
Un cambio de política del Programa Mundial de Alimentos (PMA) para priorizar la ayuda a los más necesitados, en medio de los recortes presupuestarios globales, ha llevado a muchos de los casi dos millones de refugiados a los que asiste en Uganda a considerar medidas desesperadas mientras luchan por alimentarse a sí mismos y a sus familias. Algunos padres llegan hasta a dar a sus hijas a aquellos que pueden pagarles medios de vida.
Los refugiados afirman que la delincuencia, el matrimonio infantil, la prostitución y el abuso sexual están en aumento, a medida que las familias intentan cubrir las carencias causadas por las reducciones en las raciones y la asistencia en efectivo.
El PMA esperaba llegar al 25 % de los refugiados más vulnerables de Uganda. Debido a los déficits presupuestarios, solo el 14 % fue incluido en la categoría más alta de asistencia. Aproximadamente el 4 % de la población refugiada actualmente no recibe asistencia alimentaria ni en efectivo.
Impulsado por la continua escasez de fondos, el plan de priorización tiene como objetivo ayudar a los más vulnerables y reducir gradualmente la asistencia a otros. El año pasado, los recortes generales en las raciones implicaron que los refugiados recibían menos del 40 % de sus raciones básicas de supervivencia. Ahora, con el plan plenamente implementado, algunos reciben incluso menos o nada, y varios refugiados y funcionarios de ayuda humanitaria describen las consecuencias como desastrosas.
Las medidas de seguridad en los asentamientos de refugiados también se han reforzado desde julio para evitar protestas, con la policía supervisando las distribuciones de alimentos, mientras que los grupos de ayuda humanitaria expresaron su preocupación por la seguridad de su personal debido a posibles disturbios a raíz de las nuevas medidas. Peter John Ayume, líder de refugiados en el asentamiento de Imvepi, ubicado, como la mayoría de los 13 asentamientos de refugiados de Uganda, en el noroeste del país, afirma que las tensiones son constantes.
Los expertos en la respuesta de Uganda afirman que el sistema de priorización es un experimento político fallido, que podría tener implicaciones globales, ya que el PMA realiza recortes en casi la mitad de los 86 países donde opera, incluidos Bangladesh, Haití y Siria.
Uganda, que permite a los refugiados trabajar y circular libremente dentro del país, se presenta a menudo como un ejemplo de nación de acogida progresista que sirve como un buen banco de pruebas para que otros aprendan de ella: lo que funciona en Uganda, o no, a menudo influye en lo que sucede en otras respuestas. Durante varios años, los donantes han estado presionando para reorientar la asistencia a los refugiados en Uganda, según entrevistas con representantes de donantes y actores humanitarios. En particular, Estados Unidos y el Reino Unido —los principales donantes a la respuesta— han cuestionado el apoyo generalizado en una crisis prolongada como la de Uganda, donde es probable que los refugiados permanezcan muchos años más, en los grandes asentamientos como Bidi-Bidi.
Desde la priorización, los refugiados en la categoría denominada «altamente vulnerables» reciben 7,6 kilos de cereales al mes o, para quienes reciben dinero en efectivo, entre 6,40 y 7,40 dólares al mes.
Si bien Uganda proporciona tierras y un refugio seguro a los refugiados, afirma que sus obligaciones terminan con la acogida y que corresponde a las organizaciones internacionales de ayuda proporcionar el resto del apoyo. “El gobierno no tiene la capacidad de brindar apoyo adicional al que ya brindamos”, declaró Douglas Asiimwe, comisionado interino para los refugiados de Uganda. “La comunidad internacional debe cumplir con sus obligaciones y compromisos con los refugiados”.
Uganda alberga una de las comunidades de refugiados más grandes del mundo, pero la respuesta también es una de las peor financiadas. La respuesta interinstitucional general en Uganda presenta un déficit de financiación del 87 %, equivalente a 846 millones de dólares. Por otra parte, ACNUR, que supervisa la respuesta a los refugiados en coordinación con el gobierno ugandés, tiene un déficit de financiación de aproximadamente el 74%, equivalente a unos 255 millones de dólares.
Dado que los recortes presupuestarios también afectan a otras organizaciones, los trabajadores de respuesta manifestaron su temor a que una crisis de lenta evolución pueda expulsar a los refugiados de Uganda, posiblemente de regreso a las zonas de conflicto de las que huyeron. La mayoría escapó de las guerras en Sudán, Sudán del Sur y la República Democrática del Congo; las evidencias sugieren que ya está sucediendo, con algunas familias dirigiéndose a países como Kenia, donde escucharon que las raciones eran más altas.
Los refugiados en Uganda también han reportado aumentos repentinos en robos, prostitución, trabajo infantil y violencia doméstica, en gran parte debido a los recortes, según un informe compartido. El informe, que no se ha publicado y que incluyó a 515 refugiados, también mencionó que los incidentes de presunto abuso y explotación sexual estaban en aumento. Los trabajadores de respuesta también alertaron sobre un mayor riesgo de suicidios.
El PMA, el ACNUR y el gobierno de Uganda han encargado varios estudios en los últimos años para examinar la vulnerabilidad de los refugiados. El problema se agrava, según los trabajadores humanitarios, por la falta de coordinación entre las distintas organizaciones involucradas en la respuesta. La política de priorización también se considera que solo afecta a la financiación y la alimentación. Esto significa que se ignoran la salud, el género y la educación, áreas que se ven afectadas por la política.
Los millones de personas desplazadas, tanto en el hemisferio sur, como en el hemisferio norte, por el saqueo de recursos, las guerras, la corrupción de los dictadores, la complicidad de la sociedad, delata claramente que los programas de ayuda alimentaria, aunque necesarios por algún tiempo, no llevan a ninguna solución definitiva ni sanación del problema (hambre, pobreza, enfermedad…), porque suponen una nueva colonización y opresión de los pueblos por los poderosos imperios capitalistas, que presumen de sus limosnas, para perpetuar la dependencia.
He visitado muchas veces estos asentamientos inhumanos de familias refugiadas que sobreviven en condiciones terribles de miseria en el norte de Uganda, un país que podría ser un jardín para todos, y te quedas simplemente ¡sin palabras!
Es hora de un fuerte y pacífico levantamiento social y global, animado sobre todo por los jóvenes y las mujeres, que son los grupos más oprimidos, para elegir unos líderes sociales más éticos y profesionales, que animen a los diferentes pueblos a potenciar un desarrollo justo y humano, para que las sociedades puedan gozar de una digna y pacífica convivencia.
CIDAF-UCM


