El agricultor burundés Emmanuel Minani supo que era hora de marcharse cuando la pandilla que le había estado aterrorizando durante meses le amenazó directamente con quemarle la casa y con matarle.
Conforme se acercan las elecciones de Burundi, miles de personas huyen hacia la vecina Ruanda, por temor a la violencia a manos de bandas juveniles del partido gobernante, el Imbonerakure.
Minani, de 44 años, huyó hacia el sur de Ruanda la semana pasada con su esposa y sus cuatro hijos, a raíz de las amenazas del Imbonerakure que preceden las próximas elecciones de mayo y junio. “El Imbonerakure amenazó con matarnos porque no somos miembros del partido y nos negamos a votar por su presidente”, dijo Minani, que apoya el partido de la oposición Uprona, el principal grupo político tutsi. “Por la noche, ellos patrullanba la zona y amenazaron con quemar la casa”, añadió, rodeado por un grupo de burundeses aterrorizados que también huyó cruzando la frontera.
Ahora, el grupo de refugiados exhaustos se ha instalado en edificios en ruinas de antiguos campos de entrenamiento del ejército, que se han convertido en un centro de acogida.
El Alto Comisionado para los Derechos Humanos de Naciones Unidas, Zeid Ra’ad Al Hussein, advirtió el miércoles que la “milicia de Imbonerakure” estaba “operando agresivamente y con total impunidad”.
En la actualidad, hay más de 6.000 burundeses registrados en Ruanda, cuyo número aumenta por cientos cada día, muchos de ellos tutsis. Tras décadas de conflicto, las mayorías hutus y las minorías tutsis continúan luchando en Burundi sin reconciliación, y las tensiones han aumentado tras el anuncio del presidente Pierre Nkurunziza de buscar un tercer mandato, a pesar de que la constitución sólo permite dos mandatos.
Aquellos que han huido afirman que cada vez es más difícil salir del país. Minani cuenta que cuando intentó cruzar a Ruanda por primera vez, el Imbonerakure les cerró el paso: “robaron nuestras cabras y nos obligaron a volver a casa”, y añadió que “el Imbonerakure ha construido campamentos en la selva para que la frontera esté controlada todo el tiempo”. Este partido tiene una reputación temible: en febrero, el Observatorio de Derechos Humano relató cómo sus fuerzas de seguridad ejecutaron, al menos, a 47 rebeldes que se habían rendido. Se dice que los miembros del ala juvenil han matado a golpes a los prisiones que no fueron fusilados, y lanzaron a otros por un precipicio, ocultando los cuerpos en fosas comunes. El gobierno ha rechazado las alegaciones pero ha creado una comisión judicial para investigar los casos.
“Son más fuertes que el ejército”, declara otro de los refugiados sobre los partidarios del Imbonerakure. “Un día, en un bar”, cuenta otro burundés que ha huido, “uno de ellos (de los miembros del Imbonerakure) me dijo que si el presidente diera la señal, él limpiaría su rifle con la sangre de los tutsis”. Ninguno de ellos piensa volver a Burundi, aunque las condiciones que viven en Ruanda como refugiados sean pésimas.
Daily Nation – Fundación Sur
Traducción de Iris Pugnaire Sáez
