Desde el cielo de Níger, por María Rodríguez

18/05/2015 | Bitácora africana

Hoy me subí por primera vez a un avión después de llegar a Burkina Faso en noviembre para comenzar esta aventura de periodista freelance (independiente). No, no fue para dirigirme a España a la que ya le tengo ganas: una cervecita y una tapa, una semana de playa con la familia, una salida nocturna por las calles de Madrid, aunque solo sea para respirar la ciudad. Y quien sabe si, después, para salir corriendo.

No, el avión lo cogí en Niamey, la capital de Níger, donde me encuentro desde hace más de un mes para volar a otro lugar de este país que se encuentra a más de 1.000 kilómetros de distancia y al que si vas por tierra dicen que hay el riesgo de que te secuestren, que ataquen el autobús o que los militares al verte te hagan volverte a la capital, parece que el único lugar seguro de Níger para los blancos. Las ONGs en Níger no tienen a blancos establecidos fuera de la capital, van por unos días para realizar algo concreto y se vuelven.

El lugar al que vuelo es Diffa. Se trata de la región que en su sur hace frontera con la zona caliente de Nigeria por los ataques de Boko Haram. De hecho, en esa frontera, los militares no llaman Nigeria a lo que hay al otro lado sino BokoHaramia. El poder de la República Federal de Nigeria no llega a este lugar. Boko Haram hace la ley y la ejecuta a su manera.

Son miles los desplazados por los ataques de Boko Haram los que llegaron a esta zona fronteriza de Níger en busca de un refugio. El 6 de febrero Boko Haram atacaría por primera vez en Níger, más concretamente las ciudades de Bosso (más al este, al lado del Lago Chad) y Diffa (donde yo estaré). Las personas que ya habían huido de Nigeria tuvieron que volver a huir, otra vez.

Las medidas de seguridad tomadas por el gobierno parar evitar más ataques de Boko Haram son tan drásticas que están haciendo mella en el día a día de la población. Las cosas se han complicado más si cabe. Y es que Diffa es la región más pobre del país más pobre del mundo.

Cuando subí al avión tenía hambre pero tanto ajetreo en esta pequeña máquina de volar me ha quitado las ganas de echarme algo a la boca. Salimos con más de una hora de retraso. Pero en África uno se acaba acostumbrando a esto –aunque los retrasos de aviones se dan por todo el mundo–. Yo ya casi ni miro el reloj. Antes o después todo acaba viniendo. Y siempre encuentras una persona que te de charla en estos lugares.

Vuelo con el Comité Internacional de la Cruz Roja a quienes agradezco muchísimo el interés por ayudarme a conseguir viajar a la zona para mostrar la realidad de estas personas que viven en la inseguridad en todas sus formas.

Desde el cielo Níger sigue siendo naranja y algunas nubes decoran el paisaje aunque, a medida que avanzamos, una capa de niebla cubre esa tierra a la que tengo tanto aprecio. La hélice que observo desde mi ventana da vueltas y vueltas y vueltas, hasta hacerse casi imperceptible. Dos horas y algo dura el vuelo. No le hice mucho caso a esta información. Llegaremos. “Bienvenidos a bordo”, dijo el copiloto que, a continuación explicó las medidas de seguridad que los que viajamos mucho ya nos sabemos de memoria. Bienvenidos al cielo de Níger.

Original en : Cuentos para Julia

Autor

  • Rodríguez González, María

    "María Rodríguez nació en 1989 en Baza (Granada). Es licenciada en Periodismo por la Universidad de Málaga y realizó el Master en Relaciones Internacionales y Estudios Africanos en la Universidad Autónoma de Madrid. En noviembre de 2014 se marchó a Burkina Faso para comenzar a hacer periodismo freelance y desde entonces recorre los países de África occidental para intentar comprender y acercar esta parte del continente. Autora del blog Cuentos para Julia, donde escribe sobre África, sus experiencias y reflexiones, colabora con varios medios de comunicación como El Mundo, Mundo Negro y El Comercio (Perú), entre otros"

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