Anatomía del sistema judicial de Ruanda según Victoire Ingabire

2/11/2015 | Crónicas y reportajes

Hace cinco años que la opositora al gobierno ruandés, Victoire Ingabire Umuhoza, fue detenida. Presidenta de las Fuerzas Democráticas Unificadas, convertida en el icono de la lucha por la democracia y los derechos humanos en Ruanda, ha publicado su primer libro, editado por Scribes: «entre las 4 paredes de 1930: notas de Victoire Ingabire Umuhoza 2010-2013». Una recopilación de notas en las que relata sus años enferma tras las paredes de la conocida prisión 1930. De sus ideales a su juicio, pasando por sus dudas, Ingabire no omite nada. Claramente, del libro pueden extraerse elementos que permiten analizar lo que podríamos denominar la «anatomía del sistema judicial ruandés». Hasta ahora, dicha anatomía provenía de los medios, sesgados, y de fuentes oficiales, y por primera vez la realiza una presa. Esta anatomía del sistema judicial que describe Ingabire se basa en cuatro pilares fundamentales: el miedo, la trampa, la propaganda y el perdón.

¿Una novela?

En esta recopilación de notas, Victoire Ingabire se desvela al lector y comparte con él sus emociones de mujer, sus pensamientos y reacciones, así como la vida de simple presa entre los muros de 1930. Mensajes clandestinos de relaciones ocultas, comparte sus vivencias sin omitir los fracasos y emociones, que son humanos. Se levanta un velo, y más que nunca, Ingabire abre una puerta al lector hacia los entresijos de su lucha política y social, pero igual de humana. Si este libro cae en manos de un lector cualquiera que desconozca la identidad y el calvario de la autora, tendrá la impresión de leer una novela de ficción como 1984 de George Orwell. El libro está escrito con el estilo y la forma de una novela: hay personaje principal y personajes secundarios, es un relato que sigue la historia de un personaje que quiere ser presidente, y que no puede ni acercarse a su objetivo por culpa del sistema estalinista en el que vive.

Por supuesto, el libro ni es novela ni es ficción, pues el personaje no es otra que Ingabire misma, y el relato no es el resultado de su imaginación sino más bien la narración de su dolorosa experiencia, de sus observaciones, de sus reflexiones, y hasta de sus predicciones.

Extracto del libro digno de las novelas de la serie SAS (de Villiers):

[El 23 de marzo de 2010, Ingabire, que creía estar en un Estado de derecho, se quiso dirigir al aeropuerto de Kanombe para ir a visitar a su familia en los Países Bajos]

«En efecto, tengo una reserva en primera clase que debo confirmar sólo unas horas antes de facturar. Tengo por ello que tomar algunas precauciones porque ya me han llegado rumores del riesgo que corro al intentar salir del país. De hecho, recibí una visita de mi informador el martes por la mañana. Me advirtió de que las autoridades sabían que tenía la intención de salir del país. Iban a intentar impedirlo. Además, personas de su entorno habrían planeado colocar granadas en mi coche sin que yo lo supiera. El registro que tendría lugar a mi llegada al aeropuerto les hubiese permitido arrestarme por intento de atentado». (pg. 37)

Una de las precauciones fue no dejar que nadie se acercase al coche. La otra fue la siguiente:

«Hacia las cinco de la tarde, solicité una vez más que registrasen mi coche, y así se hizo. En ninguna de las ocasiones encontramos nada sospechoso…pido entonces que me acompañe una pequeña escolta compuesta por dos amigos y mi abogado holandés, Julius Von Boné, que en este momento está en Ruanda. Cada uno conoce las directrices…nos damos entonces cuenta de que nos están siguiendo, desde el kilómetro uno, por esta carretera secundaria. Nada nuevo hasta el momento, llevar agentes siempre detrás se ha vuelto ya costumbre. A la altura del aeropuerto, pido al conductor que continúe todo recto. Quiero ver la reacción de los que nos siguen. El conductor acelera para despistar a la compañía y, un kilómetro más adelante, retira el coche al arcén y apaga las luces. Nuestros perseguidores nos adelantan menos de un minuto después a gran velocidad. Puede que piensen que hemos decidido salir del país por tierra. Damos entonces media vuelta antes de encontrarnos frente a frente con una de las motos que me ha hecho compañía desde que volví a Ruanda». (pg. 38)

El miedo

En este libro el miedo es omnipresente. Todo el mundo tiene miedo. Desde su llegada a Kigali, el 16 de enero de 2010, Ingabire trata directamente el asunto en un discurso que se ha vuelto histórico: « ¿Cuál es el objetivo de nuestra lucha? », pregunta antes de añadir: «queremos que cada uno de los ruandeses deje de tener miedo» (pg. 12). Así que Ruanda sin miedo es Ruanda sin el FPR. El libro muestra cómo el miedo se ha convertido en un arma del sistema judicial. Sin él, el FPR no tendría ninguna influencia sobre los ruandeses.

