Dame Touré se apresuró a reunir rápidamente lo que pudo mientras las excavadoras llegaban a su vecindario en Abiyán, una ciudad que se está convirtiendo rápidamente en un centro económico en Costa de Marfil. Sus tres hijos se unieron a ella, llenando bolsas de plástico con ropa y cualquier otro artículo que tuvieran cerca, antes de que su casa se convierta en escombros ante la mirada de las Fuerzas Armadas. La casa de Touré fue una de las muchas destruidas en una ola de demoliciones en febrero de este año, principalmente en las áreas subdesarrolladas de Abidyán. Según el gobierno, las demoliciones se deben a preocupaciones de salud pública, ya que las zonas pobres, construidas alrededor de una laguna, sufren inundaciones mortales durante la temporada de lluvias. Más de 300 personas han muerto desde 2005 y para las autoridades, los diluvios se convierten en zona de cultivo para enfermedades transmitidas por el agua, entre otras.
Las demoliciones en barrios de bajos ingresos no son nada nuevo en Abiyán, donde la rápida urbanización ha provocado un auge demográfico acompañado por una escasez de viviendas. Según las estadísticas, uno de cada cinco marfileños reside en la ciudad. El crecimiento drástico de la densidad poblacional es un desafío en muchas partes de África, donde los problemas económicos empujan a miles de personas a ir a las ciudades en busca de mejores oportunidades, lo que tensiona aún más una infraestructura ya sobrecargada. Sin embargo, la última demolición en Abiyán, principalmente en los suburbios empobrecidos de los distritos de Gesco y Sebroko, es una de las más grandes en años, estimándose que cientos de miles de residentes se han visto afectados desde que comenzó a finales de enero. Las familias desalojadas y los grupos de derechos humanos dicen que en esta ocasión las demoliciones se están llevando a cabo sin previo aviso ni compensación. Touré y sus hijos son una de las familias afectadas, como ddeclaró a AP News:
“Mis hijos y yo ahora dormimos bajo el sol. No sabemos adónde ir”.
Las autoridades locales han defendido las demoliciones y afirman que han comenzado la reubicación de las familias que quedaron sin hogar en zonas más seguras. Sin embargo, la falta de vivienda y la necesidad de reubicación son sólo algunos de los problemas que sufren los ciudadanos: alrededor del 35 % de los marfileños son pobres y la escasez de agua es una maldición cotidiana; muchos se ven obligados a buscar agua en arroyos para satisfacer sus necesidades diarias. El país también ha tenido que enfrentar otros desafíos, como los ataques yihadistas que se han extendido en distintos estados costeros de África occidental. En medio de la indignación y las protestas de los desalojados, el presidente de Costa de Marfil, Alassane Ouattara, ha pedido a las autoridades locales de Abiyán que «muestren solidaridad para preservar la cohesión y la paz social«. Por su parte, los funcionarios de la ciudad informan que las demoliciones son parte de un proyecto más amplio para reconstruir y proporcionar servicios básicos en las zonas demolidas. El proyecto busca arrendar por 25 años terrenos a los desalojados con un coste de unos 16 dólares al mes. El 8 de abril, el gobierno anunció que había comenzado a compensar a los hogares afectados y que cada uno recibiría alrededor de 405 dólares para apoyar la reubicación. En un país donde el salario mínimo es de unos 121 dólares al mes, muchos creen que no es suficiente para afrontar el creciente costo de la vivienda.
Autor: Toussaint N’gotta
Fuentes: AP News – The Washington Post – Imagen: Claudiad – iStock
[Traducción y edición, Micaela Llona Bavestrello]
[CIDAF-UCM]