Ciencia y sociedad: una visión científica para un futuro diferente

6/11/2019 | Opinión

Este es el título de la I Conferencia de la AEAC (Asociación Española para el Avance de la Ciencia) que se celebrará los días 5 y 6 de noviembre en Madrid. Ha llegado el momento –que la irreversibilidad potencial hace apremiante- de reducir las sombrías tendencias actuales propias de la deriva neoliberal que ha sustituido el multilateralismo por la plutocracia (grupos G7, G8, G20), ha favorecido una economía de especulación, deslocalización productiva y guerra (todos debemos ser conscientes de que cada día se invierten más de 4000 millones de dólares en armas y gastos militares al tiempo que mueren de hambre miles de personas, la mayoría niñas y niños de uno a cinco años de edad) y ha desoído los llamamientos de la comunidad científica para la oportuna adopción de medidas contra el cambio climático y la puesta en práctica sin dilación de los ODS ( Objetivos de Desarrollo Sostenible, Agenda 2030) adoptados por la Asamblea General de las Naciones Unidas en noviembre de 2015 “para transformar el mundo”.

Hasta hace poco, la inmensa mayoría de la humanidad se hallaba sometida a un poder absoluto masculino que imponía el perverso adagio de “si quieres la paz, prepara la guerra”. Y los seres humanos, incapaces de ver más allá de su entorno inmediato, eran obedientes, temerosos, silenciosos… El “gran dominio” (financiero, energético, militar, mediático) ha impuesto sus designios y, progresivamente, el supremacismo, la insolidaridad, la codicia, la indiferencia… se han globalizado.

Ahora, por fin, podría convertirse en realidad el protagonismo que la primera frase de la Carta de las Naciones Unidas asigna a “los pueblos”. En 1945 era prematuro: todo fueron Estados y hombres en lugar de “pueblos”. Pero ahora hace tres décadas que, con la tecnología digital, los seres humanos saben lo que acontece y, sobre todo, pueden expresarse libremente. Los pueblos ya tienen voz. Y voz no sólo masculina sino también femenina porque la mujer, progresivamente, está alcanzando, en total pie de igualdad, el lugar y el ejercicio de las funciones que le corresponden.

La sociedad ya se halla ahora facultada para tomar en sus manos las riendas del destino común y hacerlo con la fuerza de la razón y no con la razón de la fuerza, con la fuerza de la palabra, germinando la cultura de paz en donde siempre lo hizo la cultura de la guerra, y favoreciendo la solidaridad, las manos abiertas y nunca más alzadas ni armadas.

ciencia_y_sociedad.jpgAhora ya podemos unir las voces y hacer frente al “gran dominio” con inmensos clamores populares, tanto presenciales como, particularmente, en el ciberespacio. El silencio puede ahora convertirse en el cómplice de la inacción y de la degradación de la calidad de vida. Delito de silencio. Corresponde a las comunidades académica, científica, artística, literaria, intelectual en suma, liderar la movilización ciudadana y llevar a cabo, antes de que sea demasiado tarde, los cambios radicales que son exigibles. Es urgente el mayor número posible de entidades en este Acuerdo para favorecer esta inflexión que, de otro modo, no tendrá lugar.

Con mucha dificultad –por el cambio abrupto que representa- la gente se ha ido dando cuenta de que los retos globales requieren respuestas globales y, con mayor dificultad todavía si cabe, de la irrelevancia cuantitativa de la mayoría de países y asociaciones regionales que, como sucedió en Europa hace unos años, pueden representar, no obstante, un gran valor cualitativo (democracia, derechos humanos universales, solidaridad, fomento de la ciencia y la innovación…).

Es inaplazable un nuevo concepto de seguridad que atienda no sólo a la defensa de los territorios sino de las necesidades básicas de los seres humanos que los habitan (alimentación, agua potable, servicios de salud, cuidado del medioambiente, educación). Y un nuevo concepto de trabajo que dé servicio a la sociedad en su conjunto, de tal modo que el progreso científico no actúe en detrimento sino muy a favor de la dignidad de cada ser humano.

