Arriba y Abajo, por Félix Pérez Ruiz de Valbuena.

21/01/2011 | Bitácora africana

baile

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Dice mi hija Olvido, que ha venido a pasar unas semanas a Burkina Faso, que vivo en una montaña rusa de las emociones, que es lo malo que tiene la adolescencia y sus problemas del corazón.
Tiene razón al ironizar sobre mis estados de ánimo y los subidones y bajones emocionales que me gasto. En todo caso esto de sufrir el síndrome de Merlín ya me pasó en España hace 2 años y fue lo que me despeñó a África por no caerme desde alguna altura más rocosa.

Y en esas sigo y seguía intentando encontrar a alguien que llene mi corazón y mi vida, no sólo mi cama… pero no dejo de equivocarme una y otra vez y también metí la pata con mi última apuesta emocional, por así decirlo. Ya había contado que esto de los cruces culturales son difíciles pero me cuesta renunciar a intentarlo. Los lugares comunes y culturales casi no existen y hay que buscarlos, lo cual no es fácil, pero me niego a ir a los clubs o círculos de ‘blancos’ como me proponían unos amigos españoles en Ouaga. La verdad es que no siento que me he venido a África, Burkina Faso, para mantenerme ‘aislado’ de los negros y relacionarme sólo con los blancos, como hacen muchos de los que aquí conozco. Pero no es fácil, ni conocer a la gente y cómo piensan y sienten y menos que te den su confianza o te abran sus corazones.
Y con las mujeres más difícil todavía. Pero como soy tozudo, terco más bien, e infantiloide no quiero dejar de intentarlo.

Así que me volví de España con una relación terminada y con la fatiga del volver a empezar después de sentir el ridículo de haber hecho presentación oficial a familia y amigos. Pero las cosas son como son y nunca me he arrepentido de lo que he hecho ni me he avergonzado, aunque sean payasadas como ésta. Y a pesar de mi patética imagen tengo amigos, lo cual demuestra que hay santos en este mundo o existe la caridad.
Así que de vuelta a casa, la segunda o la primera o yo qué sé y a organizar una fiesta de fin de año (y cumpleaños).
Invité a unas 80 personas y 40 pollos. Los primeros pasaron un poco de frío (es invierno y puede que estuviéramos a 18º por la noche, que aquí es el Polo) y los segundos se asaron. Roles.

También música y otras viandas y un montón de turrón. No quedó nada como suele pasar, ni de las 400 brochetas, ni una cerveza o un refresco.
Lo pasamos muy bien, bailes incluidos. Y ya se sabe lo que pasa en estas fiestas, bebes, te animas, bailas, ves hermosas todas las mujeres y vuelves a intentar eso de ligar. En esos líos me metí y la final me fui a llevar a una mujer encantadora a su casa porque no había traído moto. Casi no había llegado y me llamó por teléfono Amadé, un hombre que me hace algunos trabajos diciéndome que tenía que volver. Me quedé sorprendido y dejé a mi amiga en su casa y volví. La fiesta se había acabado y Amadé me pidió hablar conmigo. Quería decirme que la chica estaba enferma… que tengo que tener mucho cuidado o mejor no salir con ella… Se refiere a que tiene SIDA. Aquí las otras enfermedades, que matan tanto o más, no tienen tanta trascendencia mediática, ni están tan malditas. Es verdad que el SIDA ha diezmado muchos países africanos, pero es la única enfermedad para la que las medicinas aquí son gratis, donaciones del primer mundo. Puedes morirte de una gripe o de un ataque de asma, porque no te van a dar ni un medicamento, ni una aspirina, pero tendrás gratis los antivirales que necesites para tratamiento del SIDA. Contradicciones.

Me dijo Amadé que para él yo era como un padre y que cualquier desgracia que me pasara a mí es como si le pasara a él mismo. Y yo que ya había echado la lengua a paseo con la chica, quedado para el día siguiente, etc, me encontré ‘planchado’ y confuso. Y sigo sin saber qué hacer, porque sin ser especialmente guapa es una mujer encantadora, pero no veo fácil intentar una relación estable con esta situación de partida.

Salimos, viene a comer a casa, hemos ido a la discoteca a llevar a mi hija…, y 3 personas más han venido a advertirme de la situación. Lo hacen porque no quieren que me pase nada, les va en ello mucho de su situación económica actual, pero me están tocando un poco las narices con tanta discriminación sanitaria. Ya veré qué hacer.

Original en http://fronterad.es/

Autor

  • Pérez Ruiz de Valbuena, Félix

    Félix Pérez Ruiz de Valbuena. ( Calatañazor, Soria, Diciembre 1954 ) Estudió economía . Marxista-leninista de formación política, afirma que no le sirvió para hacer nada demasiado útil en la vida universitaria, salvando quizás el Festival de los Pueblos Ibéricos. Empresario familiar comparte con sus dos hermanos la propiedad de una empresa de formación. reside actualmente en Burkina Faso con la esperanza de comenzar de nuevo con proyectos que le devuelvan la ilusión. Con tres hijos y un nieto, que le hacen felices los más de los días. Y como dice Soltero y sin compromiso. Es colaborador de la Revista Digital Frontera D con su Blog Negros sobre blanco , que iremos reproduciendo en nuestra sección de Bitácora Africana, agradeciendo a Frontera D la autorización para hacerlo y por supuesto a Félix Pérez Ruiz de Valbuena

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