En Etiopía, millones siguen desplazados debido al conflicto armado en la región de Tigray, que comenzó el 3 de noviembre de 2020 entre las fuerzas nacionales etíopes, las tropas de Eritrea, las fuerzas de Amhara y otras milicias, por un lado, y las fuerzas leales al Frente de Liberación del Pueblo de Tigray por el otro.
A fines de 2022, una frágil tregua negociada internacionalmente parecía mantenerse con el regreso de la ayuda a las regiones del norte asediadas que fueron inaccesibles durante meses, junto con muchos que regresaron a sus hogares para reconstruir sus vidas destrozadas.
En enero, la agencia de la ONU para los refugiados emitió una dura advertencia de que, debido al deterioro de las condiciones, los refugiados de la región luchaban por obtener suficientes alimentos, medicinas y agua potable, y corrían el riesgo de morir a menos que la situación mejorara.
“La situación desesperada en estos campamentos es un claro ejemplo del impacto de la falta de acceso y suministros que afecta a millones de personas desplazadas y otros civiles en toda la región”, declaró el portavoz de ACNUR, Boris Cheshirkov.
ACNUR informó que los gobiernos de todo el mundo se habían comprometido a aportar unos 1.130 millones de dólares, una cantidad récord, para proporcionar un salvavidas a las personas desplazadas por la guerra en Etiopía, la violencia y las violaciones de los derechos humanos. Esta promesa sigue siendo sólo eso, una promesa.
Recientemente, los jefes de la diplomacia francesa y alemana iniciaron el pasado jueves (5.1.2023) una visita a Addis Abeba para apoyar la paz en Tigray, más de dos meses después del acuerdo que puso fin al conflicto en esta región del norte de Etiopía.
Durante la visita de dos días, que se produce justo después de que los rebeldes de Tigray comenzaran a entregar algunas de sus armas pesadas, Catherine Colonna y Annalena Baerbock tienen previsto reunirse con el primer ministro etíope, los ministros de Asuntos Exteriores y de Justicia, así como con otros representantes de países africanos de la región.
También tienen previsto visitar un centro de distribución del Programa Mundial de Alimentos para ver la puesta en marcha de una donación ucraniana de 50.000 toneladas de trigo a Etiopía y Somalia, que París y Berlín han financiado con 14 millones de euros cada una.
Después de dos años de una guerra fratricida que ha desplazado a más de cuatro millones de etíopes y sumido a cientos de miles de personas en condiciones cercanas a la inanición, el objetivo de París y Berlín es apoyar el proceso de paz.
Los ministros están dispuestos a transmitir el mensaje de la UE, que está lista para volver a comprometerse en Etiopía siempre que se respete el alto el fuego y se establezca un mecanismo de justicia transicional, lo cual es fundamental. La UE está muy comprometida con Ucrania, pero su interés por Etiopia y por África se centra más bien en la explotación de los abundantes recursos del continente africano.
Tras el acuerdo de paz, la entrega de ayuda humanitaria se ha reanudado paulatinamente y los servicios básicos (electricidad, banca, transporte…) se están restableciendo gradualmente. Pero los residentes y trabajadores humanitarios de varias partes de Tigray dijeron recientemente a la AFP que los saqueos y la persecución continúan en la región.
La principal cuestión pendiente es la retirada del ejército eritreo, que prestó una asistencia decisiva al ejército etíope durante el conflicto. Eritrea, que limita con el norte de Tigray, no estuvo presente en las conversaciones de Pretoria donde se firmó el acuerdo del 2 de noviembre.
Otro punto de discordia es la parte del oeste de Tigray que ha sido invadida por fuerzas de la vecina región etíope de Amhara. Esta zona fértil, que administrativamente forma parte de Tigray, es reclamada como «tierra ancestral» por los nacionalistas amhara.
Todas las relaciones y cooperación del hemisferio norte con Etiopía y con África, deben ser más justas, solidarias, sostenibles y humanas.
CIDAF-UCM