En este bicentenario de la muerte del Charles Laviverie, fundador de los Misioneros de África y de las Hermanas Blancas, un líder mundial protagonista de la lucha antiesclavista por la dignidad de los pueblos del continente Africano, queremos reavivar nuestro compromiso por la liberación de todas las esclavitudes que oprimen hoy a millones de personas en África.
“Tuve hambre y no me disteis de comer, estuve desterrado y no me acogisteis, enfermo, oprimido y sin trabajo, y me olvidasteis…” Mt.25
“Yo soy una persona humana y la opresión me indigna. Soy un ser humano y las crueldades contra tan gran número de mis semejantes solo me inspira horror”. (Charles Lavigerie)
“El panorama mundial hoy nos presenta grandes sectores indefensos, víctimas más bien de un mal ejercicio del poder” (no.171 de Fratelli Tutti)
Más de 800 millones de personas pasan hambre en el mundo. Es un dato escalofriante, a causa del sistema financiero injusto y al desperdicio de alimentos.
Un informe de la Organización Internacional del Trabajo y la Organización Internacional para las Migraciones de las Naciones Unidas estimó que 50 millones de personas vivían en una “esclavitud moderna” a finales de 2021: 28 millones en trabajos forzados y 22 millones en matrimonios forzados. Eso supone un aumento de 10 millones de personas en solo cinco años.
La trata de personas, el matrimonio forzado, la esclavitud sexual y el trabajo infantil son las principales formas que adquiere la esclavitud en el siglo XXI, y afecta a la población más vulnerable del planeta.
La delincuencia causa a veces más muertes que los conflictos armados. En 2017, hubo casi medio millón de víctimas de homicidio, cifra que supera con creces las víctimas causadas por conflictos armados activos y las 19.000 que murieron en ataques terroristas.
Como en 1994, durante los genocidios de Ruanda (800.000), como entre 1995-98, (4 millones según la ONU) en la República Democrática del Congo (RDC) o actualmente en los genocidios de Sudán, Gaza, Etiopía, etc., estamos presenciando los ataques más crueles contra la humanidad, armados por unos pocos dictadores.
Las muertes de inmigrantes africanos en el Mediterráneo y la política nefasta de la Unión Europea y del hemisferio norte delatan una grave deshumanización.
El saqueo armado de los abundantes recursos naturales y minerales de África, por los poderosos del hemisferio norte y con la complicidad de los dictadores locales (como en la región de los Grandes Lagos), oprime y empobrece a millones de personas africanas.
La impuesta deuda externa empobrece y controla a los pueblos y gobiernos africanos y les obliga a gastar más en reducir la deuda que en la educación, sanidad y desarrollo del país.
El yihadismo se expande en África. El Sahel concentra la mayor actividad yihadista del continente, con grupos como JNIM y Estado Islámico ganando terreno. Más de 950.000 km² están fuera del control estatal, afectando a países como Malí, Burkina Faso y Níger. La ONU alerta sobre los atentados complejos y la gobernanza paralela.
Estas esclavitudes actuales, y otras, tienen, ante todo, un carácter económico, militar, digital y global, donde lo que cuenta y vale es el control y abuso de poder y recursos, olvidando la dignidad humana y el bien común.
El gran reto consiste en HUMANIZAR nuestra sociedad, a través de una educación científico-ética, un lobbying democrático, global y eficaz, junto con un desarrollo sostenible.
Lázaro Bustince
CIDAF-UCM


