Cuatro jefes de estado del sur de África votaron el martes 7 de mayo para aligerar la prohibición del comercio de marfil y para facilitar el manejo de su población de elefantes, la más grande del planeta.
«No podemos seguir siendo pasivos mientras que otros debaten y toman decisiones sobre nuestros elefantes», declaró el presidente de Botsuana, Mokgweetsi Masisi, a sus compañeros de Namibia, Zambia y Zimbabue.
Al final de la reunión, los jefes de estado acordaron «presionar a la comunidad internacional» para aliviar la prohibición actual del comercio de marfil de elefante.
La caza furtiva es la principal amenaza para los paquidermos, cuyos colmillos se venden como oro en Asia, especialmente para satisfacer las necesidades de la medicina tradicional.
En 1989, la Convención Internacional sobre el Comercio de Especies en Peligro de Extinción (CITES) incluyó a los elefantes africanos en su lista 1, prohibiendo así cualquier forma de comercio de su marfil.
Los países del sur de África han propuesto que los paquidermos se incluyan en la lista 2, lo que permitiría la venta de marfil bajo ciertas condiciones, incluidos los trofeos de caza.
Los jefes de estado del sur de África alegaron que «Tomando el ejemplo de los elefantes en el Área de Conservación Kavango-Zambezi, notamos que sus números siguen siendo importantes en países como Botsuana y Zimbabue».
«A medida que aumenta su número, los conflictos entre elefantes y humanos aumentan (…) debido a la escasez de recursos y al cambio climático»
Dos tercios de los paquidermos del mundo viven en África.
Solo en Botsuana se encuentra la mayor población continental de elefantes, valorada en 2015 en alrededor de 135.000 cabezas. Siendo el sector más importante de la industria turística del país especializándose en safaris de alta gama.
Desde que lo reemplazó como jefe del país el año pasado, Masisi se ha distanciado de la defensa de la vida silvestre a toda costa iniciada por su antecesor Ian Khama.
Su gobierno planea restaurar la caza comercial de la vida silvestre en peligro de extinción, incluidos los elefantes, prohibida en 2014 por el presidente Khama.
Las sequías recurrentes que han afectado el sur de África durante varias temporadas «están ejerciendo aún más presión sobre nuestros frágiles ecosistemas», insistió el jefe de estado.
«Esto nos obliga a adoptar medidas más estrictas para garantizar que los recursos necesarios para la supervivencia de nuestra vida silvestre estén seguros», concluyó.
Según los datos estadísticos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), en los últimos diez años, la población de elefantes africanos se ha reducido en 110.000 cabezas a unos 415.000 especímenes.
Se matan a 40.000 elefantes africanos cada año.
Los defensores de la vida silvestre se oponen firmemente a la eventual recuperación de la caza, que dicen que arruinaría el turismo de Botsuana, uno de los pilares de su economía.
Fuente: Slate Afrique
[Fundación Sur]
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