El flagelo global de los policías que asesinan ciudadanos negros

19/12/2014 | Crónicas y reportajes

El hecho de que oficiales de policía victimicen, opriman y asesinen a personas de raza negra no ocurre solo en los Estados Unidos. Se trata de un problema global. Si pretendemos detener este uso barbárico de la autoridad que pisotea tanto los derechos civiles como humanos de las personas de color debemos abrir los ojos frente a lo que está ocurriendo a escala internacional.

Durante décadas se publicó ampliamente acerca de las detenciones basadas en perfiles raciales y la violencia policial aplicadas a jóvenes de raza negra en los Estados Unidos. Las rebeliones urbanas desatadas en ese país se relacionan directa o indirectamente con la violencia policial. Dos casos de brutalidad policial recibieron una extensa cobertura mediática y aún se mantienen grabadas en la memoria de muchos norteamericanos: el conocido y ampliamente difundido caso de la desarrollo del capitalismo industrial . Y un sistema de clases racista, patriarcal y anti-laboral lleno de miedos exagerados ordenó contener a los hombres de raza negra a cualquier costo para proteger a la sociedad y mantener el orden.

Sin dudas, la imagen creada acerca de este peligroso macho quedó grabada en el imaginario de los norteamericanos gracias a las películas de Hollywood, los periódicos y la descripción del hombre de raza negra que se realiza en los deportes. La controversial película de 1912 El nacimiento de una Nación acrecentó el prejuicio hacia el hombre de color como agresor sexual, depredador y peligro para la sociedad en general y para las mujeres blancas, en particular.

Aunque sea debatible, los sistemas de aplicación de leyes parecen apoyarse en estas descripciones para justificar la hipervigilancia y, en ciertos casos, el asesinato de hombres de raza negra desarmados, no solo en los Estados Unidos sino también en Canadá e incluso en el Reino Unido. Aun así, al tratar el tema de la violencia policial y las detenciones basadas en perfiles raciales, tanto en conversaciones nacionales como internacionales, solo se enfoca la atención en lo que ocurre en los Estados Unidos. De este modo, algunas de las formas más despiadadas de agresión policial dirigidas a hombres y mujeres de raza negra que se llevan a cabo en otros lugares del mundo permanecen ignoradas.

Por ejemplo, en ciertas partes de Canadá, las relaciones entre la policía y la comunidad negra comparten una historia similar con la de Estados Unidos. En Toronto, Buddy Evans, de 24 años fue asesinado por un policía en 1978, y un año después Albert Johnson sufrió el mismo destino. Ambos estaban desarmados, los dos disparos fueron ejecutados por oficiales de policía blancos quienes, luego, fueron declarados inocentes. A partir de 1987, policías canadienses de raza blanca asesinaron a decenas de hombres de color desarmados. En una ocasión, la víctima de la violencia armada policial fue una joven negra, Sophia Cook, quien sufrió parálisis temporal.

En ciudades como Toronto y Montreal, la cantidad de disparos a hombres de raza negra efectuados por policías disminuyó, pero la cantidad de detenciones por perfil racial se convirtió en una práctica en aumento. Un estudio reciente publicado en el Toronto Star reveló que, pese a que las leyes que habilitaban a los policías a detener e interrogar a cualquier ciudadano sin razones válidas fueron revisadas, los oficiales que patrullan los barrios de Toronto con mayoría de residentes de color continúan aplicándolas. No es la primera vez que el Toronto Star denuncia la detención de un joven negro motivada meramente por su perfil racial, pero este tipo de historias no recibe la misma cobertura mediática ni el apoyo local que existieron en Ferguson y para otros casos similares de los Estados Unidos.

Como no es de sorprender, algunos ciudadanos del Reino Unido salieron a las calles a expresar su indignación tras escuchar el veredicto para el caso de Ferguson. La sociedad británica también ha luchado con años de violencia policial contra hombres y mujeres de raza negra. En Inglaterra, los hombres de color continúan siendo víctimas del abuso policial y de las detenciones por perfil racial. Los incidentes más recientes ocurrieron en 2008 , cuando Sean Riggs murió bajo custodia policial y en 2011 , cuando Mark Duggan recibió un disparo efectuado por un policía, que le causó la muerte.

Irónicamente, aún en los países donde la mayor parte de la población es negra, los hombres de color y sus comunidades sufren una violencia estructural y son reprimidos por las fuerzas de la ley. Tanto Brasil como Jamaica y Sudáfrica, por ejemplo, cuentan con largas historias de brutalidad policial, la mayor parte de las veces dirigida a hombres negros de clase trabajadora de bajos recursos. En el blog en línea de The Economist (inglés) se estima que 2000 civiles brasileños son asesinados por año con muy bajo o nulo recurso legal dentro del sistema judicial.

