La congelación de la entrega de asistencia alimentaria en Etiopía por parte de los dos mayores donantes de alimentos del país está teniendo un impacto devastador en Tigray, con más personas muriendo de hambre «como resultado directo de la falta de ayuda«, según uno de miembro de una de las organizaciones que está socorriendo a la región del norte.
Millones de personas dependen de la ayuda alimentaria en Tigray, una región que aún lucha por recuperarse de dos años de guerra civil, pero no ha habido entregas desde abril, después de una suspensión ordenada por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) por denuncias de robo de alimentos a gran escala.
En junio, ambas agencias extendieron la pausa a toda Etiopía hasta que finalicen las investigaciones sobre denuncias de desvíos de alimentos “generalizados y coordinados” que presuntamente involucran a funcionarios del gobierno federal y regional, comerciantes privados y el ejército.
Gebrehiwot Gebreegziabher, jefe de la Comisión de Gestión de Riesgos de Desastres de la Región de Tigray, declaró que su oficina había registrado 595 muertes relacionadas con el hambre en los últimos tres meses en solo tres de las siete zonas de la región. La inseguridad ha hecho que el resto de Tigray sea inaccesible. El oeste de Tigray, donde ha habido denuncias de limpieza étnica en curso, se encuentra ahora bajo el control de las fuerzas regionales de Amhara, que lucharon junto al ejército federal. «Estamos en una situación extremadamente desesperada«, declaró a The New Humanitarian. «Solo podemos predecir que vendrá algo peor, ya que la ayuda no se ha entregado durante muchos meses”.
Más de 20 millones de etíopes que dependen de la ayuda se han visto afectados, principalmente como resultado de sequías, conflictos y sobre todo por causa de una gobernanza irresponsable e incompetente, tanto a nivel local como internacional.
Los investigadores presenciaron importantes desvíos de alimentos financiados por USAID en siete de las nueve regiones de Etiopía. En un ejemplo, se encontró a la venta en un mercado único en Tigray suficiente trigo robado suministrado por Estados Unidos para alimentar a 134.000 personas durante un mes. Los comerciantes privados de granos y harina también desempeñaron un papel en las estafas de desvío.
De nuevo volvemos al desafío más crucial y urgente: la necesidad de unos gobernantes más responsables y profesionales. Sólo los movimientos sociales de cada país, empoderados por valores humanos y éticos, pueden promover en Etiopía y en cada región, país y nación de África y del planeta una gobernanza y un desarrollo justos.
Lázaro Bustince
[CIDAF-UCM]