Al igual que la zimbabuense Kudzanai-Violet Hwami o la sudafricana Zanele Muholi, muchas mujeres artistas utilizan sus cuerpos en su arte para defender sus derechos y sus elecciones.
La joven no nos mira. Ella está de pie, desnuda, con el vientre hacia delante y una pierna hacia arriba, mostrando su sexo con desafío. Esta obra de la artista zimbabuense Kudzanai-Violet Hwami no es pornografía sino una orgullosa autoafirmación que se lee en su cara y en el blanco de sus ojos.
Presentada en octubre en la feria de arte africano contemporáneo 1:54 en Londres, en la Galería Tyburn, este gran cuadro de 1,70 m x 2 m es lo suficientemente representativo del trabajo de la joven artista visual. Juega con en el contraste entre la intensa presencia de los cuerpos negros, realistas, figurativos, moldeados en la masa de la pintura, y con fondos coloridos más o menos abstractos.
Purifica la puesta en escena
«Intento acentuar la presencia del cuerpo», afirma Kudzanai-Violet Hwami. Eliminar los elementos decorativos de las fotografías originales me permite cambiar la historia que cuenta una pintura. La idea me vino al fijarme en los clichés que envuelven a las modelos africanas, que acostumbran a posar frente a fondos coloridos y vibrantes.
Fue realmente sorprendente estudiar estas imágenes y centrarnos en los efectos de la yuxtaposición entre la piel oscura y el turquesa o el rojo brillante. Para mí es una forma de decir: «Estoy aquí. Mira de cerca «.
Provocación voluntaria
Durante mucho tiempo, la artista trabajó con fotos sacadas de Internet, luego pasó a hacer collages y pasó las imágenes a lienzos, con óleos y acrílicos. Con Dance of Many Hands, interpretada en 2017, decide ir más allá representándose a sí misma, conquistadora, junto a una palmera en una maceta demasiado pequeña para ella.
Quizás deberíamos ver este cuadro como una alegoría de la emigración, del desarraigo, pero debemos fijarnos especialmente en la orgullosa afirmación de lo que es la artista: mujer, negra, homosexual, zimbabuense, londinense, una persona libre.
Entre sus influencia, la joven destaca a los pintores estadounidenses Henry Taylor y Kerry James Marshall, que posicionaron el cuerpo negro al frente de su creación. Explorando temas clásicos como la verdad, la muerte, el sexo, la niñez o la vida cotidiana sin virulencia, Kudzanai-Violet Hwami se decanta por poses extrañas, a veces antinaturales, liberando a los cuerpos prisioneros del papel de las fotografías.
Sus obras son un acercamiento al poder y a la liberación, una forma de decir que nuestro cuerpo y nuestra historia nos pertenecen.
Un apoyo para defender la causa homosexual
Un enfoque no tan distante al de la «activista visual» Zanele Muholi, que expone hasta el 24 de octubre (en Autograph ABP, Londres) su serie de fotografías bautizadas como Somnyama Ngonyama («Hola, leona negra») ). Comprometida desde hace tiempo con la causa homosexual, la artista visual sudafricana creó en 2009 el sitio Inkanyiso («luz», en zulú), donde alberga los testimonios de mujeres que narran la vida cotidiana de las lesbianas sudafricanas.
Zanele Muholi es más conocida por sus numerosos retratos en blanco y negro (series Being and Faces y Phases) de estas mujeres, a menudo tratadas con desprecio, y que logró capturar sin una victimización excesiva. Pero en su nueva serie, ya expuesta en el Rencontres d’Arles (Francia) en 2016, se entrega al juego del autorretrato. Personifica a personajes arquetípicos, al límite de la burla, e insiste en el negro de su piel para reafirmarlo.
De la envoltura corporal a los flujos internos
Pulverizando los códigos de fotografía etnográfica, utiliza varios accesorios para cuestionar diferentes temas políticos, económicos, sociales y ambientales. Su mirada llena de desafíos lograr fascinar, al igual que la de Kudzanai-Violet Hwam.
«La realidad es que no pretendo ser negra», escribió.“Es mi piel, y esta experiencia está profundamente arraigada en mí. Al igual que nuestros antepasados, vivimos en negro durante trescientos sesenta y cinco días al año y deberíamos hablar sin miedo».
También expuesto en la feria 1:54 por la galería A. Gorgi, la joven artista visual Aicha Snoussi da un paso más allá, penetrando de cierta manera en el corazón del cuerpo, en los pliegues secretos de la carne . Con Bugs (Anticodexxx), muestra una serie de dibujos y «recortes» hechos sobre antiguos libros escolares comprados al kilo en una calle comercial en Túnez.
Un arte libre de imposiciones
«Al dibujar encima, cortándola, desgarrándola, construyo una especie de anti-enciclopedia», dice la artista. Ciertos dibujos, mitad orgánicos, vegetales o mecánicos, empujan al visitante hacia el flujo, a las entrañas de la existencia: lo que ve vivo, palpitando, manteniéndose alejado de cualquier forma conocida.
Snoussi también se permite romper sus cuadernos, abrir orificios que pueden servir como reminiscencias de genitales femeninos o de lesiones. Colocados planos, abiertos, los cuadernos se pueden manejar como se quiera. Ya no son el receptáculo del conocimiento dictado por ninguna autoridad, religiosa, moral, o intelectual, incluso cuando están en un Corán. El mundo de los libros, del conocimiento y de la fe, ha sido progresivamente corrompido, ¿o reconquistado?
Artistas y representantes de mujeres oprimidas
Tres artistas, tres mujeres, que, a su manera, reclaman a través de su arte sus derechos sobre su sexualidad, sus cuerpos y, en general, sobre sus vidas y cómo llevarlas. Existen docenas de ejemplos: la keniata Wangechi Mutu o la sudafricana Mary Sibande intentan también, con sus videos, sus esculturas, y sus pinturas, reclamar qué mundo machista y racista les ha oprimido el suficiente tiempo ya.
Algunos les critican por pertenecer a un entorno privilegiado, pero probablemente sea necesario verlos como portavoces de aquellos que no pueden permitirse que se les escuche.
Nicolas Michel
Fuente: Toys and techniques
[Traducción, Juan Vacas]
[Fundación Sur]
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