En Jamaica, los informes acerca de muertes causadas por policías son igual de alarmantes. Amnistía Internacional informa que la policía jamaicana continúa involucrándose en la práctica letal de las ejecuciones extrajudiciales y el uso injustificado de la fuerza. De hecho, en Jamaica la tasa de disparos mortales efectuados por policías es una de las más altas del mundo. Las estadísticas oficiales registran un promedio anual de 140 personas muertas a manos de policías, y esa cifra se mantiene constante desde los últimos diez años. Solo en 2013, la policía jamaicana mató a 258 civiles ; cifra que podría ser superada al finalizar el año 2014.

Durante el régimen de apartheid, para mantener dicho sistema opresivo de segregación la policía sudafricana funcionó como una fuerza paramilitar ). En el período de 2012-2013, se informó que 706 sudafricanos murieron como resultado de la actividad policial. En una sola década, la violencia policial en Sudáfrica aumentó un 313%, y solo uno de cada 100 policías involucrados recibió condena. Entre los casos más resonantes de violencia policial se incluye la masacre de 34 mineros en huelga, en Marikina, y el asesinato de una mujer de quien, supuestamente, se confundió la identidad: Olga Kekana. Dos meses previos a la muerte de Kekana, el jefe de la policía había declarado audazmente a un periódico que deseaba que las leyes cambiaran y permitieran que los policías «disparen a matar» a los sospechosos sin tener que preocuparse por «qué pudiera pasar después».

A pesar de que muchos ciudadanos brasileños, jamaicanos y sudafricanos vienen protestando contra la violencia policial en manifestaciones públicas, reclamos a organizaciones internacionales y, más recientemente, a través de las redes sociales, sus peticiones no recibieron la misma atención global que la violencia policial de los Estados Unidos.

El revolucionario libro de Frantz Fanon, Los condenados de la tierra, trata acerca del uso explícito de la fuerza policial, por parte del gobierno, como una herramienta utilizada para continuar reprimiendo a una comunidad que ya se encuentra privada del derecho a votar las decisiones políticas y económicas que la afectan. Es decir, como un medio para desalentar cualquier intento de cambio estructural. En los países mencionados previamente, las diferencias de razas, de clases sociales y las formas patriarcales de opresión generan condiciones sociales y económicas muy severas e inhumanas para los hombres y mujeres de color. Debería asumirse que el rol de la policía consiste en servir y proteger a todos los ciudadanos. Sin embargo, en algunas sociedades las observaciones de Fanon forman parte de la realidad cotidiana de grandes cantidades de hombres y mujeres de raza negra cuyas vidas no son valoradas y cuyos derechos civiles y humanos, en consecuencia, no reciben una protección igualitaria.
En muchos sentidos, el Estado continúa ignorando estos actos de violencia perpetrados por sus agencias para el cumplimiento de la ley. Por el contrario, emplea deliberadamente a la fuerza policial como uno de sus protagonistas dedicados a sostener los sistemas de opresión junto a la violencia estructural que significan la pobreza, las oportunidades educativas inadecuadas, el acceso limitado a los servicios de salud y los altos índices de desempleo. Mientras tanto, se dispara contra cualquier forma de resistencia o desafío a la represión policial.
Brindo mi apoyo a los habitantes de Ferguson, de Nueva York y de todo el planeta que sufren violencia policial. Aliento a todos aquellos comprometidos con intentar desmantelar la violencia estructural contra las personas de color a que dejen de repetir que “las vidas de los negros importan” y comiencen a repetir que “las vidas de los negros importan en cualquier lugar del mundo”. No limitemos nuestro deseo de presenciar cambios estructurales a los Estados Unidos. Para desafiar efectivamente la explotación económica, la violencia patriarcal y la supremacía blancas debemos aprovechar esta oportunidad y organizar colectivamente nuestros recursos y voces –más allá de la geografía–. El flagelo de los policías que matan personas de color es global. Por lo tanto, además de pedir justicia a nivel local, debemos también tomar consciencia, resistir y ser solidarios a nivel internacional.

Lisa Tomlinson

* La Dra. Lisa Tomlinson es crítica cultural y activista. Actualmente, trabaja como profesora de Humanidades e investigación de la comunidad.

Fuente: Pambazuka News

Traducción de Magdalena Saux

Todos los enlaces son a páginas en inglés (ndr)

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