El tema elegido para el Calendario 2024 es la casa y todo lo que ella evoca: familia, amor, protección, cuidado, respeto, acogida, solidaridad, todo ello combinado con la diversidad: estilos y formas organizativas. La casa, bella o deslucida, sencilla o compleja, forma parte de la cultura de un pueblo, ella misma fruto de la adaptación del hombre y de la mujer al clima, al entorno y a sus circunstancias.
La familia en África contempla dos horizontes para su supervivencia: por un lado, sus orígenes -los antepasados- y, por otro lado, el presente -la descendencia-, los hijos, garantía de su futuro. Por ello, son muy importantes la preservación de los vínculos de sangre y la cohesión solidaria de sus miembros. Sin ellos, la familia se desmorona.
Aquí, en este editorial, sin olvidar los valores de la familia tradicional africana -estimulantes, sin duda, pero limitados-, queremos detenernos en conceptos más universales, válidos para todos los habitantes de nuestra Casa Común, la Madre Tierra. Porque esta Casa Común, según muchos observadores, entre ellos, el Papa Francisco, está en peligro de derrumbe. Su deterioro es la patente evidencia del cambio climático que algunos se empeñan en negar. Las lluvias torrenciales, las sequías prolongadas ,las inundaciones, la subida del nivel del mar debido al deshielo de los polos de la tierra, que provocan dolor y sufrimiento, provienen, además, según denuncia el Papa, de “la desmesurada ambición de algunos que solo buscan los máximos beneficios a menor costo y en el tiempo más corto que se pueda”.
Esta conducta insensata debida a la codicia de algunos pocos y al consumismo de muchos nos conduce al empobrecimiento, la aparición de enfermedades desconocidas, el aumento de las desigualdades e injusticias nunca vistas. El futuro pinta sombrío para las generaciones futuras.
Todavía no es demasiado tarde. Si queremos un futuro feliz para los futuros habitantes de esta Madre Tierra, urge amarla y cuidarla. Este bello planeta en que vivimos es nuestra casa común, nuestro lugar de disfrute, de trabajo y de convivencia no solo con los demás humanos, sino también con la naturaleza. No entenderlo así nos lleva a una catástrofe sin retorno.
Agustín Arteche Gorostegui
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