Los medios de comunicación pueden estar legalmente protegidos, pero todavía hay maneras sutiles con las que los gobiernos pueden controlarlos. Los gobiernos nacionales siguen siendo la principal fuente de ingresos para las organizaciones de noticias en África. En Ruanda, por ejemplo, un impresionante 85-90% de ingresos publicitarios proviene del sector público.
En Kenia, se estima que el 30% de ingresos de periódicos proviene de publicidad gubernamental. En 2013, el gobierno gastó Ksh40 millones ($ 390,000) en dos semanas sólo para publicar mensajes de felicitación al nuevo presidente Uhuru Kenyatta. Pero con una elección general prevista para este Agosto, el gobierno de Kenia ha decidido dejar de anunciar en los medios comerciales locales. En un memorando, enviado, según se informó, a todos los oficiales de contabilidad del gobierno, se dio la directiva de que los departamentos y agencias estatales anunciaran solamente en My.Gov, un periódico gubernamental y un portal en red. La publicidad electrónica sólo se transmitiría en la emisora estatal, la Kenia Broadcasting Corporation.
Es difícil no caracterizar la retirada de publicidad estatal de los medios comerciales como punitiva. Sin este flujo de ingresos, es probable que periódicos tengan que cerrar. Peor aún, los esfuerzos para retirar publicidad gubernamental de los medios comerciales pueden interpretarse como una forma preocupante de socavar la libertad de expresión. Privar los medios de comunicación de ingresos es un medio indirecto de control estatal. Este ha sido el caso en países como Serbia, Hungría, Namibia, Lesotho y Suazilandia.
Pero para entender completamente el vínculo entre el gasto del gobierno en publicidad y la libertad de los medios de comunicación es importante tomar una perspectiva histórica.
¿Cómo hemos llegado aquí?
La década de los 90 vio la adopción de políticas multipartidistas en muchos países africanos. Esto dio lugar a constituciones relativamente liberales en Sudáfrica, Kenia, Nigeria y Ghana, entre otros. Pero desde entonces, ha aumentado la preocupación en la mayoría de los gobiernos africanos sobre su incapacidad para controlar la agenda de noticias locales, y menos aún para articular las políticas gubernamentales.
Para gobiernos de países como Etiopía, Uganda, Zimbabue y más recientemente Tanzania, el control de la agenda de noticias es visto como un medio para mantenerse en el poder. Los puntos de vista que compiten con la posición estatal son a menudo presentados como legitimadores de la agenda de la oposición. Esto es parte de una estrategia mucho más amplia para el control político que historiadores Africanistas y políticos científicos han llamado la «ideología del orden». Esto se basa en la premisa de que la disidencia es una amenaza para la construcción de la nación y, por lo tanto, debe ser reprimida
La narrativa ha sido popularizada por la mayoría de los gobiernos africanos después de la independencia y enfatizada a través de llamadas incesantes para lo que les gustaba llamar «unidad». En Kenia, el expresidente Daniel Moi acuñó incluso su propia filosofía política de «paz, amor y unidad». Se esperaba que los ciudadanos aceptaran esta narrativa inequívocamente. Las opiniones disidentes eran socavadas a través de medios de comunicación controlados por el estado, como el Kenia Broadcasting Corporation y periódicos como el Kenya Times.
De los años sesenta hasta los ochenta, los gobiernos africanos usaron convenientemente el argumento de construcción de la nación para suprimir la disidencia legítima. La oposición fue castigada con prisión, exilio forzado e incluso muerte. Esta era una práctica común en Kenia, la República Democrática del Congo, Uganda y en África Occidental en general.
En contraste, el clima político actual en el continente está basado en salvaguardias constitucionales, incluida la protección de libertad de expresión, que hacen que este tipo de castigos sea poco probable en la actualidad. Muchos países cuentan ahora con salvaguardias institucionales que incluyen sistemas judiciales bastante fuertes capaces de resistir la tiranía de una descarada represión del Estado. Pero como resultado, los medios de comunicación son controlados de formas más sutiles y su violencia es más suave. Con este telón de fondo se puede interpretar la retirada de anuncios gubernamentales de los medios comerciales en Kenia.
Control de la cartera de medios de comunicación
En Kenia, la decisión de retirar la publicidad siguió a una reunión especial del gabinete que acordó que se lanzaría un nuevo periódico para articular con mayor precisión la agenda gubernamental. El gobierno también sostuvo que el cambio era parte de una iniciativa para frenar el gasto desbocado al reducir la inversión publicitaria en los principales medios de comunicación de Kenia y dirigir el dinero al nuevo proyecto.
Una medida similar fue tomada en Sudáfrica el año pasado cuando el portavoz de comunicaciones del gobierno anunció que reduciría la publicidad gubernamental en los medios de comunicación comerciales locales. En su lugar, la publicidad se haría en el periódico gubernamental Vuk’uzenzele. La decisión retiró una cantidad estimada de 30 millones de dólares de la industria comercial de periódicos del país. El gobierno sudafricano también afirmó que el cambio se llevó a cabo para reducir gastos del gobierno. Pero los críticos han argumentado que la decisión fue tomada para castigar a un medio de comunicación que había sido particularmente crítico de la presidencia del presidente Jacob Zuma.
Tanto en Kenia como en Sudáfrica, las decisiones han golpeado en un momento especialmente difícil para la industria de los medios de comunicación, proporcionando a los gobiernos la herramienta perfecta para controlar la prensa.
¿Sobrevivirá una prensa libre?
Los medios comerciales de comunicación están pasando por un período de crisis sin precedentes. Los viejos modelos de negocio no pueden sostener la operatividad de los medios de comunicación mientras que el público adopta nuevas maneras de consumir noticias. Más que eso, las audiencias de masa se hacen cada vez más pequeñas. Los periódicos, en particular, no han podido adaptarse al perfil cambiante del viejo al del nuevo lector de periódicos.
El efecto ha sido que los periódicos ya no son tan atractivos para los anunciantes. Como tales, tienen que depender mucho más del dinero y patrocinio del estado para sobrevivir. Para evitar control estatal, los medios comerciales de comunicación en África deben repensar sus modelos de negocio y diversificar sus fuentes de ingresos. No será un camino fácil, pero los medios de comunicación no estatales deben también trabajar duro para obstaculizar una reemergente narrativa de «orden». Los Estados nacionales no pueden volver a los días oscuros en que la política gubernamental era singular y puntos de vista alternativos eran silenciados o deslegitimados.
George Ogola
Fuente: African Arguments
[Traducción, Jesús Esteibarlanda]
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