Derechos Humanos en el Sur de África: tomémonos la injusticia como algo personal

10/03/2017 | Opinión

Ya se trate de estudiantes universitarios que piden una educación accesible y de calidad en Sudáfrica bajo el eslogan #FeesMustFall, de jóvenes que protestan contra el alto desempleo en Botswana, de los que toman partido contra la corrupción y la exclusión económica y social en Angola o de los activistas que toman las calles en Zimbabue para pedir cuentas a su gobierno por la creciente corrupción, pobreza y desigualdad, una cosa está clara: la juventud de África del Sur está de pie, lo está para reclamar sus derechos y libertades.

A lo largo de 2016 estas demandas, a menudo iniciadas por acciones espontáneas de gente corriente, se volvieron virales. En particular entre los jóvenes, que a menudo soportan el triple peso del desempleo, la pobreza y la desigualdad.

Sin embargo, la respuesta a estas protestas ha sido en muchas ocasiones la de la represión por parte de las autoridades, que intentan limitar los espacios donde las personas expresan sus opiniones y se organizan libremente.

Los políticos, por su parte, recurren a menudo al mantra «nosotros contra ellos», señalando a aquellos que estaban al frente de estas protestas y demandas, demonizándolos y creando un clima de división social y de miedo.

En Zimbabue, el presidente Robert Mugabe denunció a Evan Mawarire, pastor y figura clave del movimiento #ThisFlag, y lo acusó de promover una agenda patrocinada por extranjeros, de no ser «parte de nosotros», por su papel en las protestas contra la corrupción, la violación de derechos humanos y la economía en declive.

En Sudáfrica, los estudiantes universitarios que protestaban en virtud a su derecho, constitucionalmente consagrado, a la educación fueron represaliados severamente por parte de la policía. En Johannesburgo, el pasado mes de octubre, un líder estudiantil recibió trece disparos con balas de goma por la espalda.

En Botswana, los activistas, entre ellos Tlamelo Tsurupe, que protestaban contra el desempleo juvenil frente al Parlamento, fueron golpeados por la policía y arrestados con cargos de «molestias comunes».

muchena.jpgEn otros países de la región, la protesta pacífica ha sido brutalmente reprimida este último año, como lo demuestra el patrón general de uso excesivo de la fuerza por parte de la policía y las fuerzas de seguridad. Defensores de los derechos humanos, periodistas y opositores políticos estuvieron en el punto de mira la mayoría de las veces, de estos y de otros ataques.

Esto es sólo una pequeña parte de las 159 entradas contenidas en el informe anual de Amnistía Internacional, titulado «El Estado Mundial de los Derechos Humanos», que fue publicado el pasado 22 de febrero y donde se pone de manifiesto que los derechos humanos y los que luchan por ellos están en peligro, en la región y en todo el mundo.

Deja constancia de las personas que murieron por defender los derechos humanos en 22 países en 2016, ya fuera desafiando intereses económicos arraigados, defendiendo a minorías y pequeñas comunidades u oponiéndose a las barreras tradicionales de los derechos sexuales y de las mujeres.

El informe de Amnistía advierte que los castigos por difundir puntos de vista disidentes, y los ataques por motivos políticos a las protestas pacíficas y a la libertad de expresión, están aumentando en países como Sudáfrica, Zambia y Zimbabue.

La organización también está advirtiendo que «2017 verá las crisis en curso exacerbadas por la débil presencia de líderes proderechos humanos en un escenario mundial caótico«.

No tenemos que descender por este camino sombrío y distópico. En tiempos oscuros es importante recordar que las personas que defienden la justicia pueden marcar la diferencia. La necesidad de tomar las riendas y tomar medidas para revertir esta peligrosa disminución de los derechos humanos nunca ha sido más urgente para la gente corriente.

En esta lucha, la primera línea está en todas partes y todos pueden ser defensores de los derechos humanos. Es hora de una nueva agenda que respete los derechos humanos. En África, los líderes de la sociedad civil y los políticos tienen la oportunidad de enfrentarse al desafío de defenderlos.

Lo primero que haces en la oscuridad es encender una vela. El primer paso para luchar contra las amenazas a los derechos humanos es estar al lado de alguien que se haya arriesgado para defenderlos.

En 2017, debemos estar preparados para defender a los activistas de primera línea, en particular a aquellos que están desafiando a las leyes, presionando a sus gobiernos y denunciando violaciones y abusos. Ellos necesitan todo nuestro apoyo si queremos que sus voces sean escuchadas.

Por cada muro construido a causa de la represión debemos construir estructuras de resistencia basadas en derechos y libertades, ladrillo a ladrillo, tomando una misma posición para defender a los defensores de los derechos humanos.

A menos que el público en general asuma la responsabilidad de defender estos derechos y se una a los activistas para enfrentarse a los que abusan de ellos, los esfuerzos de los defensores pueden ser en vano.

La indignación debe canalizarse hacia actos de solidaridad continuos y significativos que confronten pacíficamente a las personas en el poder y les fuercen a priorizar los derechos humanos, allí y en el extranjero.

A medida que el mundo da este giro oscuro, la semilla de la esperanza radica en que la gente de a pie se movilice en defensa de sus derechos.

La historia nos dice que en tiempos difíciles los individuos marcaron la diferencia cuando se movilizaron: los activistas proderechos civiles en Estados Unidos, los antiapartheid en África, los movimientos en defensa de los derechos de la mujer por todo el planeta.

Hagamos de 2017 el año en que todos nos tomamos la injusticia como algo personal.

Deprose Muchena

* Deprose Muchena es el director regional en África del Sur de Amnistía Internacional.

Fuente: MailGuardian

[Traducción y edición, Mario Villalba]

[Fundación Sur]


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