¿El azar o el asno de Buridán?

8/04/2009 | Opinión

¿Han leído la historia del trabajador de la construcción que encontró una nevera portátil enterrada bajo la obra de construcción de Edenvale, Suráfrica? El trabajador llamó inmediatamente a la policía que, tras la investigación, descubrió que la neverita contenía un millón y medio de rands [unos 200.000 euros] en billetes pequeños y no marcados. Hasta ahora la historia suena como una historia de hadas en la que se ve inmerso un hombre trabajador y honesto que hizo lo correcto. Eso, si ignoramos el hecho de que el dinero puede o no haberse evaporado en el aire. Así es sencillamente como funcionan nuestras agencias de orden público, supongo.

Pero siento curiosidad sobre las pautas de pensamiento que empleó este hombre. No llegó a abrir la nevera y por tanto nunca supo que había un millón y medio de dinero en efectivo dentro, cuando llamó a la policía. No. Él sospechó que había una bomba dentro. Desde que leí esta historia por primera vez, me he estado estrujando el cerebro intentando comprender como uno pasa de “nevera portátil enterrada bajo tierra” a “bomba”. Si esta historia hubiera tenido lugar en Sri Lanka o Irak, podría entenderlo. Pero esto es Suráfrica en 2009, y el 90 % de los Boeremag, [La Fuerza Boer, un grupo terrorista de ultraderecha surafricanos] están entre rejas. Además, ¿Quién iba a querer plantar una bomba tan profunda en las entrañas de la tierra bajo una obra?

Mi conclusión es que el pensamiento de “bomba” fue un pensamiento completamente al azar. Un pensamiento que tiene tanto sentido como gritar “placa de Petri” cuando alguien te dice “tanga” durante un test de asociación de palabras. Entendería que alguien sospechase que hubiera un alijo de contrabando de alcohol en la nevera. Diablos, incluso comprendería que alguien pensase que es una nevera llena de restos humanos. Eso es congruente con la realidad de nuestra nación. Pero ¿una bomba?

Esta historia ha despertado dentro de mí una teoría que he estado investigando en mi tiempo libre. Hoy, les voy a deslumbrar con ella. Yo la llamo la teoría del “azar de pensamiento o el anti asno de Buridán”. Ustedes me dirán cuál de las dos teorías tiene más sentido, basándose en sus propias observaciones subjetivas. No se preocupen, ya he alertado al comité del premio Nobel correspondiente que eche un vistazo a esto.

La versión resumida de mi teoría es algo así, “No hay un modelo de causa – efecto reconocible que informe de la mayoría de los comportamientos humanos”. Eso es correcto, creo que la mayor parte de los comportamientos humanos se fundamentan en una serie de pensamientos al azar que no siguen una secuencia lógica.

Jean Buridán fue un asno francés que formuló una hipótesis sobre que los seres humanos que se encuentran entre la espada y la pared, tenderán a gravitar hacia un estado de parálisis, mientras que contemplan los pros y contras racionales de la elección que tienen ante sí. En otras palabras, la gente tiene tal presión por la necesidad de racionalizar sus acciones que prefiere no moverse de donde está. En una palabra, es tontorrona.

Para quitarme de encima a los cretinos filósofos, sí, sé que he “mezclado” los pensamientos de Buridán de alguna manera. Y sí, también sé que no era en realidad el creador de estas ideas, que hay una escuela de pensamiento llamada determinismo, y que Buridán era sólo uno de los proponentes. Pero ninguna de las otras dudas deterministas tiene una frase tan chula como la del asno de Buridán asociada a ellas, así que me decidí por hablar de su asno francés. Ok, ¿Quién tiene razón entre Buridán y compañía y yo? ¿Necesita la gente racionalizar sus acciones generalmente? O ¿la mayor parte del comportamiento humano está fundado en un obvio azar? Yo creo que soy yo el que tiene razón.

La mayor parte de la gente que cree que los seres humanos son seres racionales, generalmente, ellos mismos son seres racionales. Pertenecen a ese escaso 10 % de cualquier población que sabe contar. Y tienden a formar parte del grupo de comentaristas sociales en cualquier población. Creo que asumir que el ser humano es racional por lo general, porque tú mismo eres racional es el colmo de la falsa ilusión. Es un abuso del principio de Pareto.