Los tiempos actuales se caracterizan por ser convulsos y llenos de sobresaltos. La crispación se contagia y el nivel de autocontrol disminuye. La espiral de protesta se acelera porque representan a sociedades progresivamente conscientes que se movilizan porque aspiran a otro nivel de vida, a otro estilo de vida y a otro futuro. En especial se han movilizado los jóvenes ante la urgencia de medidas que mitiguen el cambio climático, y también las mujeres reclamando igualdad y más oportunidades de ser protagonistas de la historia.

La ciencia debe ayudar al ciudadano para que no quede a merced de unos grandes consorcios internacionales y de unos pocos gobiernos. El difícil equilibrio radica en cómo gestionar social y éticamente la ¿inevitable? Globalización.

Es imprescindible no confundir educación con capacitación, conocimiento con información e información con noticia. Es, pues, preciso, verificar bien las informaciones tan rápidamente asequibles en la actualidad, para que, en breve plazo, la humanidad sea capaz de que sean los conocimientos y no los intereses los que orienten la brújula del mañana.

Hace un año y medio, un grupo de científicos y ciudadanos creamos la Asociación para el Avance de la Ciencia, AEAC, como un movimiento cívico que plantea la aplicación del método científico al análisis de la realidad y de los retos globales que tiene planteados esta generación. En la conferencia que se va a celebrar próximamente, se plantean temas como: ¿de qué forma actuar frente a la emergencia climática?; la dinámica / equilibrio ciudades y el medio rural; servicios sanitarios de calidad como gran prioridad…

Deseamos unirnos a la mayor brevedad posible con otras asociaciones y federaciones nacionales e internacionales para, bien unidos y concertados, poder reaccionar a tiempo y favorecer el “cambio de rumbo y nave”, como tan lúcidamente recomendó José Luis Sampedro.

Invitamos a todos a unirse a este movimiento ciencia-sociedad que nos permitirá alinearnos con los Objetivos de Desarrollo Sostenible patrocinados por la ONU como esenciales si queremos transmitir a nuestros descendientes un futuro mejor que nuestro presente. (Ver en el siguiente enlace: https://aeac.science/presentacion-federico-mayor-cys/).

Federico Mayor Zaragoza

[Fundación Sur]


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Autores

  • Federico Mayor Zaragoza nació en Barcelona, en 1934. Doctor en Farmacia por la Universidad Complutense de Madrid (1958), en 1963 fue Catedrático de Bioquímica de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Granada y en 1968 llegó a ser Rector de esta institución, cargo que desempeñó hasta 1972. Al año siguiente fue nombrado catedrático en la Universidad Autónoma de Madrid.

    Cofundador en 1974 del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, de la Universidad Autónoma de Madrid y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, entre otras responsabilidades, el Profesor Mayor ha desempeñado los cargos de Subsecretario de Educación y Ciencia del Gobierno español (1974-1975), Diputado al Parlamento Español (1977-78), Consejero del Presidente del Gobierno (1977-78), Ministro de Educación y Ciencia (1981-82) y Diputado al Parlamento Europeo (1987).

    En 1978 pasó a ocupar el cargo de Director General Adjunto de la UNESCO y, en 1987, fue elegido Director General de dicha Organización, siendo reelegido en 1993 para su segundo mandato. En 1999, decide no presentarse a un tercer mandato y, a su regreso a España, crea la Fundación para una Cultura de Paz. Preside el Consejo Científico de la Fundación Ramón Areces.

    Además de sus numerosas publicaciones científicas, ha publicado cuatro poemarios y varios libros de ensayos. Es miembro de una treintena de academias de las ciencias y asociaciones de todo el mundo y Doctor Honoris Causa de varias universidades.

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