
Si por genocidio entendemos el delito perpetrado con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, podríamos llamar genocidio a varios conflictos de exterminio y masacre que se están llevando a cabo en algunos países: Ucrania, Palestina, República Democrática del Congo (RDC), Sudán y Sudán del sur.
Hace ya tiempo que se superó la cifra las 54.000 personas asesinadas por las bombas israelíes en Gaza. A este trágico balance se suman una cifra muy superior a los 120.000 heridos y dos millones de personas desplazadas. Un exterminio público, televisado y difundido por las redes sociales ante una comunidad internacional culpable o inane y una ciudadanía global que grita pero no puede.
La frecuencia e intensidad de estas masacres parecen ir aumentado hoy día, como sigue aumentando el gasto en armamentos y drones cada día más mortíferos. La espiral de violencia alcanza limites desconocidos, porque el desarrollo tecnológico y digital se está orientando especialmente a los enfrentamientos armados.
Podríamos pensar que estamos perdiendo el respeto por el ser humano y por todos los valores humanos. Nos estamos deshumanizando y vamos cosificando todo, hasta la vida misma y los seres humanos.
Existe la solución a este grave deterioro de humanidad y la tenemos a nuestro alcance, si la queremos elegir. Si el odio sigue mostrando sus consecuencias, también podemos elegir la bondad, el respeto y aprecio mutuo, y el cuidarnos mutuamente. Estamos hechos para amar, aunque a veces aprendamos a odiar.
La sabiduría africana, como la de “Ujama” y la de “Ubuntu” nos habla sobre como ser humanos, los unos con los otros. Dicha sabiduría nos inspira y muestra cómo mirar y tratar a la otra persona, independientemente de su origen, raza, cultura y religión. De hecho, el fundamento de toda religión auténtica se basa en el cuidado mutuo, como resalta el Evangelio
Si nuestra mirada, actitud, y comportamiento se fundamenta en esta sabiduría mencionada, la calidad de nuestras relaciones y compromiso social, contribuirá a mejorar la calidad de vida de los demás.
Esta es la mejor medicina para curar el odio y la violencia entre las personas y pueblos. Pero no basta con saberlo. La elección es nuestra.
CIDAF-UCM


