Estamos constatando una carrera “de lobos” (EEUU, China, Rusia y la UE) para manipular el poder y controlar el saqueo de los abundantes recursos naturales y minerales existentes en el Continente Africano.
Esta explotación de los recursos, por medio del tráfico de armas, de la tecnología de grandes empresas y de gobiernos poderosos, pero sin valores éticos, se lleva a cabo en numerosas naciones de África: Nigeria, República Democrática del Congo (RDC), Sudán del Sur, Uganda, Ruanda, Mozambique y Etiopia, entre otras.
Al multiplicar los proyectos de infraestructura pesada en África, China y Rusia, sobre todo, pretenden establecer su influencia en los países del continente, pero arriesgando al mismo tiempo el encontrarse «atrapados».
En el ámbito de las líneas ferroviarias e infraestructura civil: China está multiplicando proyectos gigantescos en cooperación con los estados africanos, de los que se está convirtiendo en uno de los principales donantes.
“Uno de cada tres grandes proyectos de infraestructura en África es construido por empresas estatales chinas, uno de cada cinco es financiado por un banco institucional chino”, dice Paul Nantulya, del Centro Africano de Estudios Estratégicos, quien informa desde el Departamento de Defensa de EE.UU. Pekín está aprovechando el vacío dejado por la retirada de los países occidentales, más reacios a financiar estos proyectos. «Los chinos vieron este vacío y decidieron invertir en infraestructura«, comenta Nantulya.
¿Pero a qué precio? Anna Borshchevskaya, del Washington Institute, grupo de expertos, apunta a una «trampa de la deuda» para los países africanos: “China ofrece préstamos para costosos proyectos de infraestructura […] cuando un país no puede pagar su préstamo, China toma el control de sus activos estratégicos”.
Muchos de los estados más pobres se encaminan hacia el sobreendeudamiento, o incluso el incumplimiento, señalaron diversas agencias de la ONU en la conferencia de países menos desarrollados organizada por las Naciones Unidas en Qatar a principios de marzo.
En Kenia, uno de los gigantescos proyectos llevados a cabo por China es la línea férrea que unirá la ciudad de Mombasa con el Valle del Rift, con un coste de cinco mil millones de dólares, financiado en un 90 % por Pekín. China es el segundo mayor donante de Kenia, después del Banco Mundial.
Tanzania ha firmado un contrato de 2.200 millones de dólares con una empresa china para una línea ferroviaria que une el principal puerto del país con sus vecinos.
Si bien algunos proyectos resultan rentables, el beneficio real hasta ahora recae en Beijing, con contratos de mantenimiento que pueden durar hasta 99 años, según Nantulya, quien agrega que el impacto local es bajo porque los empleados son mayoritariamente chinos.
El principal país exportador de armas a África, Rusia, por su parte, refuerza su presencia en el continente gracias en particular a los proyectos mineros concedidos al grupo paramilitar privado Wagner, sospechoso de abusos en la guerra de Moscú contra Ucrania.
En enero, Estados Unidos acusó a Wagner de «violaciones generalizadas de los derechos humanos y extorsión de recursos naturales» en África. Acusaciones reiteradas por la Unión Europea, que tomó sanciones contra el grupo en febrero.
China y Rusia son «notorios por una mayor negligencia al llevar a cabo sus proyectos, en comparación con sus contrapartes occidentales» subraya Borshchevskaya, del Washington Institute: «China es el mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo» y financia «centrales eléctricas de carbón en el extranjero«.
Y «los proyectos mineros de Rusia… supuestamente han resultado en altos niveles de compuestos metálicos tóxicos, contaminación de los recursos de agua subterránea, suelos y vegetación«, según la misma veterana analista.
En Liberia, estos impactos son «graves«, señala Davestus James, del Liberia Center for Peacebuilding and Democracy. “Los ciudadanos son víctimas de sus propios recursos”, dice. “La erosión que provocan las minas contamina el agua potable (…), los recursos también son acaparados y exportados en perjuicio de los ciudadanos”.
Es evidente que los inversores extranjeros, con la complicidad de los gobiernos regionales, son los grandes beneficiados, en perjuicio de los pueblos africanos.
Lázaro Bustince
[CIDAF-UCM]