Angola: los caminos de la democracia, por Virgilio Samakuva

31/05/2012 | Bitácora africana

Hace pocos días alguien contactó para preguntar cuál era el sentido o la justificación de la gran manifestación popular celebrada en Angola el 19 de mayo pasado, contra el Gobierno del Presidente José Eduardo dos Santos.

A pesar del limitado tiempo que teníamos, abordé con él esa cuestión y vi que mi interlocutor se había quedado muy entusiasmado e interesado en profundizar en el tema de Angola. Me dijo que nunca había pensado que las cosas eran así. A partir de ahí, pensé hacer este escrito y ponerlo a disposición de todos los ciudadanos que seguramente se preguntan lo mismo.

Los angoleños, tenemos un gran y maravilloso país: una floresta estupenda, una fauna formidable, una hidrografía sin igual, una extraordinaria geología, un país bendecido con todas las riquezas posibles, una población agradable en fin, todos los ingredientes que deberían convertirlo en un sitio donde los angoleños y sus amigos extranjeros deberían sentirse en su casa y sacar de esa relación todos los beneficios. Desgraciadamente, la verdad es que tras 37 años de independencia de Portugal, tenemos un país donde una docena de familias viven en la más extrema riqueza robada del erario público, mientras millones de personas viven en la más extrema miseria: una población sin agua potable, sin electricidad, sin cuidados médicos adecuados, un gran número de niños fuera del sistema escolar, una juventud desamparada, una población excluida de la vida decente que pregunta hoy todavía, “¿cuándo se terminará la independencia?”: -una frase que refleja bien el dolor de quien está ahora consciente de que ha sido traicionado por su propios líderes.

Necesariamente ANGOLA necesita de un cambio que la población anhela desesperadamente.

El problema es el siguiente: Angola tomó la decisión de adoptar la vía de la democracia a partir de 1991. Una de las características de la democracia es sin duda la alternancia a través de elecciones libres, justas y periódicas.

Pero en Angola hay un régimen y un jefe que está en el poder desde hace 33 años, sin que nunca haya sido elegido por el Pueblo Angoleño. Un régimen que habla de democracia, pero que manifiesta abiertamente su alergia a las elecciones transparentes. La historia electoral de Angola está claramente dominada por fraudes que desvirtúan constantemente la expresión real de la voluntad del Pueblo: así sucedió en los comicios de 1992, dando origen a un triste conflicto que se ha llevado miles y miles de vidas.

En las elecciones siguientes (Septiembre 2008), se produjo idéntica situación y de forma todavía más descarada. Para mencionar un solo ejemplo, creo que nadie aceptaría en su país, elecciones celebradas con ausencia de cuadernos electorales (estamos en el XXI siglo). Esto sucedió en esas elecciones donde el régimen se atribuyó el 81% de los votos. Aunque con claras evidencias de fraude, los dirigentes de la principal oposición han tenido que apelar al Pueblo, para que aceptara sacrificar su voluntad expresada en las urnas, solo con el fin de preservar la paz y la estabilidad de este ya sufrido país.

Angola se prepara ahora para las terceras elecciones de su historia pero antes, haciendo uso de la mayoría absoluta resultante del anterior fraude, el régimen ha hecho aprobar una nueva Constitución hecha a su medida, una Constitución que elimina la elección directa del Presidente de la Republica. A partir de entonces, el Presidente de la Republica será el primero de la lista del partido o coligación de partidos políticos más votado en las elecciones generales. Sin embargo esto no ha sido suficiente y en consecuencia ha surgido, en seguida, un brazo de hierro entre la oposición parlamentaria y el gobierno porque, éste quería ignorar el órgano independiente que establece la Constitución para la organización de dichas elecciones, y atribuirse asimismo todas las tareas que, conforme lo establece el artº 107, debían de ser responsabilidad de la Comisión Nacional Electoral. Ha sido necesario emplearse a fundo hasta que la oposición y el pueblo consiguieran hacer respetar este artículo de la Carta Magna. Pero las violaciones de la misma no han cesado. Siempre con la intención preparar mejor un nuevo fraude, grupos organizados del régimen, han estado recogiendo las tarjetas electorales de los ciudadanos en las zonas de influencia de la oposición. Para colmar el vaso, el gobierno nombró jefe de la Comisión Nacional Electoral, a una persona del círculo del mandatario, que no cumplía los requisitos que establecía la Constitución. Pese a las reclamaciones constantes de la oposición rogando la retirada de esta persona y el cumplimiento de la ley, el régimen mantenía su posición ilegal, imponiendo asimismo, su voluntad sobre los órganos judiciales encargados de decidir sobre ello.

