Existe un clamor popular, cada día más extenso, para construir juntos una sociedad cada día más humana y acogedora.
Por un lado, están los dictadores con poderosos ejércitos militares, los grupos armados radicalizados, en los extremistas en ámbitos políticos, culturales y religiosos, que causan sufrimiento y desplazamiento de millones de personas, y además provocan confrontación social, división y exclusión de las personas diferentes.
Por el otro lado, nos encontramos con la mayoría de la sociedad, que busca y trabaja por una sociedad más justa, pacífica, diversa y acogedora. Esta segunda visión de una humanidad más pacífica y solidaria, la encontramos hoy en múltiples proyectos de carácter, político, cultural, económico y religioso, para promover leyes de acogida de los inmigrantes, que sean más humanas y justas.
Contamos hoy con un importante número de personas que, aunque lleven mucho tiempo en nuestro país, y en otros países del hemisferio norte, no pueden acceder a los documentos que acrediten su legalidad y derechos humanos.
Por eso un creciente número de grupos culturales, políticos y religiosos, consideran que el proceso de regularización extraordinaria, para aquellos grupos que no pueden regularizarse por las vías ordinarias, que ofrece nuestra normativa de extranjería, es algo positivo, urgente y cuenta con un gran apoyo social.
Durante estos días se tramita de forma definitiva, esta iniciativa que fue apoyada y aprobada por el parlamento.
Además, es urgente, realizar un acuerdo nacional, europeo y global para regular y planificar de forma consensuada la migración ordenada y legal de todas las personas que busquen un trabajo y forma de vida más pacífica y digna.
La necesidad de inmigrantes es evidente en todos los países del hemisferio norte, para el momento actual y para el futuro. El enriquecimiento mutuo, humano y cultural es de un valor incalculable para la convivencia de todos nuestros pueblos, en este mundo globalizado.
Creo que semejante acuerdo nacional, europeo y global para regular la migración de forma digna y justa no llegará de nuestros gobernantes, como lo delatan sus políticas erráticas y miopes en materia de acogida de inmigrantes, sino que nacerá de cada sociedad concienciada y comprometida para exigir a nuestros gobernantes una política más justa, ética y humana para la acogida e integración de las personas inmigrantes, en nuestras sociedades con mayor estabilidad y bienestar social.
Ganamos lo que compartimos. Que estas fiestas y celebraciones de Navidad y Año Nuevo nos inspiren y fortalezcan para seguir siendo más solidarios con tantas familias y personas vulnerables, como son los inmigrantes que siguen llegando a nuestra tierra.
FELICES NAVIDADES Y AÑO NUEVO, desde el CIDAF-UCM.