Egipto se pone nervioso

20/03/2018 | Opinión

Tres días antes de que se celebrara, y a petición de Etiopía, Sudán decidió aplazar la reunión de los representantes de Egipto, Sudan y Etiopía que iba a tener lugar en Jartum el 24 y 25 de febrero. Iban a participar en ella los respectivos ministros de Exteriores, los de Recursos Hidráulicos, y, dato que apunta a lo complicado de la situación, los directores de los servicios de inteligencia de los tres países. Se trataba de llegar a un acuerdo sobre la modalidad y plazos de la puesta en marcha de la Grand Ethiopian Renaissance Dam (GERD), la presa que Etiopía está construyendo en el Nilo Azul, en la región de Benishangul-Gumuz, a unos 15 km al Este de la frontera con Sudán. En Jartum se juntan el Nilo Azul (que nace en Etiopía, en el lago Tana) y el Nilo Blanco (que parte del lago Victoria, Uganda). Pero es el primero el que más aporta al gran Nilo, entre el 60 y el 80% del caudal según los expertos. De ahí la importancia del acuerdo que tienen que alcanzar los tres países más implicados para que, al retener el agua que llenará la presa etíope, no sufran indebidamente los otros dos países, en particular Egipto. No habrá problemas, -dicen los etíopes-, cuando el GERD se haya llenado (de 5 a 15 años, según la cantidad de agua retenida). Pero entre tanto, unos años de “sequía”, aunque controlada, especialmente ahora que la pluviosidad parece disminuir, podrían transformar dramáticamente, y puede que definitivamente, la cuenca egipcia del Nilo.

nilo-mapa.pngLa primera presa del Nilo, la Aswan Low Dam, a unos 700km (en línea recta) de El Cairo, la terminaron de construir los británicos en 1902. Fue en sus tiempos la más importante presa del mundo. Pero aunque fue realzada en 1912 y 1933, no pudo responder a las necesidades crecientes de irrigación. De ahí la construcción de la Aswan High Dam, 6km río arriba. Inaugurada en 1970, tardó 7 años en llenarse. Además de irrigar unos 33.000km2, sus 12 generadores pueden llegar a producir 2.1 gigawatios de electricidad (2.800.000hp). Por su parte Sudán puso en marcha en 2009 la Merowe Dam, a unos 350km al norte de Jartum. Alta de 67m y con una largura de 9km, sus generadores pueden producir 1.2 gigawatios (1.680.000hp). En Etiopía, en declaraciones a Xinhua, la agencia china de noticias, Hailu Abraham, encargado de relaciones públicas del Consejo Nacional Etíope que coordina la construcción y la participación popular en la GERD, anunció que con un 64% del proyecto terminado, ya se han instalado dos turbinas y pronto comenzarán las pruebas de funcionamiento. Una vez completada, la GERD, que habrá costado $4.700 millones, producirá 6,4 gigawatios, y los etíopes sueñan con exportar electricidad hasta al mismo Marruecos. Pero tienen que decidir primero los tiempos (entre 5 y 15 años) y modalidades con las que los 74.000 millones de metros cúbicos de agua previstos llenarán el embalse. Y los egipcios se están poniendo nerviosos.

Un informe de 2007 del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de Naciones Unidas preveía para 2030 un incremento mínimo de 2.5o de las temperaturas en África con el correspondiente aumento de zonas desérticas y áridas. Al mismo tiempo el Instituto Internacional para el Control del Agua (IWMI) con sede en Sri Lanka calcula que también en 2030 el aumento de la población y de los niveles de vida en todo el mundo requerirá un 25% más de agua. En ese contexto, al terminarse la construcción de la presa etíope, la cuestión del agua se hace para los egipcios todavía más urgente. Expertos de la Universidad de El Cairo han calculado que llenar el GERD en seis años supondría para Egipto perder el 17% de su terreno cultivable. Estudios encargados por el gobierno indican que cada mil millones de metros cúbicos menos de agua causarían la pérdida de 81.000 hectáreas de cultivos y afectarían a un millón de personas. Sin embargo otros estudios indican que el impacto sería mínimo a condición de que Egipto y Etiopía armonizaran los flujos de relleno de la GERD y de salida del Lago Nasser, el embalse de la presa de Aswan. ¿Posible?