La noción de «miedo» estará presente desde el 8 de febrero, durante la primera cuestión del primer interrogatorio en el Departamento de Investigación Criminal con el famoso jefe del servicio, Tony Kuramba.

«-TONY KURAMBA: Cuando llegó usted al aeropuerto de Kanombe, dijo que los ruandeses tienen miedo. ¿De quién hablaba? ¿Por qué tienen miedo? Dijo que les iba a liberar, ¿a qué se refería exactamente?
-INGABIRE: En primer lugar me gustaría que usted entendiera que hablé desde mi papel de política. Me estaba refiriendo a la historia reciente de nuestro país, hemos conocido un genocidio, cometido contra los Tutsis, y crímenes de lesa humanidad, contra los Hutus. Esto explica por qué todos los ruandeses viven con miedo. El miedo a que les maten por ser lo que son. Todos lo han sufrido. Todos tienen heridas.
-TONY KURAMBA: ¿quiere decir que, después de quince años, los ruandeses siguen viviendo con miedo a pesar de que tenemos un sistema de seguro reconocido incluso a nivel internacional?
-INGABIRE: pero que tengamos esa seguridad no quiere decir que se hayan curado nuestras heridas.
-TONY KURAMBA: ¿entonces usted en nombre de quién habla?
-INGABIRE: hablo en nombre de todos los ruandeses, porque no hay familia ruandesa que no haya perdido uno de sus miembros durante los sangrientos acontecimientos que ha conocido nuestro país. Sé que los ruandeses aún viven con miedo y angustia.
-TONY KURAMBA: ¿entonces qué quiere decir cuando habla de liberación?
-INGABIRE: quiero decir que todos nosotros, ruandeses, sin importar cuáles sean nuestras opiniones, nuestras creencias o nuestra etnia, debemos liberarnos del miedo para poder, todos juntos, construir nuestro país». (págs. 24-25)

Por tanto, según Ingabire, la primera batalla es para librar a los ruandeses del miedo. Ingabire hace también una observación interesante. De hecho, los primeros que tienen miedo, son los mismos dirigentes del FPR:

«Así de sencillo, los dirigentes tienen miedo de perder el control sobre una población que, quince años después, sigue prestando atención al discurso único y monótono del FPR, el partido-Estado. Mis discursos molestan porque denuncian la hegemonía del FPR y la omnipresencia de su ejército. Molesto porque hablo de justicia para todos, de democracia y de derechos fundamentales». (pág. 69)

Ingabire, en el libro, se describe como alguien que se resiste al miedo impuesto por el sistema:

«Siempre fiel a mí misma, no me siento intimidada por este ensañamiento». (pág. 19)

Al mismo tiempo, como es humana, no puede escapar de todos los miedos del mundo. Admite, por ejemplo, haber tenido mucho miedo y hasta pánico cuando, tras uno de sus interrogatorios, se suponía que iba a volver a su celda en Kicukiro después de pasar por su casa para recoger un colchón:

«De golpe de doy cuenta de que no vamos por el camino que lleva a mi casa, lo acabamos de pasar. Me da cada vez más miedo. Entro peligrosamente en pánico cuando nos paramos en un camino de tierra, sin ninguna iluminación. Tenemos delante un coche marca Mercedes Benz y una camioneta blanca. Están también parados, delante de nosotros. No llego a ver a la persona al volante del coche pero reconozco a CSP Kuramba, que enseguida sale de la camioneta. El fiscal que está conmigo también sale. Los dos hombres se acercan al Mercedes. Ahí encajada entre los dos policías, los minutos de espera se me hacían especialmente largos, porque tenía una idea taladrándome el cerebro. ¿Cómo he podido creer que dábamos este rodeo para recoger un colchón? ¿Habían decidido las autoridades deshacerse de mí de una vez por todas en lugar de encarcelarme? Ya me imagino la escena. Si me ejecutan, me tirarán en las obras de la casa del otro lado del camino». (pág. 60)

