África jugó un papel fundamental para permitir la aprobación del Tratado de Comercio de Armas, dicen a la MISNA misioneros y activistas, que señalan la importancia que tiene la votación en la Asamblea General de la ONU de ayer, incluso ante la oposición de algunos grandes exportadores de provisiones militares.
“El Tratado es más débil de lo que habría querido la sociedad civil –señala el padre John Michael Converset, un comboniano que sigue desde hace años las negociaciones de Nueva York– pero puede hacer la diferencia reduciendo el flujo de armas”. Según el misionero, la votación de ayer tiene un significado especial porque el acuerdo fue logrado “a pesar de las maquinaciones de los Estados Unidos y de otros países exportadores”. Ese hecho vuelve fundamental un compromiso decidido de la sociedad civil “también para la entrad en vigor y la aplicación del Tratado”.
La aprobación del texto final, que se produjo con 154 votos a favor, 23 abstenciones y tres votos contrarios, fue favorecida con la contribución de algunos países de la zona subsahariana. Kenya lideró un grupo de 65 países que propuso la adopción del Tratado por parte de la Asamblea General, luego del fracaso de las negociaciones precedentes. Ghana promovió una moción que obtuvo el apoyo de 103 países. “Hubo una fuerte coalición de estados subsaharianos –señala el padre Converset– que presentó resoluciones importantes en momentos claves, logrando obtener muchos consensos”.
Las reacciones de las organizaciones no gubernamentales empeñadas en lograr una reglamentación del comercio internacional de armas fueron positivas, sumadas a un llamado a mantener alta la guardia. Según Benoît Muracciole, un coordinador de Amnesty International que anima la campaña de control de armas, la votación “quita un inmenso obstáculo en el camino de respeto del derecho internacional”. Sin embargo Muracciole advierte que los esfuerzos de la sociedad civil “no se deben detener, porque la entrada en vigor del Tratado es aún un camino largo y difícil”.
El acuerdo fue logrado después de seis años de negociaciones diplomáticas y presiones constantes de la sociedad civil. El texto fue sometido a la Asamblea General luego de que fracasaran la semana pasada los esfuerzos por lograr el vía libre por consenso en la Conferencia final de la ONU, a causa de la oposición de Siria, Corea del Norte e Irán.
El Tratado busca regular un mercado de 80 mil millones de dólares anuales, fijando normas y estándares internacionales. Los países firmantes se comprometen a impedir que las armas convencionales sean transferidos a países bajo embargo o en los que se lleven a cabo actos de genocidio, crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra. Según el texto aprobado ayer, serán los mismos gobiernos los que evaluarán si las armas que pretenden vender corren peligro de ser utilizados por “violaciones graves” o de acabar en manos de la criminalidad organizada. Para que el Tratado entre en vigor será necesaria la ratificación de por lo menos 50 países.
MISNA 03 Abril 2013
