A mi amigo, el Padre Blanco Bartolomé Burgos, de quien tanto he aprendido de África
Una de las cosas que he aprendido es sobre las relaciones entre Cultura y Desarrollo de África, muy en especial de la región subsahariana. Trataré a continuación de hacer una apretada síntesis de las principales ideas del libro “Culturas Africanas y Desarrollo. Intentos africanos de renovación”, cuyo autor es Bartolomé Burgos.

Las principales relaciones son las existentes entre cultura y etnia, comunidad, conocimiento, tiempo, lengua, tecnología y desarrollo. Relaciones que, por ser de carácter estructural y perenne, invitan a la relectura muchos años después de su publicación (2007). Esa es precisamente la razón principal que motiva este artículo.
Las culturas africanas descansan en el fundamento de la tribu y de la etnia, en las que “es bueno lo bueno para el linaje y el clan”, las tradiciones y el mantenimiento de éstas, lo que promueve según nuestro autor comportamientos y sociedades profundamente conservadoras.
Las culturas africanas se conforman por la pertenencia a una comunidad: “comunidad es antes que subjetividad”, lo que genera un debate entre los “críticos” que postulan que la comunidad oprime al individuo y los “tradicionalistas” que consideran que “el individuo se realiza en y por la comunidad”. Nuestro autor concluye que el comunalismo africano “constituye una de las causas primeras… del subdesarrollo…”, por su resistencia al cambio.
Las culturas africanas construyen el conocimiento basándose en la intuición, en contraste con la cultura occidental de carácter analítico. La intuición es un estadio previo a la causación. Es un conocimiento que proviene de los antepasados, no es un conocimiento en evolución, que contrasta con las diferentes teorías preexistentes. De ahí que pensadores africanos -según nuestro autor- como Elungu P.E.A argumenten que “la ciencia y la tecnología sean necesarias para el desarrollo humano”.
Para las culturas africanas el tiempo es pasado. Y “el futuro es peligroso, porque puede traer cambios”. La actitud natural del africano es la de sosiego, no hay sentido de la “pérdida de tiempo” y éste no tiene “valor económico”.
La “superabundancia” de lenguas vernáculas “plantea problemas complicados para el desarrollo”. La experiencia muestra que la persona que no domine bien al menos una lengua —por la relación entre pensamiento y lenguaje— “tendrá probablemente un pensamiento confuso” y se verá perjudicada en su desarrollo cognitivo y personal.
El proceso de industrialización de África “necesita el desarrollo de la ciencia y la tecnología”. Muchos autores aceptan ese supuesto, pero sin analizar las contradicciones con el concepto dominante de las culturas africanas. Solamente una minoría de intelectuales cuestiona dicha relación. Las culturas africanas plantean incompatibilidades con el desarrollo de la ciencia y la técnica. “Si preservamos nuestra cultura tradicional, encontraremos obstáculos en el desarrollo de la ciencia y la tecnología; si nos decidimos por la ciencia y la tecnología, nuestra cultura tradicional se desintegrará”.
En definitiva, la relación entre cultura y desarrollo es muy estrecha. Es asimismo un “problema abierto”. El desarrollo es concebido como la evolución del desarrollo humano y material, basado en principios éticos básicos. Porque para los africanos el modelo occidental plantea dudas y desconfianzas. Dudas sobre que occidente ofrezca una mejora de la vida y dé sentido al proyecto ético del hombre. Desconfianza en su capacidad para crear una sociedad más inclusiva. Ello exige una ética personal: ni yo sin ti, sin nosotros; es decir, una estima mutua.
José María Mella
CIDAF-UCM