La trampa

El segundo pilar del sistema judiciario es la noción de trampa. Cuando se lee este libro, aparece la noción de que nada sucede por azar en Ruanda. Todo parece una trampa e Ingabire lo demuestra demasiado tarde. De este modo, gran parte de su entorno sigue creyendo en el sistema contra el que ella quiere luchar. Su cocinero Absolomon es el mismo que la acusará de haber ordenado la famosa trinchera militar dentro de su concesión (págs. 112-113); su chófer Abdou la ha acusado de haber denunciado en diversas ocasiones a Vital Uwumuremyi, uno de los exoficiales de las FDLR que defendía que Ingabire había formado un grupo armado (pág. 114); este Uwumuremyi que la acusaba es el mismo que se presentó como leal miembro de las FDU y que se ha encargado de que logre encontrar alojamiento (págs. 89-90).

Peor aún, los medios han caído en la trampa del sistema judicial. De esta manera, mientras que todos los medios habían acordado prestar la mínima atención a Ingabire, Voice of Africa (VOA), una radio de la comunidad musulmana, ha hecho una excepción y le ha concedido una entrevista. Era una trampa e Ingabire lo aprendió de primera mano:

«Todo sale relativamente bien. El ambiente me parece tranquilo, distendido. Mis interlocutores dieron muestra de gran profesionalidad con sus preguntas. Pero en cuanto salgo del estudio, los servicios de seguridad visitan la VOA y se hacen de inmediato con la cinta que contiene los registros. Es posible que me haya dejado engañar, debería haber dudado. En este país, el régimen tiene ojos y oídos en todas partes». (pág. 19)

La cinta que cogieron en la VOA la usará más tarde el fiscal como prueba de la culpabilidad de Ingabire.

Es entonces una Ingabire precavida la que ingresa en la cárcel 1930. Sabe que todo es una trampa. Casi todas sus compañeras de su celda aislada son espías. Una de ellas se llama Skola. Ingabire tuvo que tenderle ella misma una trampa para confirmar sus sospechas:

«Una noche le dije que la policía había registrado mi casa al día siguiente de mi arresto, que se habían llevado nuestros teléfonos, nuestros ordenadores, archivadores que tenían nuestra correspondencia y muchas otras cosas sin interés. Le dije que, a mmi parecer, lo que de verdad interesaba a la policía era la lista de miembros del partido y la procedencia de nuestros dinero. Deliberadamente le dije a Skola que la policía no iba a poder acceder a esa información porque están en un aparato que escondo entre mis productos de limpieza en el baño». (pág. 134)

Al día siguiente, el CID saqueó el baño de la casa de Ingabire.

La propaganda

El tercer pilar del sistema es la propaganda. Esta agresiva técnica de comunicación que tiene el fin de promover la ideología propia y la propia manera de ver las cosas. La primera medida fue utilizar la experiencia del famoso Tom Ndahiro y de la prensa, igual que los servicios del periódico The New York Times. Ndahiro sugirió, por ejemplo, que Ingabire coincidía con el personal de las Naciones Unidas que redactó el informe Mapping sobre las masacres de los Hutu en RDC.

«Sabía que Tom Ndahiro tenía imaginación e ideas que le encantaría que todo el mundo creyera que son ciertas. Pero no iba a ir simplemente a contar tales mentiras a la televisión nacional». (pág. 69)

El fiscal nacional de la época, Martin Ngoga, también utilizó a los medios con motivos propagandísticos, al tiempo que reprochaba a Ingabire que quisiera transmitir su mensaje a través de los medios. En resumen, Ngoga dijo que, estando en libertad condicional, ella no debía hacer ninguna declaración a la prensa ni conceder entrevistas. Pero, según Ingabire, los jueces no habían incluido tales exigencias en su orden de detención (págs. 154-155).

Uno de los ejemplos más llamativos de propaganda es relativo al envío de pruebas desde los Países Bajos a Ruanda. El fiscal y la prensa anunciaron el envío de 600 páginas de pruebas cuando en realidad eran 55 (pág. 215).

Otro ejemplo de propaganda del régimen fue la intrusión de la policía y la prensa en el domicilio de Ingabire para mostrarle al mundo entero la trinchera militar que se encontraba en la concesión (pág. 112). La explicación de Ingabire no tendrá la misma publicidad.

