Discurso del presidente de la República Democrática del Congo, Joseph Kabila sobre el estado de la Nación ante diputados y senadores

21/12/2012 | Crónicas y reportajes

Me presento ante ustedes, como lo hago habitualmente, para presentarles el estado de la Nación. Me hubiera gustado prestarme a ese ejercicio en un ambiente de paz y seguridad sobre el conjunto del territorio para pasar revista a las actividades llevadas a cabo en todos los sectores de la vida nacional.

Desdichadamente, nuestro país atraviesa por momentos difíciles. Una vez más, nos es impuesta una guerra injusta. Ya se ha dicho todo sobre esta guerra de agresión por parte de Ruanda. Se han suministrado pruebas (al respecto) suficientemente documentadas, tanto por nuestros servicios especializados como por diferentes informes de las Naciones Unidas.

No obstante, estén ustedes tranquilos. La República Democrática del Congo se va a reponer y nuestro programa de reconstrucción nacional y de modernización va a proseguir.

Dada la situación de nuestro país, estarán ustedes de acuerdo conmigo en que centre lo esencial de mi discurso en la situación de seguridad y humanitaria actual en la provincia del Kivu Norte. En efecto, en mi mente, en cuanto una parte del territorio nacional se encuentra en peligro, es toda la República la que está concernida e interpelada; todo su desarrollo es el que está hipotecado; ya que sin paz y sin seguridad, cualquier esfuerzo de desarrollo no es sino ilusorio. Por todo ello, desearía hablarles en primer lugar sobre la situación (de esta zona del territorio). Luego les expondré los esfuerzos emprendidos así como las pistas de solución a corto, medio y largo plazo para poner fin a dicha situación.

Desde finales de marzo de 2012, elementos a sueldo de intereses extranjeros han sembrado desconcierto y desolación en Kivu Norte. Se trató en principio de un motín, justificado por alegaciones según las cuales el Gobierno de la República no aplicaba el Acuerdo de Paz del 23 de marzo de 2009; acuerdo firmado entre el Gobierno y una treintena de grupos armados. Hoy, el acuerdo no es contestado más que por un solo de esos grupos y, de hecho, por algunos de entre sus elementos. Este amotinamiento se ha transformado posteriormente en rebelión, con motivaciones fluctuantes y elásticas, que han ido variando en función de las alianzas y circunstancias.

La estrategia empleada es simple: suscitar focos de tensión, provocar la inseguridad en diversos lugares de la República; desincentivar las inversiones, impedir la puesta en marcha del programa de reconstrucción nacional. En definitiva, crear el caos y justificar la balcanización de nuestro país.

En el momento en que les hablo, cerca de un millón de nuestros compatriotas del Kivu Norte viven la pesadilla de una guerra que nosotros no hemos provocado ni directa ni indirectamente. Una guerra, cuyos estrategas y mandos son tan inasibles como pueden serlo sus profundas motivaciones, temas tabu, porque son inconfesables. Empujados a errar, víctimas de actos de terrorismo y de exacciones propias de otras épocas, nuestros compatriotas de los territorios de Rutshuru y Nyiragongo se encuentran privados de los derechos más elementales reconocidos a toda persona humana: asesinatos, violaciones, secuestros, detenciones arbitrarias, reclutamiento forzado de niños menos, pillaje sistemático de bienes privados y públicos, son perpetrados a gran escala.

Heridos en lo más profundo de nuestro ser, expresamos a estos afligidos compatriotas nuestra compasión fraterna. Nos inclinamos ante la memoria de todos aquellos que han encontrado la muerte como consecuencia de esta guerra. Al mismo tiempo, rendimos un merecido homenaje a los valientes soldados, cabos, oficiales, así como a los elementos de la Policía Nacional y de los servicios de seguridad, que han combatido con bravura, algunos de los cuales han caído en el campo del honor. En memoria de todos ellos, les invito a guardar un minuto de silencio. Muchas gracias.

Por mucho que desagrade a los profetas de desgracias que proyectan el desmembramiento de nuestro país, la República Democrática del Congo es y seguirá siendo siempre un Estado de derecho, independiente, soberano, unido e indivisibles. Es cierto que hace poco hemos perdido una batalla. Pero, como sucede en la vida de un hombre, el fracaso en la existencia de una nación no es una fatalidad. Lo más importante es rehacerse y dotarse de los medios para proyectarse positivamente hacia el futuro.

Así pues, preparémonos para defender nuestra madre patria hasta el sacrificio supremo. Quiere esto decir que no escatimaremos esfuerzo alguno para reconquistar los territorios ocupados. Nada, ningún sufrimiento, ninguna privación, ninguna adversidad hará flaquear nuestra determinación en la defensa de la integridad territorial, en la preservación de la unidad y de la cohesión nacionales.

