Reina una calma precaria en Brazzaville, luego de dos días de enfrentamientos entre la policía y los manifestantes contrarios a la reforma de la constitución que permitiría al presidente Denis Sassou Nguesso un nuevo mandato presidencial.
Durante toda la jornada de ayer solo se produjeron enfrentamientos limitados al momento en que algunos jóvenes se enfrentaron a la policía que trató de desalojar algunas barricadas en una importante calle de la capital congoleña. Seis dirigentes de una de las coaliciones de oposición (el Frente Republicano por el Respeto del Orden Constitucional y la Alternancia, FROCAD) fueron detenidos durante algunas horas por la policía.
Clément Miérassa, Guy-Germain Kinfoussia, Marion Mandzimba, Henri Boukoulou, André Ngalibaki y Emmanuel Boungouandza fueron arrestados por “posesión de bombas molotov”: según lo que afirman las autoridades, habrían sido vistos en compañía de jóvenes que tenían consigo las botellas incendiarias. Cuatro dirigentes deberán comparecer hoy ante el fiscal.
Amnesty Internacional manifestó preocupación por los acontecimientos de Brazzaville, en los que según el gobierno se produjo la muerte de cuatro personas. Según la oposición, los muertos serían alrededor de veinte. La entidad defensora de los derechos humanos criticó en particular la “dura respuesta” de las fuerzas del orden a las protestas, y señaló el peligro de “incendiar una situación ya de por sí tensa”.
Una posición diferente es la que adoptó Francia, la antigua potencia colonial del país. “Denis Sassou Nguesso puede consultar a su pueblo, es parte de su derecho, y el pueblo debe responder. Luego habrá que reunir, respetar y pacificar”, declaró desde París el presidente François Hollande
MISNA (Fundación Sur)