la deforestación y el cambio climático, factores estos que amenazan con complicar aún más las interacciones de las personas con la vida silvestre a menos que se implanten soluciones integrales.
Rushaga no es muy conocido para la mayoría de los ugandeses, pero, siendo la puerta de entrada al Parque Nacional de Bwindi, es muy visitada por los extranjeros para ver a los gorilas de montaña, una especie en peligro de extinción.
El parque es el hogar de 400 de los últimos 880 gorilas de montaña del mundo. En la zona de Rushanga, habitan 64 de los ejemplares, entre ellos el grupo de Nshongi y el grupo de Mishaya, una de las familias de gorilas más grandes y más habituada al contacto con los turistas.
Fuente: New Vision
[Traducción y edición, Sarai de la Mata]
[Fundación Sur]
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