Una de las últimas masacres, que algunos llaman ya genocidio, fue la que tuvo lugar en Bucha, cerca de Kiev, hace una semana. Los crímenes contra la humanidad continúan cada día el terror que viven miles de personas, sobre todo en Ucrania, pero también en unos treinta conflictos armados, como: en Etiopía, Sudan, República Centroafricana (RCA), Malí, Burkina Faso, Mozambique, etc.
Algunos hechos nos deberían alertar e incluso aterrar. ¿Por qué los gobiernos incrementan el presupuesto militar continuamente?
¿Por qué los gobiernos poderosos se atreven a invadir otros países, sin respetar la voluntad de sus propios habitantes, los acuerdos internacionales y la soberanía de cada nación?
El profesor de Ciencias Políticas y exenviado de la ONU a Libia Ghassan Salomé ofrece su visión de la geopolítica global en este momento de crisis sin precedentes.
“Nos enfrentamos a una crisis como ninguna otra desde 1945, al menos por tres razones. La primera es que hay una alerta nuclear, la segunda es que nadie pueda reclamar la victoria, aunque el Kremlin considere esta guerra como existencial para Rusia, y la tercera es la trágica pérdida de vidas humanas, medioambientales y económicas.
Desde el final de la Guerra Fría en 1989, los grandes poderes querían controlar el nuevo orden económico emergente a su manera. En lugar de avanzar hacia la conformación de normas, organizaciones y reglas, entramos en una dinámica de la fuerza, del control de recursos y de la economía neoliberal. Así llegamos a la invasión de Irak por los Estados Unidos en marzo de 2003”
Desde entonces, muchos gobiernos han enviado sus propios ejércitos y grupos armados para controlar ciertas regiones, sobre todo en África, para poder acaparar los abundantes recursos naturales, de pueblos indefensos, como en la región del Kivu, en la RD Congo (RDC). De hecho, el grupo terrorista M 23 sigue controlando extensas regiones del Kivu armado por gobiernos militares, vecinos y extranjeros.
Cuando la fuerza militar y el poder se atreven a invadir otras naciones para asegurar su control del poder y de los recursos, entonces entramos en una dinámica violenta, animal e inhumana. Siempre se encontraban algunas “razones” para el ataque, cada una más ridícula que la otra. Esta lógica de poder ha llegado a su punto máximo hoy con la invasión rusa de Ucrania.
La trágica realidad es que semejantes invasiones por la fuerza las encontramos en más de treinta regiones del mundo, particularmente en África, con la gravedad de que algunos crímenes contra la humanidad degeneran en “genocidios”, como en Ruanda, RDC, Etiopia, Ucrania, etc.
El régimen militar de Uganda está enviando 6.000 soldados más para intentar controlar la región pastoril de Karamoja, abandonada y privada de infraestructuras durante décadas.
Estas situaciones, es verdad, están despertando al mismo tiempo manifestaciones de condena de toda violencia y en favor de la paz, justa gobernanza y de la solidaridad, por la mayoría de las ciudades del mundo, comenzando por la misma población rusa y la extraordinaria valentía de la población ucraniana, ugandesa y de otras naciones.
En esta solidaridad y compromiso por la paz y la cooperación nacional e internacional reside gran parte de nuestra esperanza. Pues, a pesar de todo, vivimos con esperanza, porque en la inmensa mayoría de la humanidad late un corazón de Bondad y de Convivencia.
Lázaro Bustince