Entre bastidores en el Estadio de Bakú, sede de la última conferencia de la ONU sobre el cambio climático, la COP29, celebrada en la capital de Azerbaiyán del 11 al 22 de noviembre.
El Secretario General de la ONU, António Guterres, dijo el martes 12 de noviembre de 2024 que los líderes reunidos en Bakú, Azerbaiyán, para la Cumbre de Acción Climática COP29, del 11 al 22 de noviembre, deben tomar medidas inmediatas para reducir las emisiones, proteger a las personas del caos climático y “derribar los muros de la financiación climática” en respuesta a la “clase magistral de destrucción climática” que el mundo ha presenciado en 2024.
“El sonido que escuchan es el tictac del reloj. Estamos en la cuenta regresiva final para limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 grados centígrados. Y el tiempo no está de nuestro lado”, advirtió A.Guterres. En sus palabras de apertura de la Cumbre de Líderes Mundiales sobre Acción Climática, que inauguró oficialmente el martes en Bakú, la capital de Azerbaiyán, Guterres señaló la prueba de que 2024 será el año más caluroso jamás registrado.
Mientras tanto, “ningún país se salva” de la destrucción climática, que va desde huracanes hasta mares hirvientes, cosechas devastadas por la sequía y por las “danas”, todo ello sobrealimentado por el cambio climático provocado por el hombre.
En la economía global, las perturbaciones de la cadena de suministro aumentan los costes, en todas partes las cosechas diezmadas hacen subir los precios mundiales de los alimentos y las viviendas destruidas aumentan todas las primas de seguros.
“Esta es una historia de injusticia evitable: los ricos causan el problema, los pobres pagan el precio más alto”, afirmó el jefe de la ONU, señalando que Oxfam ha demostrado que los multimillonarios más ricos emiten más carbono en una hora y media que la persona promedio en toda su vida.
Pero hay muchas razones para la esperanza, continuó el Secretario General, señalando los pasos sólidos que se habían dado el año pasado en la COP28 en los Emiratos Árabes Unidos.
En los EAU todos los países acordaron alejarse de los combustibles fósiles; acelerar los sistemas de energía neta cero, estableciendo hitos para lograrlo; impulsar la adaptación climática; y alinear la próxima ronda de planes climáticos nacionales para toda la economía, con el límite de 1,5 grados establecido en París.
“Es hora de cumplir”, dijo, subrayando que una encuesta realizada por la Universidad de Oxford y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) se había demostrado que el 80 % de las personas en todo el mundo quieren más acción climática. Además, “los científicos, activistas y jóvenes están exigiendo cambios: deben ser escuchados, no silenciados”.
El jefe de la ONU continuó señalando que el año pasado, por primera vez, la cantidad invertida en redes y energías renovables superó la cantidad gastada en combustibles fósiles y hoy, casi en todas partes, la energía solar y eólica son la fuente más barata de nueva electricidad.
Con todo esto en mente, Guterres señaló que “los países en desarrollo no deben irse de Bakú con las manos vacías” e instó a los líderes mundiales en la COP29 a centrarse en tres áreas para la acción inmediata:
- Realizar reducciones de emisiones de emergencia: reducir las emisiones en un 9 % cada año hasta alcanzar el 43 % de los niveles de 2019 para 2030. Esta es la forma más clara de limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 grados centígrados.
- Hacer más para proteger a las personas de los estragos de la crisis climática. La brecha entre las necesidades de adaptación y la financiación podría alcanzar hasta 359.000 millones de dólares al año para 20303.
“En materia de financiación climática, el mundo debe pagar, o la humanidad pagará el precio”, enfatizó el jefe de la ONU, diciendo a los líderes mundiales que “ustedes y sus gobiernos deben guiarse por una verdad clara: la financiación climática no es caridad, es una inversión; la acción climática no es opcional, es imperativa”.
- Respetar la democracia. El impacto de la ONU, frente a las cinco potencias globales que mantienen el veto a cualquier propuesta de su consejo de seguridad, es muy limitado en el mundo actual.
Hoy abundan los nacionalismos y populismos viscerales y poco razonables, en la mayoría de los pueblos del planeta, como lo vemos en EEUU, Rusia, Israel… Estos nacionalismos racistas se han convertido en un instrumento político que roza el odio y la descalificación y busca la demonización del adversario.
Frente al control de los poderes ejecutivos sobre los órganos legislativos y judiciales, los pueblos necesitamos exigir en toda democracia, el respeto por las reglas del Estado de derecho. Los gobiernos deben aceptar con respeto y transparencia, los diferentes filtros del poder. Deben promover el respeto al otro, la tolerancia con las redes sociales y el hecho religioso. La regeneración democrática y climática depende de nosotros: Los Pueblos.
Lázaro Bustince
CIDAF-UCM