África ha recibido al “Huracán Francisco”, escándalo para los modositos religiosos burgueses y necedad para los “racionales” ganadores de este paradigma tecnocrático que dirigen el mundo bajo el supuesto determinismo de una economía sin ética, sin Dios, sin dignidad humana.
“El corazón de las tinieblas” fue escrito cuando el imperialismo europeo comenzaba a perder su máscara hipócrita de misión humanizadora y se conocen sus brutalidades, tras la apariencia de una “misión salvadora”, la “carga del hombre blanco” que Kipling mitificaba como la misión civilizadora “de los salvajes”.
Los jóvenes pagan fortunas para sacarse una foto con ellos en los viajes de “voluntarismo” inútil con que lucran decenas de empresas, que no hacen sino agravar el desprecio por esas “razas inferiores y perezosas”. La turismo-manía, que se ha convertido en el mayor dilapidador de los consumismos actuales, también tiene su lugar en el anaquel de la “beneficencia para el postureo”.
El corazón de las tinieblas también está dentro de nuestros corazones. Jesús es la luz del mundo que viene a disiparlas, a transformar nuestro corazón de piedra en uno de carne, humano como su humanidad, que como el buen Samaritano, asume el dolor ajeno como propio, y busca solucionarlo personal y estructuralmente, no solo con palabras y beneficencia.
El “Huracán” de la Misericordia llega al corazón de las tinieblas
El pontífice ha vuelto a denunciar las diversas formas de explotación que “tras el colonialismo político del siglo pasado, se ha desatado un colonialismo económico igualmente esclavizador”, y así, este país, “abundantemente depredado, no es capaz de beneficiarse suficientemente de sus inmensos recursos”. Viven la paradoja de que los frutos de su propia tierra lo conviertan en “extranjero” para sus habitantes.
Pero “África no es una mina que explotar ni una tierra que saquear”. Francisco, en nombre de Jesús, “como peregrino de reconciliación y de paz”, lleva la misericordia de Jesús, y respetando su cultura, desea aprender de su ejemplo de paciencia, de valentía y de lucha. Reclama que África “adquiera más importancia; que se hable más de ella, que tenga más peso y representación entre las naciones”.
* Basado en textos del papa en Juba.
Lázaro Bustince
[CIDAF-UCM]