Cientos de zambianos se han quedado sin casa después de que su barrio de chabolas en la capital, Lusaka, haya sido destruido para dejar el terreno a un molino de maíz, poniendo de relieve la lucha del país por encontrar un equilibrio entre el crecimiento económico y los derechos de los más pobres.
La economía de Zambia, impulsada por los depósitos más grandes de África de cobre, experimenta un crecimiento ordenado, este año del 7%.
Pero un boom económico siempre genera ganadores y perdedores.
Los habitantes de 100 viviendas en la barriada de Chinika, se convirtieron en perdedores cuando el tribunal ordenó que sus casas fueran derribadas para hacer sitio a la construcción del molino de maíz de una compañía de procesado de alimentos.
“Esta casa fue construida por mi marido, que murió hace 10 años”, dice Sara Mwale, madre de 8 hijos, de 58 años, conteniendo las lágrimas.
Su casa, una construcción de tres habitaciones sin electricidad ni agua corriente, ha sido destruida junto con la mercancía que podrían haber vendido para mantener a la familia.
Como otros muchos en el asentamiento de Chinika, la familia depende de la venta ambulante en las calles de Lusaka, para llegar a fin de mes.
Ahora Sara Mwale y su hijo Lazarus, de 27 años, campan en el lugar, montando guardia sobre los pocos bienes domésticos que han sobrevivido entre los escombros, como CD’s o cinturones de hombre, entre otras cosas.
“Esto no es lo que yo voté, se nos prometió más dinero y una vivienda digna, pero ahora una gente viene incluso a las 2 de la madrugada y comienza a demoler nuestras casas mientras todavía estamos durmiendo”, lamenta Lazarus.
“Esto no está bien y el presidente [Michael] Sata, debería hacer algo al respecto”, añade enfadado.
Durante la última campaña electoral, Sata apeló al deseo de los zambianos de mejorar sus ingresos y tener una vivienda digna.
Ahora, algunos residentes están considerando tomar acciones legales contra las autoridades que en su día votaron.
“Estamos recogiendo dinero entre todos para contratar un abogado, pero por ahora, vamos a construir nuestras estructuras con plásticos”, explicó Lazarus.
Sin embargo, otros residentes se están rindiendo. Joe Bwalya, soltero que vive de la carpintería, dice que ahora tendrá que volver con sus padres, a Kanyama, otro barrio de chabolas de Lusaka. Explica que no soporta seguir durmiendo al aire libre, con el frío, “me iré con mi padre, todo lo que necesito son mis herramientas y podré comenzar una nueva vida”, dice con 21 años.
La ministra de Gobierno Local, Emerine Kabanshi, dice que aunque el gobierno haya prometido vivienda digna a los zambianos, no puede tolerar la anarquía. “queremos orden en las ciudades y no podemos permitir que la gente construya en cualquier parte. ¿Qué clase de país vamos a tener si la gente construye incluso en los canales de las alcantarillas?”.
Según Henry Machina, director ejecutivo de la Alianza de Zambia para la Tierra, esto está lejos de ser un incidente aislado, y es probable que se repita si no hay cambios legales.
“Este país no tiene una política real para la tierra”, dice, “hemos tenido este problema desde hace muchos años y creemos que se va a resolver solo, pero no es el caso”.
“Si tuviéramos una legislación de la tierra, nos diría cómo se administra la tierra, deberíamos poder saber quién da tierra y quién la compra. Pero no de la forma en que se está haciendo, que la tierra puede ser dada incluso por altos miembros del partido político de turno”.
Obert Simwanza
(The Namibian, 15-10-12)