Estas constantes violaciones de la Carta Magna y de forma general, la falta de transparencia en muchos actos del proceso constituyendo claros indicios de nuevo fraude electoral a la vista, son en resumen, los principales motivos de las manifestaciones populares que han tenido lugar en el pasado 19 de Mayo, no solo en todas las capitales provinciales del país, sino también en algunas capitales europeas con especial relevancia para Paris, Bruselas y Ginebra.

El aspecto más importante que merece una reflexión para todos los observadores, inversores, amigos y todos los interesados de la política africana y en particular de Angola, es que esta manifestación marca un punto de inflexión en la marcha de este país hacia la democracia que, contrariamente a lo que se afirma, todavía es un espejismo. Para justificar esta aserción, después de lo que ya hemos citado, basta referirnos que el derecho de manifestación está consagrado en la Constitución de la República en su artº 47, pero todos los anteriores intentos de manifestarse, han merecido del gobierno de José Eduardo dos Santos, una respuesta de extremada violencia seguida de cárcel. La manifestación del 19 de Mayo, organizada por UNITA, el mayor partido de la oposición con apoyo de todos los sectores, ha sido la manifestación de todos los riesgos por ser la primera que se ha celebrado en esas dimensiones, y en la que la gran incógnita durante los preparativos era, si las fuerzas de seguridad, que habitualmente el régimen utilizaba para reprimir al Pueblo, iban a colocarse del lado de la defensa de la Constitución, o si se posicionarían del lado de la dictadura. La respuesta ha sido muy clara.

El caso es que el Pueblo está cansado de ver su voluntad escamoteada. El Pueblo no está en la disposición de una vez más tener que aceptar un nuevo fraude en las próximas elecciones y es por ello que pide solo una cosa: la transparencia, para que sus votos no sean robados una tercera vez.

¿Qué hay que sacar como lección de esta primera manifestación?

Debe ser un aviso a todos los actores, dentro y fuera del país. Cuando, tras tantos años de exclusión y, consciente de los riesgos a que se enfrenta, el Pueblo prefiere plantar cara a esos riesgos y decir basta de la forma como lo hizo, hay que entender que la barrera del miedo se ha derrumbado y ese Pueblo se prepara para asumir sus responsabilidades. Hay que escucharlo y rectificar lo que está equivocado.

Cuando actores tan importantes como la Unión Europea reducen a una mínima expresión, la necesidad del envío de observadores a un proceso electoral que sin embargo arranca con deficiencias tan claras como las mencionadas, hay que reconocer que hay aquí un error de lectura que es necesario rectificar, cuanto antes. Hay que convencer a los que deciden, que es imprescindible y necesario que haya testigos imparciales de lo que va a suceder. No es que la Unión Europea tenga una varita mágica que vaya a resolver todos los problemas que van a surgir. Pero su presencia sería un gesto más de solidaridad con este Pueblo que busca su libertad, justicia y un poco de felicidad por vía pacífica.

No se puede ser defensor de derechos universales, cuando los defiende uno en su casa, pero no puede ser solidario con el que, fuera, lucha para beneficiarse de esos mismos derechos. El ruego lanzado por los angoleños de la diáspora a través de la carta enviada al Presidente de la Comisión Europea, Sr. José Manuel Durão Barroso el mismo 19 de Mayo clamando por un cambio de actitud, debía merecer la atención de todos. Las elecciones en Angola necesitan todo cuidado de los interesados en la preservación de la justicia, la paz y la estabilidad actual, que debía de ser beneficiosa para todos.

No se puede pedir constantemente a los angoleños que sacrifiquen su voluntad expresa en las urnas, en nombre de una estabilidad que les mantiene en la más extrema miseria, mientras los beneficios del engañoso crecimiento económico del que tanto se habla, siguen alimentando esa minúscula casta de amigos y familiares privilegiados de un régimen caduco.

Virgilio Samakuva

[CIDAF-UCM]

Autor

  • Kanjimbi Samakuva, Virgilio

    Nació en Angola, de una humilde familia campesina.

    Estudios primarios en una escuela de misioneros canadienses, secundarios en una escuela oficial del Portugal colonial y universitarios, fuera de su país.
    Es licenciado en ciencias políticas y sociología por la UNED, Master de Relaciones Internacionales y Comercio Exterior por el INFOREM y titular de un diploma de Altos Estudios Internacionales por la SEI de Madrid.

    En la Universidad de Abidjan perfeccionó sus conocimientos de la lengua francesa y en Madrid la española, lenguas que escribe y habla fluentemente, lo que le confiere la posibilidad de comunicarse con facilidad en cuatro idiomas distintos.
    Fue sucesivamente militar del ejército portugués, funcionario público en Angola, y durante años, representante del partido político angoleño UNITA en las capitales de la Republica de Zaire, actual Rep. Democrática del Congo, la Republica de Costa de Marfil y posteriormente Delegado junto a la Comunidad Angoleña en España, país donde reside en la actualidad.

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