Ayer, iba conduciendo en una fila en la que había un hombre con un Ford Bantam surafricano. Iba ocupadísimo pelando una naranja mientras conducía. Ignorando cualquier otra opción que pudiera tener en cuenta con respecto a las cáscaras de la naranja, iba tirándolas por la ventana de una en una. Bajé mi propia ventanilla y le lancé una mirada fría y dura para decirle “eh, tío, ¡estás tirando basura a la calle!”. Él me devolvió una mirada vacía de “¿tengo un trozo de espinacas entre los dientes?”. Entonces me di cuenta; este hombre no tiene absolutamente ninguna razón para tiras cáscaras de naranja por la ventana más que… bueno, que está tirando cáscaras de naranja por la ventana. No lo está haciendo de manera consciente ni ha tomado una opción. No hay ninguna causa efecto que aplicar. Cuando alguien ensucia conscientemente, tienden a echar un ojo a un lado y a otro, para ver quién lo está presenciando. O te miran desafiantes, si son desviados sociales. Este hombre no. Él no era consciente de sus actos o de su significado. Era un acto completamente al azar.

No me digan que soy el único que conduce al azar por nuestras carreteras. Estas en el carril de la derecha en la autopista. Te aproximas a un solitario vehículo que va por el carril de la izquierda, arrastrándose a 80 kilómetros por hora. No hay más coches en la carretera en un radio de 20 metros a tu alrededor y del lento. Cuando estás a menos de 10 metros del otro vehículo, gira bruscamente hacia la vía rápida sin ningún tipo de aviso, haciendo que tú tengas que clavar los frenos y girar bruscamente para ponerte en el carril izquierdo y evitar una colisión. Tienes una muy buena vista de la carretera. No hay ni un ratón cruzando la carretera. No hay baches. Sólo el liso asfalto de la N3. Mientras le adelantas por el carril de la izquierda, ves bien al conductor. No tiene ni idea de tu presencia. De hecho, está silbando alegremente. Este cambio de carriles fue un acto completamente al azar. Algunas dendritas arbitrariamente disparan un impulso eléctrico al azar y este hombre decidió probar el carril de la derecha. Aleatoriamente.

Cuando he probado mi teoría de aleatoriedad en algunos amigos y he utilizado el ejemplo de antes, me han replicado, “no hombre, no era más que una persona despistada”. Gracias por dar el argumento por mí. ¡Eso es precisamente lo que quiero decir! La mayoría de la gente está despistada. Hay una ausencia de pensamientos que dirige sus acciones. Una ausencia de cualquier base lógica. La presencia de la casualidad.

Puedo seguir infinitamente. Como el ejemplo que me dio un grupo de compañeros de escuela de Wozanazo, la escuela primaria de la ciudad de Mpumalanga, en Hammarsdale circa 1983. Este trío de lumbreras decidieron librarse del primer día del curso, utilizar el dinero de los honorarios de su escuela para una clásica braai [barbacoa en afrikáner] en un desfiladero de detrás de la escuela y decir que un matón del barrio les robó el dinero. Y su historia habría funcionado. Se hubieran salido con la suya. Excepto, por supuesto, por un problema: la casualidad.

Después de comprar su carne, su chakalaka, pan y varias botellas de bebidas, les quedó todavía algo de dinero. Se podrían haber comprado golosinas, patatas Simba, demonios, incluso cigarrillos para completar su agradable experiencia. No. Estos tipos fueron a la ferretería, se compraron un bote de pintura roja y escribieron estas palabras: “AQUÍ ES DÓNDE HICIMOS NUESTRA BRAAI. FIRMADO, DANIEL, MESHACK Y ABEDNIGO”. (O cualesquiera que fueran los nombres bíblicos a que respondían) en enormes letras mayúsculas en las rocas, completado con la fecha.

Pregunta: ¿Cómo se pasa de los ingredientes de una braai a una lata de pintura?

Respuesta: Casualidad.

No sé cuánto tiempo dura una pintura normal en una roca. Espero que no comprasen “Plascon Wall & All”, porque si su anuncio sobre que dura y dura y dura es cierto, puede que las letras todavía estén ahí, en el desfiladero justo de detrás de la parada de taxis de KwaMadlokovu. Cuando mi teoría del azar de pensamiento me permita ganar ese preciado premio Nobel, haré una petición al gobierno para declarar ese muro de roca un santuario al azar.

Tengo razones para pensar que la administración que va a entrar nueva considerará favorablemente mi petición. No es más que un presentimiento al azar.

Ndumiso Ngcobo

Publicado en la sección Thought Leader, del diario “Mail & Guardian”, de Suráfrica, el 31 de marzo de 2009.

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