La operación “Venganza”, lanzada por las Fuerzas Armadas de Malí y los mercenarios rusos del Africa Corps, antiguo grupo Wagner, en Tinzawaten, terminó en un semifracaso. También reveló la desconfianza entre malienses y rusos que y podría conducir a un cambio de estrategia.
Después de casi diez días de viaje, el convoy del Africa Corps que se dirigía hacia Tinzawaten finalmente dio la vuelta antes incluso de luchar. Si oficialmente se logró el objetivo de recuperar los cuerpos de los soldados que cayeron en combate durante la batalla del pasado mes de julio, la Operación “Venganza” parece haber sido efectivamente un fracaso.
Sin embargo, muchos esperaban que se lanzara una ofensiva contra los rebeldes del Marco Estratégico Permanente para la Defensa del Pueblo de Azawad, que aún controlan esta localidad situada en la frontera con Argelia, desde la dura derrota infligida a las Fuerzas Armadas de Malí y a los mercenarios rusos el pasado mes de julio.
Una fuente de las Fuerzas Amadas de Malí explicó que “la batalla de julio es una afrenta que hay que borrar. Pero no vamos a precipitarnos, lo que explica el regreso del convoy a Kidal. La jerarquía consideró que aún no se cumplían todas las condiciones para llevar a cabo esta misión”.
Esta operación a gran escala, durante la cual se desplegaron una treintena de vehículos militares que transportaban, entre otros, soldados de las fuerzas de intervención y elementos de la guardia nacional, estuvo marcada también por fuertes tensiones entre los soldados malienses y los mercenarios rusos. Estos últimos han multiplicado los duros mensajes criticando a los soldados malienses por su supuesta “falta de profesionalismo”.
Estas críticas han servido para alimentar las tensiones que ya estaban latentes desde hace varios meses. Esta realidad de una tensa coexistencia con los mercenarios rusos, está llevando a los ejércitos del Malí, Burkina Faso y Níger a reforzar la “estrategia de los drones”, para enfrentar a los yihadistas y otros grupos armados.
Un año después de la creación de la Alianza de Estados del Sahel, el aumento de los ataques mortales en los tres países que la integran delata la fuerza de los grupos yihadistas en los territorios y, sobre todo, la incapacidad de los militares en el poder para contrarrestarlos. Esta situación aumenta la inseguridad crónica en la que viven los pueblos de toda esta región de África occidental.
Estamos ante una nueva esclavitud y opresión militar de corte fundamentalista, terrorista e internacional, a la que los gobiernos de África deben hacer frente de forma más eficaz, pues se enfrentan a células radicales muy bien financiadas y organizadas.
Lázaro Bustince
CIDAF-UCM