Crisis política en Togo, nada se arregla

28/09/2012 | Opinión

En Togo, la oposición no baja el brazo. Desde hace varios meses, bajo la bandera, y desde hace unas semanas en el marco del colectivo “Salvemos Togo”, que sigue saliendo a la calle para pedir una democracia real en Togo. Para el colectivo, esta perspectiva no es posible más que con la salida inmediata del presidente Faure Gnassingbé. El movimiento ha puesto el listón muy alto. Pero no hay ninguna evidencia de que no vuelva a ver sus pretensiones rebajadas, si las negociaciones sinceras son abiertas. Porque saben que su demanda es un suelo difícil de alcanzar, sobre todo en esta región del mundo. Que indague sobre otras oposiciones en África, ¡y se harán una idea de la suerte que tienen este tipo de reivindicaciones! Ya los dirigentes son insensibles a las manifestaciones populares que demandan simples reformas políticas, no se ve la forma de que acaben dimitiendo por la presión de la calle.

Solo el presidente Abdoulaye Wade, en la historia política reciente del continente, a pesar de su sed de poder, se echó atrás frente a la cólera del pueblo. Así tuvo que renunciar a su proyecto de creación de un puesto de vicepresidente. Pero Senegal no es Togo. La cultura democrática del país de Leopold Sédar Senghor no se puede medir con la del país de Sylvanus Olympio. Los padres de la independencia han legado dos países con destinos divergentes. Mientras que Senegal acaba de salir de unas elecciones presidenciales irreprochables, que han dado lugar a una alternancia, Togo continúa con sus marcas. Si el hijo de Gnassingbé sigue la estela de su padre, no cabe duda de que la oposición desgastará las suelas de sus zapatos de protagonizar marchas, para nada. A menos que logre paralizar la vida económica hasta el punto de obligar al poder a sentarse en torno a la mesa de negociaciones. Precisamente para evitar este empeoramiento, el poder se empeña en fragilizar el movimiento de protesta actual, a veces mediante la represión, otras veces de formas más sutiles. Pero hay que decir que el régimen togolés corre el riesgo de agotar todas sus estrategias para contener a la oposición, que esta parece decidida a mantener las movilizaciones en las calles.

La mano tendida del poder, para un diálogo conducido por el primer ministro, ha sido rechazada por el colectivo “Salvemos Togo” como hemos visto, porque está convencido de que se trata de una nueva maniobra política. En tal caso, sólo un diálogo desprovisto de cálculos egocéntricos puede salvar el país del caos. La oposición, al demandar la salida inmediata del presidente, podrá, en el marco de las discusiones, exigir solamente que la ley sobre el límite de mandatos sea retroactiva. En efecto, si Faure Gnassingbé pone el contador a cero en 2015, ha sentado la base para permanecer en el poder durante décadas. Cosa inconcebible en esta África en cambio, donde los largos reinados son un criterio determinante de mal gobierno. Pero ¿se dará por enterado él? Lo dudamos. Todo está listo para que se presente como si fuera virgen en 2015. Esto significa que las perspectivas de un horizonte sereno, propicio para el desarrollo del país, todavía están muy lejanas.

Mahorou KANAZOE

Le Pays, Burkina Faso

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