Para poner fin a esta nueva guerra, nos hemos desplegado desde el comienzo en tres frentes: diplomático, político y militar.

En el plano diplomático, la guerra en Kivu Norte y la situación humanitaria que ella ha engendrado han justificado concretamente la convocatoria en siete meses de cinco Cumbres extraordinarias de la Conferencia Internacional sobre la Región de los Grandes Lagos (GIRGL); dos Cumbres de la SADC, un Foro de Alto Nivel que ha reunido a 24 entidades, Estados y organizaciones, a iniciativa del Secretario General de las Naciones Unidas; un encuentro tripartito RDC – Ruanda – USA-; dos resoluciones del Consejo de Seguridad y tres declaraciones de su Presidente. Gracias a esta ofensiva diplomática, los Estados de la Región de los Grandes Lagos han identificado oficialmente y unánimemente las fuerzas negativas que operan en la región. A la vista de la degradación de la situación y a la erosión de la confianza entre nuestro país y Ruanda, se ha decidido la intervención de una Fuerza Internacional Neutra para la región con la misión por un lado de vigilar la frontera de nuestro país con Ruanda y Uganda y por otro de erradicar las fuerzas negativas. Respecto de esta fuerza, nuestro país ya ha cumplido con sus compromisos. Por su lado la SADC, con el objetivo de apoyar decididamente los esfuerzos del gobierno y de la Región, ha decidido participar directamente en la concreción de la Fuerza Neutra poniendo a su disposición sus medios. En lo que respecta a la MONUSCO, a pesar de algunas realizaciones indiscutibles, como la reunificación del país y el acompañamiento en el proceso democrático, resulta forzoso constatar que la crisis actual ha dado pruebas una vez más de los límites de su acción. De ahí, la profunda frustración del Gobierno y de la población congoleña. En los inicios, fuerza de observación, luego de mantenimiento de la paz con misión de protección de la población, sus resultados siguen siendo hasta ahora mediocres. Por eso, a la vez que proseguimos nuestra colaboración con las Naciones Unidas, hemos exigido una redefinición de su mandato para adaptarlo a las realidades del terreno. Esperamos que las discusiones en curso en el Consejo de Seguridad culminen en un reforzamiento del mandato.

En el plano político, a la búsqueda de una solución de este conflicto armado, el Gobierno ha aceptado encontrarse con los que han complotado y agredido la RDC a fin de vaciarles de pretextos de desestabilización. Se ha desplazado a Kampala una delegación representativa de las instituciones de nuestro país y de la sociedad civil y los intercambios han comenzado el día 10 de diciembre. La verdad sobre este movimiento, sobre sus dirigentes, sobre sus motivaciones y proyectos es bien conocida por todos, en nuestro país, en la Región y en el resto del mundo. Tengo interés en precisar que las conversaciones de Kampala tengan como objeto clarificar lo que está en juego y situar las responsabilidades en esta guerra.

El tercer frente es aquel en el que están comprometidas nuestras Fuerzas Armadas (FARDC). Evidentemente proseguimos nuestros esfuerzos diplomáticos y políticos. Pero, tras todas las experiencias vividas, cómo no constatar que la actitud y actuaciones de quienes nos hacen la guerra de modo recurrente no hacen sino probar que sólo un ejército republicano fuerte permitirá que mantengamos nuestra dignidad y salvaguardemos la integridad territorial de nuestro país. En adelante, más allá de nuestras acciones a favor del desarrollo, nuestra prioridad será la defensa de la patria. La defensa y nada más que la defensa con un ejército disuasivo. Un ejército nacional, apolítico y profesional. En definitiva, un ejército que garantice la seguridad de nuestro pueblo en toda su diversidad; un ejército del que nuestro pueblo se sienta orgulloso y al que apoyará siempre y en cualquier circunstancia. En esta perspectiva, vamos a proseguir aceleradamente el reforzamiento de las capacidades de nuestras fuerzas armadas. Todas las leyes relativas a la reforma de las fuerzas armadas, así como sus medidas de aplicación, deberán ser observadas escrupulosamente.

Lanzo un llamamiento a la Nación entera para que la defensa nacional sea considerada en adelante como algo propio. Pido a cada uno de entre nosotros que en su esfera de acción e influencia sensibilice a nuestra juventud para que se enrole masivamente en nuestras fuerzas de defensa y seguridad, a fin de que se conviertan en un muro infranqueable en la defensa de la patria.

En estos tres frentes, diplomático, político y militar, van a proseguir nuestros esfuerzos sin descanso hasta la victoria y hasta conseguir una paz definitiva y duradera para nosotros y para toda la Región.

