El Papa Francisco pronunció un discurso en el Vaticano, el día 11 de diciembre de 2024, ante los miembros de organizaciones italianas sin fines de lucro, analizando la «centralidad y complejidad del fenómeno migratorio».
Habló sobre las innumerables vidas que son «explotadas, rechazadas, abusadas, reducidas a la esclavitud«, y los desafíos que las autoridades civiles encuentran en el cumplimiento de sus responsabilidades.
«Toda persona migrante debe ser acogida, acompañada, promovida e integrada”.
Esta generosidad y actividad está en línea con los valores humanos universales y con los del Evangelio, que nos invita a ser justos y a cuidar a todas las personas, especialmente a las más empobrecidas, abandonadas, a las enfermas y a las que están en peligro, como las personas migrantes.
Los gobiernos de varios países europeos están suspendiendo sus decisiones sobre las solicitudes de asilo sirias y de otros países, como los africanos. Muchos gobernantes están incluso a favor de las “exportaciones” de inmigrantes a países fuera de la UE, como si trataran con mercancías.
Es evidente que la acogida e integración de todos los inmigrantes requiere una urgente planificación consensuada por parte de los gobiernos implicados, para poder facilitar la migración segura, legal y regulada, y su pronta integración en el mercado laboral en el país de destino. El envejecimiento de la población se presenta como uno de los desafíos más prominentes que las principales economías mundiales deberán afrontar en los próximos años.
El Banco de España destaca, en su informe anual, que, en España, serán necesarios 25 millones de inmigrantes en edad de trabajar durante los próximos 30 años, para equilibrar el proceso de envejecimiento de la población, resolver los desajustes que podrían surgir en el mercado de trabajo, para mantener la relación entre trabajadores y pensionistas y para potenciar un desarrollo económico sostenible. Europa necesita 60 millones de inmigrantes para mantener el Estado de Bienestar hasta 2050.
Además del beneficio económico que aportan los inmigrantes, la convivencia entre razas, culturas y religiones diferentes es evidente y necesario, y puede significar un enriquecimiento mutuo de un valor humano incalculable.
Aunque las razones de la inmigración son, ante todo, la corrupción, la violencia, la opresión y el saqueo de los recursos naturales en sus países de origen, haciendo imposible una vida digna para millones de familias, la llegada de las personas migrantes puede ser una bendición para nuestros pueblos de destino.
Lázaro Bustince
CIDAF-UCM