Contrariamente a la leyenda, la palabra hip no viene del wolof, la lengua más hablada en Senegal.
Historia de un misterio lingüístico
La obra de John Leland, “Hip: la historia”, comienza con una anécdota lingüística. La palabra hip proviene, según él, del wolof, lengua del África Occidental que fue utilizada por los esclavos de la región. Leland continúa utilizando la etimología de la palabra para enmarcar una parte de su argumento: hip, la palabra y el concepto, fue una de las herramientas que los africanos pusieron en marcha para hacerse con un paisaje extraño, y uno de los legados que dejaron. Fascinante, ¿verdad? Sólo hay un problema: esta etimología no es la correcta.
Hip, sin raíces
Es frustrante, pero el origen de hip (y de su compañera hep; las dos palabras están relacionadas) es desconocido. El término apareció a principios del siglo XX y se extendió rápidamente. En esa época quería decir «advertido, al corriente» y no era utilizado por la población afroamericana. No fue hasta finales de 1930 y principios de 1940, en la era del swing, cuando apareció en el sentido moderno: «sofisticado, a la moda», (y estos significados fueron los adoptados por los afroamericanos).
La etimología de hip ha sido objeto de mucha especulación; los historiadores del argot recogieron más de una docena de posibilidades, ninguna de las cuales es particularmente plausible. Leland describe, acertadamente, como «cuestionable» una fuente de la época de la Gran Depresión que sugiere que el término vendría de la expresión “to have one’s hip boots on”, que significa «estar preparado».
Hay otras fuentes poco probables: la expresión “to be on the hip”, que hacía referencia a la posición adoptada para fumar opio; hep, dos, tres, cuatro, para acompañar la marcha y el nombre de un Joe Hep imaginario, descrito alternativamente como un infame tabernero y/o un detective con mucho talento.
La idea de que hip viene del wolof, lengua muy hablada en Senegal y Gambia, es la que se impone en el libro de Leland. Para David Dalby, especialista en lenguas del África Occidental, su origen sería la palabra hipi que significa «abrir los ojos». Poco a poco, la teoría de Dalby fue considerada la correcta por muchos, especialmente por aquellos deseosos de encontrar siempre un origen africano a las palabras del inglés. Incluso las más flagrantes incoherencias etimológicas, como el hecho de que el wolof no utiliza generalmente la letra «h», fueron ignoradas (la palabra en cuestión se escribe realmente Xippi).
La fuente de Leland es “Juba to Jive”, un diccionario de argot negro de 1994 escrito por Clarence Major, que afirma que hip data de alrededor de los años 1700 en inglés americano. Major es un respetado poeta y crítico, pero lexicógrafos y lingüistas están de acuerdo en definir su diccionario como mediocre, sus etimologías infundadas, sus fechas, en el mejor de los casos, especulativas y nadie ha descubierto un ejemplo histórico que apoye sus reivindicaciones alrededor de la palabra hip. Leland no menciona ninguna fuente digna de crédito, como el Diccionario Oxford de Inglés, por ejemplo, en el cual la referencia más antigua de hip se remonta a 1904.
Origen etimológico dudoso
En el área del origen de las palabras, muchas anécdotas pintorescas no han sido examinadas cuidadosamente, por ejemplo en contra de lo que se cree a nivel popular, los esquimales no tienen un número particularmente elevado de palabras para describir la nieve. La teoría de Leland sobre el origen de hip ha sido aceptada, sin demasiadas comprobaciones, por The New York Times y el Washington Post, entre otros.
En el diario Los Angeles Times, Herbert Gold autor de un estudio llamado “Bohemia”, señala que la etimología de Leland viene a corregir la tradición popular de la derivación de hip del tema del opio. Cuando el supuesto origen de una palabra confirma prejuicios o es simplemente demasiado bueno para ser ignorado, empieza a ser repetido y, al igual que otras leyendas urbanas, se hace difícil de rectificar.
Cuando envié un correo electrónico a Leland para preguntarle sobre sus fuentes, me contestó que había consultado una serie de libros y todos le confirmaban la etimología wolof. Algunos de los libros que me citó fueron escritos por destacados académicos, pero, incluso ellos, sólo estaban repitiendo la afirmación original de Dalby, falta de ortografía incluida. El error de Leland ilustra cómo la gente, incluso llena de buenas intenciones e inclinaciones académicas, puede ser muy tolerante sobre temas lingüísticos. Leland también me escribió: «de todas las etimologías que pude ver, los orígenes enraizados en la esclavitud parecían los más sólidos, los más antiguos y los más edificantes». Pero el origen le parece sólido solo porque suena bien y es antiguo porque si, no por pruebas que lo confirmen.
Además, hip no es la única palabra en el libro a la que Leland atribuye un origen falso. También afirma que muchas otras palabras son de origen africano, como por ejemplo dig, banjo, honky, jive, juke y jazz. En realidad, sólo juke y banjo son derivadas de lenguas africanas. La etimología africana de jazz fue inventada por un publicista de Nueva York en 1917. Y honky, en realidad se deriva de la pronunciación afroamericana de hunky, término peyorativo para describir a los trabajadores húngaros. El primer término reportado como término ofensivo contra un blanco data sólo de 1950, que es demasiado tarde para hacer verosímil la influencia africana.
Esta falta de rigor lingüístico no beneficia a nadie. La contribución afroamericana a la cultura americana y especialmente la contribución lingüística afroamericana a la cultura popular americana son tan grandes que no necesita recurrir a préstamos hipotéticos.
Dicho esto, y dejando aparte sus problemas lingüísticos, Leland escribió un libro muy bueno. Es un escritor y crítico excelente.
Jesse Sheidlower: lexicógrafo estadounidense ex presidente de la American Dialect Society.
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Fundación Sur