Los grupos yihadistas armados mantenían sitiadas, al menos, 46 regiones en todo Burkina Faso el pasado julio. Según ha informado recientemente Amnistía Internacional, estos grupos estaban impidiendo el acceso a alimentos y agua potable, así como secuestrando mujeres.
Amnistía dijo que la táctica estaba siendo cada vez más utilizada desde el año pasado por los grupos armados afiliados a Al Qaeda y al Estado Islámico.
Los grupos armados impiden que las poblaciones asediadas tengan acceso a «alimentos, agua potable y salud, lo que obliga a las personas a desplazarse«, afirmó el grupo de derechos humanos en un informe.
Se establecen puestos de control en las principales rutas de salida, se colocan artefactos explosivos improvisados (IED) para limitar el tráfico y se llevan a cabo ataques ocasionales contra civiles, soldados y convoyes de suministros, añadió.
«Amnistía Internacional recopiló información sobre casos de secuestros de mujeres por grupos armados en el contexto de localidades sitiadas«, dice el informe.
Señala que las ciudades, pueblos y aldeas estaban repartidos por todo el país de África occidental, pero que las regiones del norte del Sahel y del oeste de Boucle du Mouhoun se vieron particularmente afectadas.
Definió una localidad sitiada como aquella en la que el ejército y/o los Voluntarios para la Defensa de la Patria (VDP), una fuerza civil que apoya a los militares, están presentes, pero donde los grupos armados prohíben o restringen el libre acceso de personas, bienes y servicios.
Burkina Faso vio la llegada de islamistas desde Malí en 2015.
Desde entonces, más de 17.000 personas han muerto en ataques, más de 6.000 sólo desde principios de este año, según un recuento del grupo de seguimiento Armed Conflict Location and Event Data Project (ACLED).
Más de dos millones de personas se han visto obligadas a huir de sus hogares.
El país sufrió dos golpes de Estado el año pasado, ambos provocados en parte por el descontento por el fracaso en frenar la furiosa insurgencia yihadista.
Amnistía advirtió sobre las graves consecuencias humanitarias de los brutales asedios.
Unos 373 centros de salud habían sido cerrados hasta junio debido al conflicto, lo que afectó el acceso médico de 3,5 millones de personas, según el informe.
Sin embargo, añadió que, a pesar de los esfuerzos para responder a las necesidades humanitarias, «el Gobierno burkinés ha adoptado medidas que han creado dificultades para el trabajo de las organizaciones humanitarias y el acceso de los civiles necesitados a la ayuda humanitaria«.
Encontramos una situación similar a la de Burkina Faso en el país vecino de Malí, donde los grupos yihadistas aumentan el control sobre todo el norte del país.
Lázaro Bustince
[CIDAF-UCM]