Mis queridos compatriotas, gente de Costa de Marfil, a menos de 72 horas de la apertura de la campaña oficial para las elecciones presidenciales, observo que todas las condiciones de escrutinio transparente y equitativo que solicité para mis votos no se cumplen en absoluto.
A pesar de las continuas llamadas de atención sobre los riesgos a los que se enfrenta nuestro país, el poder se mantiene sordo a las reivindicaciones democráticas de nuestra gente. Rechaza nuestra invitación urgente al diálogo y enferma en sus certezas, en su arrogancia y en su autismo.
En múltiples ocasiones ya he dicho que las condiciones en las que se llevan a cabo las elecciones sientan los problemas que después tendrán que resolverse. Este escrutinio presidencial no se anuncia ni abierto ni regular. Si no prestamos atención, nos encaminaremos hacia una crisis postelectoral mucho mayor, una crisis postelectoral demasiado grande.
Los responsables políticos de mi generación lucharon hombro a hombro con el padre fundador de la Costa de Marfil moderna, y bajo su sombra tutelar, el crédito de estabilidad de nuestro país. El presidente Houphouët-Boigny ha sembrado constantemente entre nosotros el ejemplo de un apóstol incansable de la paz a través del diálogo. Con él, el PDCI-RDA, nuestra familia política, ha aprendido a apaciguar a nuestros conciudadanos, invadidos muchas veces en su interior por una revolución sorda, por una cólera fría.
Fui miembro del Gobierno de Costa de Marfil en 1999, cuando nuestra incapacidad de dialogar desembocó en el primer encuentro armado de nuestra historia. La carrera por el desarrollo y el bienestar con la que se comprometió nuestro país ha sido duramente frenada por la brutalidad con la que hombres armados han irrumpido en nuestra escena política. Quince años después, aún no nos hemos recuperado.
El golpe lo causaron en parte las condiciones de organización del escrutinio. Desde entonces, todas las elecciones presidenciales se resuelven en un ambiente de violencia. Los traumas y conmociones de las últimas elecciones aún son palpables. Los marfileños no aceptarán, hoy menos que ayer, unos resultados preparados de antemano en un escrutinio negociado, en una elección de conveniencia.
Mis queridos compatriotas, yo no correría el riesgo, ante la historia, de presentarme para legitimar al presidente electo en un proceso del cual tenemos ahora todas las pruebas de que está completamente amañado. Todas las actas las firma él, con él y para él, en su antecámara. Por cosas como esta, nuestro país avanza reculando. Vamos peligrosamente marcha atrás a toda velocidad.
Mis queridos compatriotas, nada se hace para alcanzar la normalización que proclamo. La participación en la financiación de las campañas de los candidatos a la presidencia de la República está, en principio, fijada por ley. El anuncio que ha hecho el Gobierno de una «financiación excepcional» para la elección del candidato presidencial subraya una vez más el mal uso que se hace de los bienes públicos que denuncio sin cesar.
El apoyo del Estado a la pluralidad de opiniones no debería ser presentado como si de limosna se tratara. No es la mejor garantía del respeto de los electores ni de construcción democrática. Yo, por mi parte, voy a devolver al Estado el cheque que ha emitido desde el Tesoro público como participación en mis gastos de campaña.
Gente de Costa de Marfil, yo no me haría cómplice de una farsa electoral que algunos amigos nuestros consideran, muy erróneamente, una elección de consolidación del poder. Rechazo participar en una elección donde ya está todo hecho sin tener en cuenta nuestros deseos de paz, de verdadera paz, de paz justa.
Mis queridos compatriotas, todos sabemos que a la mayoría de los marfileños les preocupan estas elecciones. El débil número de nuevos inscritos, 367 609, diez veces menos relevante que las previsiones anunciadas por los gobernantes antes del período de inscripción, no precisa explicación. Sin embargo, no queda más que presagiar una abstención en masa.
El número de lugares de votación, 10 335 y el número de colegios electorales, 19 841, fueron fijados por decreto el 29 de septiembre del 2015. Las papeletas no serán distribuidas más que del 7 al 25 de octubre, día del escrutinio, es decir, con prisa. La identificación biométrica de los votantes acaba de ser anunciada en el último minuto, sin estar incluida en el marco de la ley electoral. El fichero electoral mismo no ha sufrido el menor cambio. No existe ninguna garantía de acceso equitativo en toda la extensión del territorio para todos los candidatos ni representantes. Toda esta situación es altamente preocupante.
Mis queridos compatriotas, el único modo de retomar la esperanza democrática es garantizar la legibilidad del escrutinio, trayendo de nuevo a la mesa al proceso en su conjunto, empezando por la comisión electoral y la protección del escrutinio. Si no, no se notará el camino que hemos escogido. Al contrario, avanzaremos, a marchas forzadas, hacia la dictadura de los resultados impuestos.
Mis queridos compatriotas, cuando fui a vuestro encuentro, oí que aspirabais a ver un cambio en la situación, oí vuestra llamada por el cambio democrático. No puedo traicionaros ni ignorarlo.
Mis queridos compatriotas, cuando fui a vuestro encuentro, os oí exponer vuestras quejas, os oí formular vuestras incertidumbres, os oí expresar vuestras dudas sobre la fiabilidad de las elecciones venideras. Comparto vuestra desconfianza, que se justifica algo más cada día que pasa. Renuncio por Costa de Marfil, renuncio a legitimar un proceso electoral corrupto.
En consecuencia, suspendo mi participación en las elecciones presidenciales de octubre de 2015 y delego mi candidatura a la entrada en vigor efectiva de las legítimas exigencias democráticas y republicanas del pueblo marfileño.
¡Viva Costa de Marfil, justa pacífica, democrática!
Amara Essy (6 de octubre del 2015)
