Salva Kiir, presidente de Sudan del Sur, extiende su mandato por otros dos años, pese a tener que convocar elecciones, con la excusa de que se agota el dinero del petróleo y la necesidad de organizar un censo, un registro de partidos políticos y una nueva constitución.
Esta última extensión del mandato del gobierno de transición se produce en un momento en que la inestabilidad regional se extiende y los ingresos petroleros de Sudán del Sur se desploman.
El gobierno de Juba anunció el 13 de septiembre que posponía las elecciones hasta 2026. Dos años más de un gobierno disfuncional, de gran carga para la economía y con ingresos en disminución.
La guerra civil y la inseguridad regional siguen causando un grave empobrecimiento de la población, y el desplazamiento de millones de ciudadanos, sobre todo hacia Uganda y la RDC. Unos 15 campos de refugiados albergan a más de dos millones de sudaneses, una gran parte en Uganda. A los dictadores como Salva Kiir poco les importa el sufrimiento y la vida inhumana con la que sobreviven sus compatriotas desplazados.
Si la situación de la población en Sudan de Sur es insegura y privada de casi todos los servicios necesarios para una vida digna, por el orgullo y abuso de poder de sus líderes, la vida de la sociedad en Sudán (norte) no es menos dramática, a pesar de inmensa riqueza disponible en ambos países.
En Sudan, después de 17 meses de una brutal guerra civil que ha devastado el país, el ejército ha lanzado una gran ofensiva en la capital, Jartum, atacando zonas que están en manos de su acérrimo rival, las Fuerzas de Apoyo Rápido paramilitares. Las RSF se apoderaron de la mayor parte de Jartum al comienzo del conflicto, mientras que el ejército controla la ciudad gemela de Omdurman, justo al otro lado del río Nilo.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Turk, ha dicho que la violación se está utilizando como «un arma de guerra». Como en tantas otras guerras, la violencia sexual se ha convertido en una característica definitoria del prolongado conflicto
Desde que comenzó la guerra más de 10 millones de personas se han visto obligadas a huir de sus hogares. El conflicto en Sudán ha causado un desastre humanitario masivo.
Ante semejantes injusticias y opresión cruel, corremos el riesgo de volvernos insensibles a estas tragedias humanas y de quedarnos en lamentaciones, en vez de comprometernos más activamente por una mayor lucha conjunta para promover la justicia y el respeto a los derechos humanos. Los gobernantes nunca lo harán si nosotros no queremos.
Lázaro Bustince
CIDAF-UCM