Cómo frenar el VIH desde una estación de servicio en Kenia

17/04/2017 | Crónicas y reportajes

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En Kenia, las clínicas nocturnas de tratamiento de VIH, atraen a trabajadores sexuales y conductores de camión porque tienen los mismos horarios que sus pacientes.

Los camiones llegan puntualmente cada noche, inmensos y humeantes, cargados de comida, ropa, aparatos electrónicos y el petróleo que se extrae en el puerto de Mombasa para enviarlo después al interior del continente.

Cada noche, cientos de conductores dejan la carretera en Maai Mahiu, un puesto comercial a 53 KM de Nairobi, atraídos por la creciente oferta de hoteles, bares y restaurantes que se extienden a lo largo de la concurrida autopista.

Y por algo más…

“Me gano la vida con estos camioneros”, nos dice Esther Gacheru*, una trabajadora sexual que, como muchos en el la industria de la “hospitalidad urbana”, se trasladó a la zona con la promesa de grandes oportunidades de negocio. Y no se decepcionó.

Ahora, otro sector ha reconocido el valor estratégico de esta ubicación, una organización benéfica llamada North Star Alliance, que desde 2010 gestiona una clínica nocturna de tratamiento del VIH en un contenedor de transportes azul en el parking de camiones.

Esta clínica es una de las ocho establecidas desde 2009 a lo largo de la columna vertebral del corredor norte de Kenia, la principal ruta comercial entre el país y sus vecinos y un importante foco de propagación del VIH en la región.

El objetivo de estas clínicas móviles es simple, explica Snowrinna Ndida, coordinador del centro North Star Alliance en Maai Mahiu. Se trata de llegar a los grupos sociales especialmente vulnerables a la infección: los camioneros y los trabajadores sexuales, en el lugar donde viven y trabajan. Para conseguirlo, las clínicas intentan llevar los mismos horarios que sus pacientes, algo que tiene un beneficio colateral. Los seropositivos pueden acudir a la cínica para realizar sus consultas, hacerse las pruebas pertinentes y recibir tratamiento al cobijo de la oscuridad.

“Preferimos ir a las clínicas por la noche para minimizar las posibilidades de que nos vea alguien que nos conozca”, confiesa Adam Kiplagat*, un conductor de camiones de larga distancia de 35 años. Kiplagat cree que contrajo la enfermedad en 2009 mientras estaba en Uganda. Kiplagat explica que el trabajo mantiene a los camioneros lejos de sus hogares durante largos periodos de tiempo, en su caso, un mes o más y tener parejas sexuales fuera del matrimonio es algo común.

Durante décadas, los trabajadores sexuales y los camioneros han sido considerados los villanos responsables de la epidemia de VIH y difamados por su papel en la rápida propagación de la enfermedad a través de sus muchas parejas sexuales y largos viajes. Pero, ahora, organizaciones como North Star están dándole la vuelta al discurso imperante.

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Si estos grupos, a los que las autoridades sanitarias se refieren a menudo como “poblaciones clave”, corren un alto riesgo de contraer y propagar el VIH, significa que son el primer eslabón para que cualquier esfuerzo por contener la epidemia tenga éxito.

Por eso, y aunque también ofrece tratamientos para el VIH, North Star centra sus esfuerzos en la prevención, explica Stephen Gichina, doctor y coordinador de la clínica de Maai Mahiu. “Normalmente, tenemos una gran cantidad de preservativos en la clínica”, comenta. “Ahora mismo, tenemos 250.000 preservativos que esperamos repartir en menos de dos meses”.

Además, la clínica cuenta con la ayuda de ocho trabajadores sexuales dedicados a la concienciación, entre ellos Gacheru, que también es seropositiva. “Cuando lo descubrí hace ya diez años (que estaba infectada por el VIH), pensé que era mi final, pero después de someterme a varias sesiones de consulta me di cuenta de que tengo vida por delante”, dice mientras sostiene una caja de preservativos.

Ahora, Gacheru intenta ofrecer las mismas garantías a sus colegas de profesión, visitando cada noche a 63 trabajadores sexuales entre los que reparte gratuitamente preservativos y lubricantes y a los que intenta concienciar sobre la importancia de practicar sexo seguro. En la medida de lo posible, intenta resolver cualquier duda de sus compañeros a este respecto y derivarlos a la clínica de North Star para que se hagan la prueba del VIH.

A fecha presente, la organización asegura que ha conseguido llegar a 524 trabajadores en Maai Mahiu con la ayuda de educadores como Gacheru. Sus esfuerzos parecen estar dando fruto.

Según un informe de 2016 sobre la Propagación del Sida en Kenya, el condado de Nakuru, donde se encuentra Maai Mahiu, vio cómo su tasa de nuevas infecciones caía de 4127 en 2013 a 801 en 2015. Esta es una de las mayores caídas del país durante ese periodo.

“Las trabajadoras sexuales tienen ahora mucho más claro cómo se transmite el VIH. Incluso se dan prisa en avisarte cuando se dan cuenta de que se ha roto el preservativo”, dice Ndida.

Sin embargo, el condado sigue estando en el tercio superior de la prevalencia del VIH en todo el país, y el estigma que rodea la enfermedad sigue muy presiente.

A pesar de que las clínicas de North Star han sido particularmente exitosas en su empeño de llegar a los trabajadores, todavía necesitan hacer esfuerzos más significativos con los camioneros que contratan sus servicios. Después de todo, más de la mitad de las personas que visitan sus clínicas para realizarse pruebas y recibir tratamiento en el condado de Nakaru son, según la organización, los conductores.

“El horario de cierre de la clínica es impredecible. A veces los ves cerrando a las 8 de la tarde, y la mayoría de los conductores llegan a la estación mucho más tarde” se queja Mbugua.

North Star ha comenzado recientemente a dirigirse a los conductores a través de un programa conjunto con la empresa de transportes Star Driver, que ofrece cheques médicos gratuitos, renovación de carnets de conducir, chalecos reflectantes y recompensas monetarias a los conductores a su cargo que visitan regularmente las clínicas de North Star.

“Hemos visto un aumento significativo en el número de conductores que visitan el centro desde que iniciamos este programa hace un par de años”, celebra Gichina.

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En conjunto, la clínica continúa trabajando sin descanso y la mayoría de las noches está tan abarrotada como la carretera Nairobi-Naivasha con la que limita

Un camionero que va camino a Uganda dice que ha venido a recoger preservativos a la clínica. «Sólo somos humanos ¿sabes? Es fácil caer en la tentación cuando estás tan lejos de casa durante tanto tiempo”.

A la mañana siguiente, muy temprano, cuando el sol comienza a elevare sobre el Gran Valle del Rift, el conductor de 35 años vuelve a su camión para empezar el siguiente tramo de su viaje de larga distancia. Entra en su vehículo y dice: “estos preservativos me ayudarán a protegerme del VIH”.

Benard Kimani

*Para redactar este artículo no se han utilizado los nombres reales.

Fuente: Bhekisisa.org

[Traducción y edición, Sarai de la Mata]

[Fundación Sur]


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