La transición de Sudán del Sur hacia la paz duradera está resultando muy compleja y llena de conflictos que dividen a las comunidades por razones de poder, racismo y control de los abundantes recursos del país.
Los procesos de paz tendrán impacto social si están visiblemente defendidos por todos: por la sociedad civil, por lo líderes religiosos, políticos y por los militares.
En este sentido la reciente visita a Sudan del Sur de tres dirigentes religiosos de nivel mundial como son: el papa Francisco, Justin Welby y Him Wallace, ha sido una contribución extraordinaria para fortalecer el laborioso proceso de reconciliación de los pueblos de esta región.
El presidente de Sudán del Sur, Salva Kiir, firmó un acuerdo de paz en 2018 con los partidos de la oposición, incluido el de su antiguo enemigo Riek Machar. Acordaron formar un gobierno de unidad en 2020 y desde entonces han tratado de proyectar una imagen de reconciliación. Pero el proceso de transición se ha centrado en compartir el poder político y económico, más que en el bien común de las comunidades locales.
Buscando aliviar las fuertes tensiones existentes, las organizaciones de consolidación de la paz, a menudo se enfocan en organizar conferencias de paz intercomunitarias y diálogos en áreas locales. Estos esfuerzos son útiles si son sostenidos e incluyen verdaderos agentes de poder.
En el estado de Jonglei, cientos de personas han muerto en enfrentamientos entre las milicias bor dinka, luo, nuer y murle, mientras que los jóvenes nuer y shilluk han protagonizado enfrentamientos recientes en el Alto Nilo.
Dong, quien ahora es el jefe de la iglesia presbiteriana en Sudán del Sur, dijo que existe una fuerte presión sobre las ONGs para satisfacer las demandas de los donantes, en lugar de buscar primero el bien de las comunidades. Existe una «comercialización de la paz».
Incluso los conflictos por el ganado suelen estar vinculados a generales y políticos. Muchos son de comunidades de pastores y han acumulado vastos rebaños a lo largo de los años que buscan expandir.
Los intereses de las élites complican los esfuerzos locales de consolidación de la paz, que, según algunos, tratan los síntomas de la violencia en lugar de los problemas institucionales que la crean. Por ejemplo, mientras que las comunidades pueden ponerse de acuerdo para detener un conflicto, las élites de país pueden tener otras prioridades.
“Es muy difícil lograr la paz, porque los políticos de alto nivel quieren tener el control [sobre las comunidades]”, dijo Jackcilia Salathiel Ebere, coordinadora nacional de mujeres en el Consejo de Iglesias de Sudán del Sur, un grupo paraguas ecuménico
Si los líderes nacionales y los donantes impulsaran las economías locales, podrían evitar que los jóvenes participen en actividades violentas comunes, como robar ganado de las comunidades vecinas.
Ebere señala que para que los esfuerzos locales por un progreso integral y por la consolidación de la paz funcionen, las mujeres deben desempeñar un papel central.
Las intervenciones de consolidación de la paz también deben involucrarse con las instituciones y rituales que las comunidades usan tradicionalmente para manejar y resolver conflictos, dijo Gabriel Gai Riam, autor y director de una ONG local.
Dong, quien preside un grupo de trabajo de justicia transicional, argumentó que en áreas como la compensación es necesario incluir diferentes formas de reparaciones y la conmemoración de las víctimas en espacios públicos que podrían proporcionar formas alternativas de reparación.
Dos años de movilización y sensibilización, en los que participaron tanto Duany como Dong, terminaron con una conferencia en la aldea de Wunlit. Asistieron miles y se adoptaron resoluciones, desde devolver a sus comunidades a mujeres y niños secuestrados hasta el cese de los robos de ganado.
Todavía se habla de Wunlit hoy en día como un ejemplo de paciente construcción de paz de abajo hacia arriba. Según Duany, el uso de los rituales dinka y nuer fue clave, al igual que el papel de la mujer. También se hicieron grandes esfuerzos para conseguir la aceptación de los líderes rebeldes.
Todo proceso de reconciliación, justa compensación, integración social y colaboración de toda la sociedad en la promoción de un desarrollo sostenible es complejo, exigente y dura mucho tiempo, pero es el único camino hacia la paz, la cooperación de todos y la calidad de vida de la sociedad.
CIDAF-UCM