- «Joven que sueñas con un futuro distinto, de tus manos nace el mañana, de tus manos puede llegar la paz que falta en este país».
- La droga, el ocultismo y de la brujería, que te atrapan en las garras del miedo, de la venganza y de la rabia.
- La vida no se escoge tocando la pantalla con el dedo. Es triste ver jóvenes que están horas frente a un teléfono. Después de que contemplaran tanto tiempo la pantalla, los miras a la cara y ves que no sonríen, la mirada está cansada y aburrida.
- El dedo medio es la honestidad…El cristiano no puede más que ser honesto, de lo contrario traiciona su identidad. Sin honestidad no somos discípulos ni testigos de Jesús.
- Siéntanse indignados, sin caer nunca en los halagos de la corrupción, que son persuasivos pero envenenados.
- El anular es también el dedo más débil, el que cuesta más trabajo levantar. Nos recuerda que las grandes metas de la vida, el amor en primer lugar, pasan a través de la fragilidad, el esfuerzo y las dificultades.
El papa Francisco centró su discurso en la parábola de las manos o de los cinco dedos. En un relato al antiguo estilo africano, Francisco fue desgranando los cinco símbolos profundos que, a su juicio, encierran los dedos de la mano: «Oración, comunidad, honestidad, perdón y servicio».
Partiendo de la base de la oración, «el agua del alma«. Pero una oración viva, fresca, encarnada: «Levanta cada día las manos hacia Él para alabarlo y bendecirlo; grítale las esperanzas de tu corazón, confíale los secretos más íntimos de la vida: la persona que amas, las heridas que llevas dentro, los sueños que tienes en el corazón«.
El segundo consejo tiene que ver mucho con el clásico ‘ubuntu’ africano: la comunidad, los otros, un pilar fundamental para escapar de «la droga, el ocultismo y de la brujería, que te atrapan en las garras del miedo, de la venganza y de la rabia«. Una vida abierta a los demás, que no se quede esclava de la realidad virtual: «La vida no se escoge tocando la pantalla con el dedo. Es triste ver jóvenes que están horas frente a un teléfono. Después de que contemplaran tanto tiempo la pantalla, los miras a la cara y ves que no sonríen, la mirada está cansada y aburrida«.
A continuación, les propuso la meta de la honestidad, para que no se dejen atrapar en las garras de la corrupción. «El cristiano no puede más que ser honesto, de lo contrario traiciona su identidad. Sin honestidad no somos discípulos ni testigos de Jesús«, dijo. Incluso les invitó a sentirse indignados. «Siéntanse indignados, sin caer nunca en los halagos de la corrupción, que son persuasivos pero envenenados«.
Y, por último, el perdón y el servicio, porque «las grandes metas de la vida, el amor en primer lugar, pasan a través de la fragilidad, el esfuerzo y las dificultades«. Y una invitación a mirar hacia adelante. Por su bien y el de la RDC: «»Que su país vuelva a ser, gracias a ustedes, un jardín fraterno, el corazón de paz y de libertad de África«.
Lázaro Bustince
[CIDAF-UCM]