En Ruanda la celebración de la victoria electoral sin oposición –insinzi- del presidente Paul Kagame domina toda la actualidad nacional, hasta en el seno de la iglesia anglicana ruandesa e incluso entre los jóvenes profesionales. La mentira, la propaganda y la cultura del “mito del hombre providencial” siguen dominando desde el 9 de agosto de 2010 hasta hoy.
Mientras el presidente Kagame hace como que se mantiene imperturbable a pesar del huracán que amenaza su universo dictatorial, los ruandeses se impacientan por leer en días próximos el informe definitivo de las Naciones Unidas sobre los crímenes de genocidio cometidos bajo sus órdenes por los militares del ejército del FPR contra los refugiados hutu en la RDCongo.
Sobre esta cuestión el informe hecho público por la prensa internacional, concretamente por el periódico francés Le Monde el 26 de agosto reviste una importancia capital para el pueblo ruandés. Éste se alegra por la decisión irreversible de la ONU de levantar el secreto de polichinela después de 14 años de silencio, haciendo estallar la verdad a plena luz sobre los crímenes cometidos en RDC por el ejército del FPR, bajo las órdenes de su jefe supremo, el general Kagame, considerado entonces como el hombre providencial en la región de los Grandes Lagos.
Es evidente que la esperanza del pueblo ruandés resurgirá con la próxima publicación del informe definitivo, ya que este hecho tan esperado permitirá no solamente romper el círculo de la impunidad en nuestro país y en la región, sino también el de la hipocresía y mentira instrumentalizadas maliciosamente por los que apoyan a Paul Kagame con el objetivo de cubrir sus crímenes de genocidio, conocidos sin embargo por los ruandeses que durante mucho tiempo han sido víctimas de ellos.
Es ya hora de que todos los ruandeses, allá donde se encuentren, se unan para condenar definitivamente y en alta voz el genocidio de 1994 cometido por los extremistas hutu, así como los crímenes de genocidio cometidos por el ejército del FPR en 1996 y 1997 contra los refugiados hutu, perseguidos como alimañas en las selvas y bosques de la RDC.
Mimado mucho tiempo por la comunidad internacional, el general presidente de Ruanda Paul Kagame no tine otra opción que dar muestras de humildad y transparencia asumiendo sus responsabilidades en los crímenes de los que se le acusa. Además, Kagame debe aceptar las consecuencias de esos crímenes en lugar de levantar la voz con arrogancia para intimidar a la ONU con el chantaje de retirar los soldados ruandeses de la fuerza de mantenimiento de la paz en Darfur (Sudán). Los crímenes de genocidio cometidos en RDC son tan graves que las Naciones Unidas no pueden intercambiarlos con la seguridad de un solo hombre, que también es acusado de actos de terrorismo por su implicación en el asesinato de dos Jefes de Estado, Juvénal Habyarimana y Cyprien Ntaryamira, asesinado el 6 de abril por medio de misiles lanzados contra el avión que les llevaba, cuando aterrizaba en el aeropuerto de Kigali provenientes de Dar es-Salaam.
Recomendamos vivamente a la organización de las Naciones Unidas que asuman igualmente sus propias responsabilidades por haber abandonado a los refugiados hutu a merced de sus verdugos, cuando estaban a cargo del Alto Comisariado para los Refugiados. Pedimos además a la ONU que no comprometa más el prestigio de su organización cediendo a los chantajes del gobierno ruandés dirigido por un criminal, ni a las presiones de sus apoyos occidentales sin escrúpulos.
Por el contrario, ha llegado el momento en que las Naciones Unidas deberían clarificar su posición con relación al presidente Kagame, cuando sobre su homólogo, el presidente sudanés Omar El Béchir, que ha cometido crímenes similares, pesa una orden de arresto internacional emitido por la Corte Penal Internacional. Rechazamos esta política de dos pesos y dos medidas, ya que es hora de que se actúe para que los pueblos de la región de los Grandes Lagos se vean liberados del mal que los atormenta, lanzando un mandato de arresto internacional contra el presidente ruandés.
Todos los patriotas ruandeses deberían tomar conciencia en estos tiempos en que los cambios importantes apuntan en el horizonte, de que forman un solo pueblo y que pertenencen a una sola y misma Nación de más de 10 millones de almas, que hablan la misma lengua (hecho raro en África negra), tienen una cultura común, cuyos usos y costumbres obedecen a las mismas creencias de nuestros antepasados comunes, a las mismas reglas de nuestros matrimonios tradicionales e incluso al mismo código de intimidad, sin olvidar el código de lealtad concretado antaño en el pacto de sangre.
Por todas estas razones, por el interés de una verdadera reconciliación y una cohabitación armoniosa de los pueblos de nuestra región, debemos pedir a las Naciones Unidas que creen rápidamente un Tribunal especial penal que juzgue a todas las personas implicadas en los crímenes de genocidio cometidos en la región de los Grandes Lagos, en particular en RDC, desde 1993 a 2003.
Bruselas, 1 de septiembre de 2010.
Faustin Twagiramungu
Antiguo Primer Ministro de Ruanda
Traducción: Ramón Arozarena.
