
El acuerdo de paz entre la República Democrática del Congo (RDC) y Ruanda, mediado por Estados Unidos y firmado en Washington, ha generado reacciones encontradas. Si bien la Casa Blanca lo celebra como un triunfo diplomático, expertos y activistas expresan serias preocupaciones. El acuerdo, que prioriza la neutralización de las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR), omite al grupo rebelde M23, principal actor del conflicto actual. Esta omisión, junto con la concesión de acceso a minerales críticos congoleños a cambio de seguridad para Estados Unidos, ha desatado críticas.
El M23, que este año ha logrado avances significativos, tomando el control de Goma y Bukavu, capitales respectivamente de Kivu Norte y Kivu Sur, un terreno rico en recursos naturales, no está incluido en el acuerdo, que se centra en las relaciones entre Ruanda y la RDC, según declaraciones de comentaristas políticos ruandeses. Mientras que se promueven esfuerzos de mediación independientes en Qatar para abordar el conflicto con el M23, expertos como Michael Odhiambo de Eirene International advierten que el acuerdo podría fortalecer la posición del M23 debido a su control territorial y recursos económicos. Odhiambo afirma que el acuerdo podría impactar negativamente a las FDLR, pero que la neutralización de este grupo representa un desafío significativo para la RDC.
La concesión de acceso a minerales congoleños a Estados Unidos ha sido comparada con la Conferencia de Berlín de 1884, donde las potencias europeas se repartieron África. Críticos como el premio Nobel congoleño Denis Mukwege califican el acuerdo como una «rendición escandalosa de soberanía», mientras que otros analistas advierten sobre la subestimación de las complejidades del mercado congoleño y la presencia de China en el sector minero. La falta de rendición de cuentas por violaciones de derechos humanos también es una preocupación importante.
La ausencia del M23 en las negociaciones genera incertidumbre sobre la efectividad del acuerdo para lograr una paz duradera. El expresidente Joseph Kabila ha calificado el acuerdo como «nada más que un acuerdo comercial«, reflejando el escepticismo generalizado sobre el impacto real del acuerdo en la vida de los congoleños. La situación sobre el terreno y el futuro del acuerdo permanecen inciertos, con el temor de que la explotación de recursos minerales prevalezca sobre las necesidades de la población congoleña.
Fuente: AlJazeera – BBC – African News
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