La posición de Egipto se basa en un acuerdo de 1959, durante el período colonial, por el que Egipto y Sudán (Etiopía no entraba en el acuerdo) compartirían las aguas del Nilo. El documento, firmado pero no ratificado, sirvió de base para las negociaciones de 2010 entre los diez países ribereños del Nilo. Pero Etiopía no se siente obligada por los resultados de dichas negociaciones. En marzo de 2015, Abdel-Fattah al-Sisi, que había depuesto a Morsi, firmó una declaración con el entonces primer ministro de Etiopía Hailemariam Desalegn y el presidente sudanés Omar al Bashir comprometiéndose a tener en cuenta los estudios encargados a dos empresas francesas sobre el impacto del proyecto y las posibles soluciones. Debido sobre todo a las susceptibilidades de los implicados, aún no se ha completado dicho estudio. Y es que el problema del Nilo se ha hecho altamente político.

“La actitud egipcia solía ser ‘es nuestro río, y que no lo toque nadie’. Pero ahora resulta que ya no es Egipto quien domina en el Nilo, sino Etiopía”, dijo hace poco Salman Salman, experto sudanés en hidrología. Sudán cree que saldrá beneficiado con el GERD porque aumentará su capacidad de irrigación y podrá comprar electricidad. Por ello tiende a posicionarse con Etiopía, y Egipto acusa a Sudán de echarse atrás y no tener en cuenta las negociaciones de 1950 y 2010. Sudán a su vez reclama el Triángulo de Hala’ib, 20.000km2 en la costa del mar Rojo, ahora en manos egipcias. Egipto, aliado de Arabia Saudita, teme la creciente cooperación de Sudán con Qatar y Turquía. También Etiopía ha mejorado sus relaciones con Qatar con la visita oficial de Hailemariam Desalegn a Doha en noviembre de 2017, y los diversos acuerdos firmados por los ministros de Exteriores, Finanzas y Cooperación de ambos países. Sólo que, para complicar aún más la situación, el primer ministro etíope, Hailemariam Desalegn, dimitió inesperadamente el pasado mes de febrero tras afrontar en su país una serie de protestas económicas y tribales.

A pesar de todo, este jueves 15 de marzo, el periódico sudanés Sudan Tribune afirmaba que Sudán presidirá los días 4-5 de abril una reunión tripartita (Egipto, Etiopía y Sudan) sobre la cuestión del GERD, y que los participantes se han comprometido a garantizar soluciones para todos. ¡Ojalá!

Ramón Echeverría

[Fundación Sur]


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Autor

  • Investigador del CIDAF-UCM. A José Ramón siempre le han atraído el mestizaje, la alteridad, la periferia, la lejanía… Un poco las tiene en la sangre. Nacido en Pamplona en 1942, su madre era montañesa de Ochagavía. Su padre en cambio, aunque proveniente de Adiós, nació en Chillán, en Chile, donde el abuelo, emigrante, se había casado con una chica hija de irlandés y de india mapuche. A los cuatro años ingresó en el colegio de los Escolapios de Pamplona. Al terminar el bachiller entró en el seminario diocesano donde cursó filosofía, en una época en la que allí florecía el espíritu misionero. De sus compañeros de seminario, dos se fueron misioneros de Burgos, otros dos entraron en la HOCSA para América Latina, uno marchó como capellán de emigrantes a Alemania y cuatro, entre ellos José Ramón, entraron en los Padres Blancos. De los Padres Blancos, según dice Ramón, lo que más le atraía eran su especialización africana y el que trabajasen siempre en equipos internacionales.

    Ha pasado 15 años en África Oriental, enseñando y colaborando con las iglesias locales. De esa época data el trabajo del que más orgulloso se siente, un pequeño texto de 25 páginas en swahili, “Miwani ya kusomea Biblia”, traducido más tarde al francés y al castellano, “Gafas con las que leer la Biblia”.

    Entre 1986 y 1992 dirigió el Centro de Información y documentación Africana (CIDAF), actual Fundación Sur, Haciendo de obligación devoción, aprovechó para viajar por África, dando charlas, cursos de Biblia y ejercicios espirituales, pero sobre todo asimilando el hecho innegable de que África son muchas “Áfricas”… Una vez terminada su estancia en Madrid, vivió en Túnez y en el Magreb hasta julio del 2015. “Como somos pocos”, dice José Ramón, “nos toca llevar varios sombreros”. Dirigió el Institut de Belles Lettres Arabes (IBLA), fue vicario general durante 11 años, y párroco casi todo el tiempo. El mestizaje como esperanza de futuro y la intimidad de una comunidad cristiana minoritaria son las mejores impresiones de esa época.

    Es colaboradorm de “Villa Teresita”, en Pamplona, dando clases de castellano a un grupo de africanas y participa en el programa de formación de "Capuchinos Pamplona".

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