Cultura africana, identidad cultural, desarrollo y diálogos de las culturas (parte 1/2)

19/05/2020 | Cultura

libros_cultura_cc0-2.jpgAbordar la problemática de la cultura es una operación muy delicada, en el sentido de que esta palabra tiene resonancias extremadamente diferentes. Estamos en un periodo de crisis de la civilización, que es el resultado de una crisis de cultura. Una pregunta que aparece constantemente es si África tiene una cultura propia, y a qué fin puede servir esta cultura. Pero en realidad, ¿qué es la cultura? No vamos a tratar aquí el debate sobre la cultura, haremos nuestra la definición de Marie-Claire Gousseau «la cultura se compone de saberes, suma de los conocimientos humanos transmitidos por las enseñanzas, asimilada por la educación; anima a las comunidades naturales, en especial los oficios a través de las técnicas; suscita la armonía social, requiere de un verdadero humanismo, solo existe vinculada a los conceptos de Ser, Verdad, Bien y Belleza. Se plasma en los pueblos, naciones y patrias, en los que crea un arte de vivir en sociedad con múltiples caras que constituye, no obstante, por su profunda unidad el patrimonio universal que es la civilización» (M. C. Gousseau- Qu´est-ce que la culture?, Paris 1969). De esta definición retendremos el carácter universal de la cultura, que sin embargo es diversa en sus encarnaciones en el tiempo y el espacio, y la convierte en el patrimonio de todos los hombres, y por ende de los pueblos de África.

La cultura africana ha sido largo tiempo negada, en el sentido de que hablábamos de salvajes en lugar de culturas. Pero en realidad, la cultura africana es más antigua que la Occidental. Los historiadores nos han enseñado que el Negro es el mismo centro de un milagro, y que debemos tener la lealtad de ponerlo en su lugar, es el milagro egipcio. Nosotros lo llamaremos el «milagro negro». El milagro griego, esta palabra inflada de suficiencia que Europa le debe a Renan, implica un conjunto de realidades históricas que no solo son posteriores al tiempo egipcio si no que son su resultado. Durante el periodo griego, la influencia de la cultura negra era la dominante, en un periodo en el que los Blancos eran burdos y tendrían que esperar miles de años hasta que los indoeuropeos pudiesen beneficiarse de las lecciones del Egipto negro. La técnica había alcanzado un gran nivel de perfección, los gremios eran enormemente variados: ceramistas, orfebres, tapiceros, etc. Fabricaban tejidos procedentes de lo que hoy se llama el África Negra. Es en el Valle del Nilo donde nacieron todas las concepciones teológicas puramente africanas, herméticas e impregnadas de un profundo misticismo, es ahí, donde han conservado su pureza original, su esplendor y su poesía. Esplendor, poesía y misticismo que pueden sostener la comparación a lo que enseñaban los Vedas y todos los Evangelios del mundo.

Demos un salta hacía delante, de unos veinte siglos, los textos de los exploradores portugueses del siglo XV al XVII y los testimonios de los escribas árabes, permiten afirmar que la civilización africana había conservado su esencia hasta finales de la Edad Media. Los imperios de Ghana y de Mali estaban ya asentados en un tiempo en que Europa no tenía nada comparable. ¿A través de qué proceso ha podido el Negro africano romper con este brillante pasado? Las guerras, la ruptura del orden social y la sobrepoblación provocaron éxodos sucesivos a lo largo de todo el Nilo hacia el interior del continente africano. Ahí, la influencia del medio se hizo sentir, la lucha por la supervivencia dejo de ser necesaria. La prodigalidad de la naturaleza comportó a largo plazo la falta de esfuerzo, el generador de la lentitud o la regresión de toda civilización. La ruptura con la cultura originaria, la ausencia de necesidades y la perdida de los elementos esenciales impuso una orientación cultural conforme al medio, y es necesario añadir a esto, el efecto de la colonización. En sus diversos aspectos, Occidente después de dos siglos consiguió la dominación material de la tierra. Es significativo que para poder implantarse, lo primero que hizo fue destruir la cultura de los Negros: eliminación de las estatuas, la prohibición de realizar los ritos sagrados, la disolución del orden social milenario para crear un vacío cultural. Reemplazando a los jefes tradicionales, corona del edifico cultural, por funcionarios, simples engranajes de una máquina técnica: la administración. Repitiendo la gesta de los romanos, que persiguieron hasta la exterminación a los Druidas, los líderes espirituales de los Galos. Un pueblo sin guía está desamparado y no puede preservar más que fragmentos de su cultura, convertida en inorgánica, destinada al formalismo de los funcionarios o de los «autóctonos evolucionados», el resultado es el mismo: la negación total de una cultura tradicional, despreciándola.

