Gobiernos, asociaciones de derechos humanos y ONGs, junto con la sociedad civil, siguen trabajando asiduamente para acabar con esta lacra humana y social que afecta todavía a millones de niñas por el mundo.
El secretario general de la ONU señaló recientemente que unos 4,4 millones de niñas corren riesgo de sufrir mutilación genital femenina (MGF) este año, haciendo una llamada a tomar medidas para erradicar esta “violación atroz de los derechos humanos fundamentales” y dar más voz a las sobrevivientes.
“Incluso una mutilación es demasiado”, dijo António Guterres en su mensaje con motivo del Día Internacional de Tolerancia Cero hacia la Mutilación Genital Femenina (MGF) que se celebra anualmente el 6 de febrero.
La ONU estima que, en todo el mundo, 200 millones de mujeres y niñas han sido sometidas a algún tipo de mutilación genital femenina, que implica la extirpación o lesión de los genitales femeninos por razones no médicas.
El secretario general destacó la necesidad de inversiones urgentes para lograr la eliminación para 2030, en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Además, solicitó medidas decisivas para abordar las normas sociales, económicas y políticas que perpetúan la discriminación contra las mujeres y las niñas, limitan su participación y liderazgo y restringen su acceso a la educación y el empleo:
“Esto comienza con cuestionar las estructuras de poder patriarcales y las actitudes que están en la raíz de esta práctica abominable […] Y necesitamos amplificar las voces de los supervivientes y apoyar sus esfuerzos por recuperar sus vidas basándose en su autonomía corporal«.
La Agencia de salud sexual y reproductiva de las Naciones Unidas (UNFPA) está ayudando a las comunidades a romper el ciclo que rodea a la mutilación genital femenina. El organismo internacional señala que son muchos los factores que continúan impulsando esta práctica, incluida la presión para ajustarse a normas culturales y patriarcales profundamente arraigadas, además del miedo al ostracismo por no hacerlo y la conciencia limitada de sus daños. Desde 2008, el UNFPA, junto con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, han liderado el mayor programa mundial para acelerar la eliminación de la mutilación genital femenina.
Muchas personas creen que el procedimiento es requerido por la religión, a pesar de la abundante evidencia de lo contrario. A menudo, las mujeres que han sido sometidas a la mutilación genital femenina apoyan que se continúe con la tradición.
Safia se casó a los 21 años y quedó embarazada un año después. Al igual que las futuras madres en todo el mundo, recibió muchos consejos, ya fueran solicitados o no. Apenas unos meses antes de dar a luz, su suegra empezó a hablar de la mutilación genital femenina. Safia dio a luz y tres días después, su suegra la visitó con herramientas para practicarle la mutilación genital femenina al bebé. Lamentablemente su hija no sobrevivió. Cuando volvió a quedar embarazada de una niña, decidió actuar.
“Me culpé por no hacer nada para salvar a mi primera hija y comencé a preguntarme por qué la mataron de esta manera brutal por ser una niña”.
Esta vez, Safia recurrió a sus vecinos, ya que habían evitado que sometieran a su hija a la mutilación genital femenina. La mujer le dijo que tanto su marido como su familia política habían sido convencidos de abandonar la práctica después de visitar un centro de servicios para jóvenes apoyado por el UNFPA. El marido de Safia instó a su madre a que los acompañara hasta allí. “Salvé la vida de mi segunda hija”, dijo Safia. «Con esta conciencia, creo que puedo ayudar a salvar las vidas de muchas niñas inocentes«.
Mientras que en el norte de África en la gran mayoría de los países se practica todavía la MGF, en el África subsahariana el número de niñas obligadas a sufrir esta esclavitud sigue descendiendo rápidamente, como lo he comprobado en Uganda y he señalado en anteriores artículos. Avanzamos despacio, pero en la buena dirección.
Lázaro Bustince
CIDAF-UCM