Cómo la crisis del ébola en la RDC ha provocado que muchos niños mueran de sarampión

Hace 45 años, la Organización Mundial de la Salud (OMS) introdujo el Programa de inmunización que cubría 6 enfermedades: sarampión, tuberculosis, polio, difteria, tos ferina y tétano. Desde entonces, las vacunas contra el sarampión se han distribuido a millones de niños alrededor del mundo, lo que condujo a una reducción drástica de muertes derivadas de esta enfermedad. Por ejemplo, entre 2000 y 2017 se estimó que el número total de fallecimientos por sarampión se redujo en un 80% gracias a la vacunación.

El éxito en la lucha contra esta patología se ha conseguido gracias al suministro de, al menos, dos dosis de vacunas al 95% de los niños del mundo. La vacunación representa un paso crítico en la prevención de la enfermedad, ya que no existe tratamiento. Durante un brote, el sarampión afecta principalmente a los niños no vacunados, pero también a los adultos. Este se contagia cuando el afectado tose o estornuda, ya que el virus se mantiene con vida durante varias horas fuera del organismo. Los síntomas incluyen fiebres altas, tos seca, ojos inflamados y características erupciones cutáneas.

El objetivo de la erradicación del sarampión a nivel global estaba marcado para 2020. Sin embargo, parece improbable que este se alcance, ya que el alcance del proceso de vacunación se ha visto deteriorado hasta el punto que la OMS declaró que el rechazo a las vacunas se presenta como una de las 10 amenazas más importantes para la salud mundial. Algunos de los puntos calientes se encuentran en Etiopía, Kazakhstan, Kirguistán, Madagascar o Sudán.

La República Democrática del Congo (DRC) también se encuentra en esta lista, debido a que la crisis del ébola, que afecta a ciertas partes del país, ha tenido como consecuencia el brote de sarampión en proporciones importantes. La principal razón detrás de este comportamiento es que los recursos sanitarios se han orientado a la lucha contra el ébola, cuyo brote todavía no ha sido controlado. Como resultado, la población en general no tiene acceso a los servicios sanitarios rutinarios en los que se incluyen los programas de vacunación.

Una combinación de factores, incremento de la violencia entre grupos armados, desconfianza hacia los equipos médicos y el desvío de los medios para luchar contra el ébola, se ha traducido en una cobertura muy limitada.

El brote de ébola más reciente en la RDC fue declarado en agosto de 2018. Pese a que los equipos de respuesta disponen de herramientas más avanzadas con respecto a otros casos anteriores, la situación sigue sin estar bajo control. El recelo de las comunidades hacia estos grupos médicos se presenta como uno de los principales desafíos. Según los últimos datos provistos por la OMS, los casos de sarampión crecieron en un 300% en los primeros cuatro meses de 2019 en este país. En el conjunto de África, los casos han aumentado en un 700%.

Una estrategia ya ha sido puesta en marcha en la RDC ante el brote de sarampión. Uno de los puntos clave es la colaboración entre instituciones para movilizar recursos y coordinar la respuesta. El ministro de Sanidad ya ha recibido apoyo desde varias organizaciones, incluida la OMS. Puesto que hay vacunas disponibles, el éxito final de la respuesta dependerá de la habilidad de los equipos médicos para suministrarlas a la población en situación de riesgo.

Si bien los programas de vacunación siguen siendo vulnerables ante las posibles crisis que afecten al continente, estos continúan representando un punto clave en la lucha por reducir la mortalidad infantil. Los líderes africanos respaldan estos planes estratégicos de inmunización regional, pero es necesario que se tomen medidas más profundas, políticas efectivas que puedan mitigar los efectos de una crisis en los sistemas de vacunación.

Fuente: The Conversation

[Traducción y edición, Álvaro García López]

[Fundación Sur]

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