Waca Akodésséwa, un suburbio al este de Lomé, no es un mercado como cualquier otro: es el mercado de los fetiches, ocupado principalmente por herboristas, curanderos, brujos y sanadores.
Después de un recorrido por Adidogomé, un barrio de Lomé, solicitamos el servicio de un joven conductor de mototaxi comúnmente conocido como Zémidjan. Destino: Akodésséwa, más concretamente el mercado de los fetiches. Con el atasco del día, tardamos unos quince minutos llegar a nuestro destino.
Descubrimiento
Al llegar por primera vez a este mercado, la estrechez del lugar no refleja, a priori, la magnitud de los «milagros» que allí aparecen. Lo que se descubre es: cabezas de monos, de loros, bocas de cocodrilos, de camaleones, amuletos, estatuas, ranas, tortugas, pieles de reptiles, de antílopes, de leones, cráneos de animales, etc. Por no hablar de los pájaros o serpientes cuidadosamente expuestos al aire libre y al sol, dejando un olor a podrido en el aire.
La clientela de este mercado especializado es completamente diferente a la de los mercados ordinarios. Delante de algunos puestos, los compradores son de ambos sexos. Encontramos incluso algunos turistas europeos. Además de los turistas europeos, el mercado del fetichismo también atrae a los conservadores de los valores africanos. Al ser entrevistados nos cuentan que vienen a este mercado para comprar o consultar a los curanderos sobre remedios para solucionar cualquier tipo de problema.
En este mercado, donde los brujos y curanderos provienen de Benín, hay 15 puestos en total. Los benineses son conocidos por su cercanía al culto vudú.
«Vine de Benín. Mi hermano está enfermo desde hace 3 años. Hemos visitado todos los hospitales. Un amigo de mi padre nos habló del mercado de los fetichistas. Yo nunca había oído hablar de él», nos explica.
Según él, para lo que ha venido con su hermano a Togo a este mercado es para consultar con un sanador de Benín. Y después de dos semanas parece que el hermano ha sufrido una leve mejoría.
Un poco más allá, Léon, de 35 años, está sentado al lado de su padre. En su tenderete vemos cabezas de cocodrilos muertos y otras partes de animales recién llegados.
En este mercado, cuya fama supera las fronteras de Togo, muchas enfermedades encuentran allí su solución, según los que vienen. Las dolencias más simples como el paludismo, la fiebre tifoidea, la disfunción eréctil, la mala suerte, la brujería, el asma, la tuberculosis y los hechizos encuentran rápidamente soluciones con los curanderos de este mercado.
Sentado delante de los cráneos de tortuga, nos acercamos a este sanador para conocer sus propiedades. Inicialmente, Yekpon, el vendedor era reticente. Pero en última instancia, decide desvelarnos algunos secretos. «Todo lo que se expone en las estanterías sirve de ingrediente para la preparación de nuestros productos. Por ejemplo, un caparazón de tortuga bien triturado y combinado con ciertas hierbas y miel puede curar a un paciente con asma crónica».
Nuestro interlocutor nos explica que los que vienen a este mercado, no vienen porque sí. Son gente que tienen una preocupación, una necesidad. Otros vienen a vernos para la reactivación de sus actividades, la promoción en el trabajo. Hay personas que buscan una solución a un problema particular. «Vienen a este mercado, o para encontrar amuletos para protegerse de un hechizo, o para curar una enfermedad”.
Lagarto de doble cola
Un poco más lejos del sanador Lassissi, un hombre de unos cincuenta años, atiende a tres clientes. A continuación vemos a uno de ellos, preguntar por el precio de la cabeza de un lagarto de doble cola. El trato se cierra y el cliente se va. Pero ¿qué va a hacer con la cabeza de lagarto de dos colas? Hemos preguntado al vendedor.
«Cada negocio tiene sus secretos que no se cuentan. Entienda que en nuestro contexto, donde hay todo un misterio que nos rodea, tenemos todavía más razón para no revelar cierta información sobre nuestras actividades», asegura, antes de añadir «aquí, a todos los que vienen a por amuletos y otras cosas para matar a alguien y cosas similares, no se les atiende. No hacemos cosas negativas en este mercado”.
Al principio de su creación, los clientes eran 100% togoleses. Pero hoy en día es un mercado que visitan muchos países de África y Europa.
«Este mercado es un legado de nuestros abuelos. Iniciamos a nuestros hijos para que continúen la tradición «, explica Paul Adounsi, mientras se ocupa de un paciente venido de Senegal para curar su sinusitis.
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Fundación Sur