«Hace algunos meses, los responsables de nuestro municipio vinieron a verme y me dijeron que habían recibido quejas de los vecinos del final de la colina. Se quejaban de que el agua que salía de mi casa provocaba desgastes en las suyas. Tenían razón porque la fosa inicial no era suficiente para retener toda el agua que caía en caso de grandes lluvias. Entonces fui a hablar con los responsables locales y, tras algunas discusiones, me ordenaron cavar otro trozo que tuviese capacidad suficiente para lograr detener el exceso de agua que pasa por mi parcela. Fue Absolomon, el hombre de la casa, quien propuso la idea y cavó el trozo. Nada sorprendente pues si se encuentra sin dificultad». (pág. 113)

Fue por tanto una trampa que hizo las veces de propaganda (dos de los pilares).

El perdón

El cuarto pilar es el del perdón que, en sí mismo, se entiende como una buena acción. Pedir y conceder el perdón se reconoce como una rara virtud. Sin embargo, esta noción de perdón se ha convertido en un arma temible del sistema judicial ruandés. A Ingabire la han atacado por todas partes: las autoridades quieren que ella pida perdón y que se integre en el sistema. El primero en hacer esta proposición no es otro que el temible fiscal general Martin Ngoga, que propone a Ingabire lo siguiente, a partir de una entrevista cara a cara en su despacho, cuando ella ya estaba en prisión:

«-NGOGA: ¿pero usted qué piensa de las acusaciones que figuran en su expediente? Podemos hablarlo, si usted quiere. Es posible que podamos llegar a un acuerdo.
-INGABIRE: ¿pero a qué acuerdo señor fiscal? Yo he dicho que soy inocente, desde el principio». (pág. 159)

Unos días más tarde, Ngoga repite su propuesta, de nuevo cara a cara, en su despacho. Esta vez, él dice que no puede hacer nada sin su confesión (págs. 164 y 167).

«-NGOGA: he solicitado volver a verla para saber si ha pensado en mi propuesta…no puedo hacer nada sin saber si está usted dispuesta a reconocer su culpa (pág. 164).
(…)
-NGOGA: señora Ingabire, su expediente ya se ha enviado al tribunal, la única posibilidad que tiene de librarse es si acepta el acuerdo que yo le ofrezco (pág. 167)».

Ingabire rechazó todas las propuestas, defendiendo su inocencia. Después de su condena aumentó la presión. En lugar de felicitarse por haber alcanzado su objetivo y que la condenasen, los servidores del sistema quisieron arrancarle confesiones y obtener una declaración oficial de perdón de parte de Ingabire. Hizo entonces falta que ella escribiese al presidente Kagamé y la tarea de convencerla pasó entonces a las manos del director de la cárcel 1930. El director insistió, llegando al punto de escribir a quien hiciese falta, siempre que ella aceptase escribir al presidente. Ingabire cayó en la trampa y escribió al presindente el 6 de noviembre de 2011. Escribió lo siguiente, que en sí mismo no quiere decir gran cosa, pero que ha surtido efecto:

«Su excelencia la autoridad suprema de nuestro país:
Le ruego que acepte mis disculpas a su persona, o a cualquier otro ruandés, a quien mis declaraciones hayan herido el corazón. No fue nunca mi intención deshonrar ni ofender los derechos de nadie». (pág. 223)

Sin estar del todo satisfecho, el director de la prisión volvió con la carta para que la rectificara y fuese más directa en sus disculpas. En ese momento fue cuando Ingabire descubrió el perdón. El fiscal y la presa hablan ya de confesiones sin publicar la carta.

Los cuatro pilares

En conclusión, se puede observar que el caso de esta carta es verdaderamente significativo, porque aúna los cuatro pilares: el poder tiene miedo de la presa (1er pilar) y exige que ésta pida perdón (4º pilar). Creyendo que está esquivando la presión, ella cae en la trampa (2º pilar) y el poder se sirve entonces de la manipulación de la prensa con fines de propaganda (3er pilar).

Artículo redactado por el Dr. Olivier Nyirubugara
Profesor de periodismo y nuevos medios de la universidad Erasmo de Rotterdam, en los Países Bajos.

Jambonews

[Traducción, Andrea López]

[Fundación Sur]

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