Lo esencial de lo que constituye la cultura africana contemporánea, dicho de otra forma, los temas desarrollados en su literatura, las artes, la música, el cine o el teatro les falta a menudo la pertinencia y el arraigo. Todo sucede como si los creadores de esta cultura escribieran, pintaran y esculpieran para restituir a un público Occidental la imagen que este público tiene del pueblo africano, para así, saciar su necesidad de evasión. Empleando los grandes medios modernos de difusión, esta cultura marginal y exótica, artificial, urbana y artística ahoga el verdadero patrimonio cultural del pueblo africano y pretende substituirlo. Un nuevo orden social que surge de la importación de una poderosa civilización basada en sus criterios de referencia y de valor, y desde su aparición, solo tolera e impulsa ciertas actividades y características culturales residuales del África eterna, como la danza, los gestos expresivos, su fabulación, la religiosidad, el entusiasmo por lo desconocido, o según las palabras de Blyden «el ritmo, la brujería y el erotismo prendado de nuevas sensaciones». La cultura negro-africana, no es ese sincretismo que quieren y promueven los medios de comunicación de los países occidentales sobre los nuevos estados africanos.

El papel primordial de la cultura africana, algo que debemos recordar, ha sido siempre enseñar una idea del hombre y de la naturaleza, y contribuir a la armonía de las relaciones entre los dos. Tomemos como ejemplo el arte negro: este arte en lo que es auténtico, esencial y clásico, es que no imita lo real o la imaginaria dinámica y multidimensionalidad, sino que se identifica con ella. Es una arte anónimo, aunque se estudie en clase representa arquetipos significativos más que retratos similares. El genio inventivo de los africanos destaca también en el ámbito arquitectónico. Analicemos en este caso el gran Zimbabue (palabra que significa la gran casa de piedra), era una fortaleza pegada a una muralla en la costa oriental de nuestro continente, las murallas son ahora ruinas desmoronadas que quedan como vestigio de una arquitectura muy elaborada y que empleó a la piedra como principal elemento de construcción. El patrimonio arquitectónico de los reinos y las ciudades de Sudan muestran una admirable combinación de logros arquitectónicos y decorativos. Las célebres metrópolis de la civilización sudanesa como Tombuctú (la ciudad de los 333 santos), Gao y Djenné demuestran la existencia de un estilo propio del pueblo sudanés, y encontramos sus vestigios tanto en la arquitectura árabe como en los Mossi y Ashanti de Benín, los Bamiléké ofrecen ejemplos de obras arquitectónicas muy elaboradas y ricamente decoradas. Las pinturas rupestres de los Tassili en el Sahara y las del desierto de Kalahari son testimonio de un arte pictórico separado de la arquitectura, en la que la pintura puede ser considerada un arte por sí misma. El arte de la comunicación siempre ha tenido un lugar destacado en la sociedad africana, por lo que numerosas ceremonias, rituales y encuentros populares comportan un elemento teatral y de comunicación, mezclando de manera habitual la danza y la música con desfiles de máscaras y cantos poéticos, el todo constituye un conjunto dinámico que tiene su significación a partir del carácter ritual del evento.

Ibrahima Baba Kake

Fuente: Ethiopiques

[Traducción y edición, M. Rodríguez, Olaso]

[Fundación Sur]


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