Esta mañana del 18 de febrero comenzó una fuerte ofensiva de las fuerzas rebeldes, fieles al exvicepresidente Riek Machar, contra la ciudad de Malakal, capital del estado de Alto Nilo (o Nilo Superior). Se trata de los primeros combates oficiales, confirmados también por fuentes gubernamentales, desde que se firmó el cese del fuego del 23 de enero gracias a la mediación de otros países africanos.
La ofensiva se produce mientras las negociaciones se paralizan en Adís Abeba, a causa de las acusaciones mutuas y la desconfianza entre los interlocutores. También dificulta el diálogo la presencia de las fuerzas armadas ugandesas en Sudán del Sur, que llegaron para apoyar al gobierno del presidente Salva Kiir contra un presunto ‘golpe de estado por parte de su ex vicepresidente el 15 de diciembre pasado.
En declaraciones inesperadas, el jefe del bloque mayoritario en la Cámara de Diputados y el ministro del Interior admitieron que “alrededor del 70% del ejército regular ha desertado” para pasarse a la rebelión liderada por Riek Machar. Sus declaraciones se produjeron durante una sesión parlamentaria convocada para evaluar la situación del país.
“Nos hallamos ante defecciones en masa”, declaró Tulio Odongi, lider de los diputados del SPLM, que pidió a las tropas extranjeras (ugandesas) presentes en el país que “no se retiren hasta que la situación vuelva a estar bajo control”. Según el legislador las deserciones “rondan el 70% de los militares empeñados en el campo”, sobre todo en el norte del país.
El ministro del Interior Aleu Ayeny confirmó que las defecciones incluyen también a agentes de la policía, con “consecuencias difíciles de manejar” . Para hacer frente a la emergencia, el parlamento aprobó la asignación de 749 millones de libras sursudanesas (unos 300 millones de dólares) para seguridad.
Según informa Alfred Soka, jefe de redacción de la red de Radioa Católicas de Sudán del Sur, “La noticia se difundió rápidamente en toda la ciudad suscitando bastante agitación entre la gente. El hecho de que exponentes de primer nivel del gobierno admitan un número tan alto de defecciones contribuye a aumentar la incertidumbre sobre la suerte del conflicto”.
La situación se ha complicado ulteriormente por las declaraciones del ministro de Defensa Kuol Manyang Juuk de que “el gobierno sursudanés está pagando la intervención de las tropas ugandesas que entraron en el país el 23 de diciembre”. Surgen nuevos interrogantes ya que estas afirmaciones contradicen las versiones de Kampala según las cuales la operación estaría siendo financiada por las cajas del estado ugandés. En estos días incluso funcionarios de defensa ugandeses están haciendo los últimos retoques a un presupuesto supletorio para que lo apruebe el Parlamento de Kampala, para cubrir lagunas en la financiación de la misión que oficialmente es “por tiempo indeterminado”.
El presidente ugandés Museveni, como comandante en jefe de las fuerzas armadas había decidido el despliegue de las tropas de su país en Sudán del Sur el año pasado, a pedido de su par Salva Kiir, después de la violencia que estalló en Juba y se difundió en otros estados claves del país.
El Parlamento de Kampala aprobó el despliegue el 14 de enero, después de que el gobierno motivara la decisión en facilitar la evacuación de los ciudadanos ugandeses y garantizar la seguridad de instalaciones nacionales como el aeropuerto de Juba.
MISNA