La gravedad de la situación en que se encuentra nuestro país no debe distraer nuestra atención y nuestras energías en la búsqueda de un Congo más radiante. Ciertamente, el año transcurrido ha sido difícil, pero nos ha permitido realizar avances incontestables. En el plano político diversas acciones se han centrado en el reforzamiento de nuestra joven democracia y en la consolidación del Estado de derecho. Las últimas elecciones de Gobernadores en el Bas-Congo, Provincia Oriental y Kasaï Occidental han demostrado la vivacidad de nuestro sistema político, en el que todas las libertades tienen cabida y las contradicciones son aceptadas. La reforma de la Comisión Electoral Nacional Independiente, objeto de un amplio debate, está en curso. La descentralización prosigue. Importantes etapas han sido cubiertas, como el traspaso de algunas competencias a las instancias provinciales. El Parlamento está examinando los proyectos de ley relativos a los límites de las provincias y de la Ciudad de Kinshasa, así como las modalidades de instalación de nuevas provincias.

No obstante, desearía atraer la atención de sus señorías sobre algunas prácticas que se dan en nuestras Asambleas.

Si bien es cierto que lo que caracteriza a la democracia es el debate, las actuaciones de algunos responsables no auguran el ejercicio del un buen gobierno. El debate político debe producirse en el respeto de las reglas de la decencia, de la cortesía y con sentido de la responsabilidad. El hombre de Estado, atento a los intereses de la Nación, no debería confundirse con el político que sólo piensa y privilegia sus propios cálculos. En este periodo de guerra, es indispensable la movilización de todos. No caigamos en la trampa de la estigmatización, sea cual sea, étnica o comunitaria, regional o política. No hay una República de la Mayoría y otra de la Oposición. Solo hay una República: La República Democrática del Congo.

En el impulso por la consolidación del Estado democrático, han sido llevadas a cabo diversas iniciativas y actuaciones. El Parlamento acaba de votar la ley relativa a la creación de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Se ha adoptado un proyecto de ley sobre la igualdad Hombre-Mujer. Nuestro país ha acogido dignamente, organizado y dirigido la cumbre de la Francofonía. Las reformas económicas han dado resultados estimulantes: tasa de crecimiento de 7,2%, de inflación de 3%, moneda nacional estable, reservas importantes. Sin embargo, muchos congoleños se muestran cansados de oír hablar de excedentes presupuestarios y de estabilidad macro-económica, mientras las condiciones de vida de las poblaciones no mejoran en la misma proporción. Se impone creatividad y voluntarismo. La dura realidad es que lo adquirido en estos últimos años no es más que una etapa de un largo camino hacia la plena satisfacción de las expectativas de la gente, sobre todo en términos de empleo y rentas. Debemos, por lo tanto, redoblar los esfuerzos.

En lo que respecta a nuestro programa de reconstrucción nacional y de modernización, estamos decididos a proseguirlo sin descanso. Es la condición indispensable para que nuestro país emerja.

Honorables Presidentes de la Asamblea y del Senado, Honorables Diputados y Senadores, Compatriotas.

Se nos ha impuesto de nuevo una guerra para debilitarnos. Nos incumbe, en tanto que Nación, transformarla en oportunidades: para reafirmar nuestra voluntad de vivir juntos como congoleños, convencidos de estar unidos por el destino y unidos deliberadamente en el esfuerzo para construir un país siempre más bello, para preservar nuestra independencia y soberanía; oportunidad par repensar nuestras prioridades y para dedicar nuestras energía en la defensa del territorio nacional y de nuestro recursos; oportunidad para sentar las bases que permitan que nuestro país se convierta en una verdadera potencia, garantía frente a cualquier proyecto diabólico, garantía de la seguridad de todos los congoleños, de sus bienes, de la paz social y de la estabilidad nacional y regional.

Es muy importante que a la salida de esta guerra, por medio de las decisiones que tomemos y las reformas que realicemos, por medio de la demostración de nuestra unidad y voluntad, nuestro mensaje a los enemigos sea claro: cualquier tentativa de agresión será suicida. Para ello, es más que necesaria la cohesión nacional y que olvidemos nuestras divergencias para reencontrarnos en torno a lo que más queremos todos: el Congo. Una cohesión sin condiciones que se realizará en un marco apropiado y abierto a todas las fuerzas políticas y sociales del país. Se adoptará una iniciativa al efecto próximamente y se precisarán las modalidades llegado el momento. Frente a la Nación en peligro se impone la cohesión nacional a todos nosotros: actores políticos, sociedad civil, fuerzas de defensa y de seguridad, fuerzas vivas de la nación. La defensa de nuestro querido país es asunto de todos, del mismo modo que la paz nos concierne a todos.

Estoy convencido de que con la implicación de cada uno de nosotros y con la ayuda de Dios, el desafío será ganado.

Honorables Diputados y Senadores, Compatriotas,

MUCHAS GRACIAS POR SU ATENCIÓN

(Kinshasa, 15 de diciembre de 2012)

Traducido por Ramón Arozarena.

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